Prólogo

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Martina se miró por última vez en el espejo. Había tardado una hora en prepararse y su hermano se estaba poniendo muy pesado, pero era su decimosexto cumpleaños así que se había tomado la libertad de tardar un poco más en prepararse para que su hermano practicara su paciencia.

Sus padres por fin les habían dejado salir en Nochevieja y pensaban aprovechar el tiempo.

-Ya estoy -dijo bajando las escaleras de dos en dos arriesgándose a torcerse un tobillo con los tacones.

-Por fin, llevas media hora, no entiendo cómo puedes tardar tanto -contestó su hermano mellizo Marco.

-Eres muy pequeño para entenderlo.

-Ocho horas.

-Técnicamente un año.

Les gustaba pelear sobre ese tema, ya que eran mellizos inexactos, Martina había nacido el 31 de diciembre a las 9 de la noche y su hermano Marco el 1 de enero a las 4 de la madrugada. Ocho horas de diferencia, pero años distintos. Por algún motivo sus padres no cambiaron las fechas para que ambos cumplieran el mismo año, así que Martina acababa de cumplir dieciséis años y Marco no los cumpliría hasta después de las campanadas.

Antes de salir de casa pasaron por el salón para despedirse de sus padres y de su hermana pequeña.

-Bueno, ya nos vamos, feliz año nuevo con antelación -dijo Martina dándoles un beso a sus padres.

A su hermana Melany le hizo un gesto con la cabeza que la niña no vio ya que estaba con el móvil.

-En China se han quedado incomunicados después de la entrada al nuevo año -decía la reportera que estaba en la televisión -, todas las teorías apuntan que la sobrecarga de luces ha hecho saltar los fusiles de todo el país.

-Tened cuidado, no volváis después de las cuatro de la madrugada...

-Tranquilízate mamá, yo cuido de Marco, puedes confiar en nosotros.

Marco se despidió chocando el puño con su hermana pequeña, solo le hacía caso a él.

Salieron de casa y llegaron a la casa se su amigo tan solo un cuarto de hora antes de las campanadas.

La casa de su amigo era enorme, moderna y tenía un jardín y un salón enorme, como sus padres no estaban había invitado a bastantes amigos para tomar las uvas juntos viendo la puerta del Sol en la tele.

-Eh, Martina, Marco, llegáis tarde.

-Ya lo sé, tu amiga ha tardado una hora en vestirse -contestó Marco.

-Da igual, ¿Tenéis gominolas? -preguntó Martina.

-Toma tus gominolas, hemos tenido que ir al supermercado solo por ti -le dijo lanzándole una bolsa con gominolas de colores.

-Gracias, maja.

Encendieron la tele, había un par de presentadores con copas de vino y trajes de gala.

Y llegó el momento de las campanadas, todos se apiñaron los sofás entre risas y empujones.

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Se oyó una especie de explosión y todo se volvió negro.

Después De Año NuevoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora