Marco al habla

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Nos guiaron hasta una mesa en la cual había una gran variedad de dulces.

-¿Qué está pasando? -Preguntó mi hermana antes de tocar siquiera la comida.

-Eso es algo complejo de explicar -Empezó a decir Hugo -, pero os lo explicaré. Supongo que habréis oído hablar de los aliens, toda la vida nos han hecho creer que serán seres horribles, extraños y seguramente más inteligentes y avanzados tecnológicamente. Es mentira, durante años ha había una red secreta de extraterrestres en la Tierra, nos investigan, vigilan, y después de tantos años han decidido hacerse con el planeta, debemos de haber hecho algo que no les ha gustado, a lo mejor un invento demasiado avanzado, quizá alguien ha descubierto sobre su existencia, ya había pasado más veces a lo largo de la historia, más de un científico ha desaparecido por lograr encontrar avances que según el criterio de los extraterrestres no deberíamos, a veces han desaparecido civilizaciones enteras, como con el desastre de Pompeya con el Vesubio, un avance demasiado revolucionario como para llegar a manos humanas, o la receta del fuego griego.

-¿Qué se supone que descubrieron los habitantes de Pompeya para merecer la aniquilación casi total? -pregunté.

-No se sabe, por eso lo destruyeron, para que nadie lo supiera.

-Vale -Intervino Martina -¿Y qué pintamos nosotros en todo esto?

-Buena pregunta, verás...

Estoy seguro de que lo que nos iba a contar debía de ser muy importante y nos habría sido una ayuda inigualable, pero en ese momento vino una chica de treinta años.

-Necesitamos vuestra ayuda en el centro de control -dijo la chica con un tono urgente -. Ahora mismo -añadió para meter más prisa.

Hugo y Eric nos miraron.

-Lo sentimos, las explicaciones tendrán que esperar para más tarde, mientras tanto podéis investigar por vuestra cuenta.

Dicho esto se fueron corriendo con la chica.

-Bueno, nos acaban de dar vía libre para cotillear -dijo Martina -¿Por dónde empezamos?

Me encogí de hombros, lo único que me apetecía era comer las madalenas tan ricas que tenían y a lo mejor darme una vuelta por el lugar, pero no quería saber nada sobre aliens.

-Vale, decido yo.

Martina puede ser muy mandona cuando quiere, y cuando no quiere también manda como si fuera la madre, (es la verdad Martina deberías de verte dos segundos después de que papá y mamá se vayan de casa).

Caminamos hacia uno de los ascensores, por el camino vi a un par de niños de diez años jugando con un balón, debía de ser muy duro para ellos estar allí dentro y no entender muy bien que pasa ni donde está su familia, para mí era difícil de asimilar y entender el hecho de que todos mis conocidos habían desaparecido, que los extraterrestres existían, estaban en nuestro planeta desde hace siglos y habían decidido secuestrar a todo el planeta.

Entramos en un ascensor, el panel de botones no tenía números como los ascensores normales, si no que tenía lugares <<Habitaciones>> <<Sala de entrenamiento>> <<Centro informativo>>  y cosas por el estilo.

Martina le dio al botón de <<Habitaciones>> y las puertas se cerraron, el interior era de metal blanco, tenía un espejo y el suelo era de metal también, tenía el típico diseño futurista que tanto se estaba poniendo de moda.

De fondo se escuchaba una suave música clásica.

-¿No te parece todo muy raro? -pregunté.

-Teniendo en cuenta que llevamos tres días solos, todos nuestros familiares y conocidos han desaparecido, los objetos tecnológicos han dejado de funcionar... bueno, yo creo que es una suerte que nos hayan encontrado y estemos en un lugar seguro.

El ascensor se detuvo con una ligera sacudida y nos bajamos en un pasillo muy largo, como ya he dicho todo estaba decorado con un estilo futurista y moderno, muy luminoso y limpio, pero seguía dándome mala espina.

A un lado del pasillo había puertas con letreros donde estaba escrito el nombre de la pareja de gemelos que dormía allí, al otro lado había una barandilla que daba al interior del patio, si no fuera por lo que estaba pasando no me habría importado pasar allí un par de semanas. De pronto Martina se quedó quieta delante de mi haciendo que me chocase contra ella.

-¡Ey! -Me quejé.

-Tienen una habitación con nuestros nombres. ¿Cómo sabían que vendríamos?

Miré hacia donde señalaba y vi que tenía razón, en la puerta de una de las habitaciones estaban escritos nuestros nombres.

Ahora sí que estaba empezando a parecerme todo muy raro.

Me acerqué y abrí la puerta, no tenía ningún tipo de cerradura, el interior tenía las paredes de color mostaza y una alfombra verde, lo cual hizo que empezase a sospechar más.

¿Qué tiene eso de raro? Preguntaréis. Es solo una habitación más.

Ya, pero eran exactamente nuestros colores favoritos, y los posters y cuadros de las paredes eran como los de nuestra habitación. Había una foto en la que aparecíamos Martina, Melany y yo, Mel era un bebé que Martina estaba sosteniendo en brazos y yo estaba a su lado, mostrando mis pequeños dientes, la verdad es que de pequeño tenía cara de psicópata.

Martina dice que sigo igual, pero os aseguro que ya no me parezco ni de lejos al niño de la foto.

Había un par de camas que podían separarse a través de una cortina, era un increíble método para  respetar la privacidad del otro.

Me dejé caer sobre una de las camas. Eran bastante más cómodas de lo que parecían.

-Marco -me llamó Martina -¿Cómo es que todas las cosas que funcionan mediante electricidad están estropeadas, pero aquí hay luz eléctrica y tiene ascensores?

Me levanté de golpe, no se me había pasado eso por la cabeza.

-No me fío de que nos hayan contado toda la verdad -dijo.

De pronto la habitación dejó de parecerme acogedora, incluso las fotos en las que salíamos nosotros daban miedo.

(Martina, no tiene gracia que digas que eso es porque aparecía yo, esto es un momento serio)

-¿Tú también estás empezando a sospechar de todo esto? -pregunté.

-Más que sospechar es que no me da muy buena espina. Que aparezcan así de repente y tengan un refugio con la última tecnología... Deberíamos andarnos con cuidado y reunir toda la información que podamos.

En ese momento llamaron a la puerta.

-Adelante -dijo Martina.

La puerta se abrió y entraron los mellizos Eric y Hugo.

-Perdonad lo de antes, hemos tenido un pequeño problema técnico, pero ya está arreglado.

-Así que cuando queráis podemos seguir explicándoos las dudas que tengáis.

-Yo tengo una duda -dije -¿Cómo es qué aquí funcio...? -Martina me dio una patada en el tobillo -¡Eh! -antes de que pudiera añadir nada me lanzó una mirada asesina que daba más miedo que mi madre llamándonos por nuestros nombres y apellidos -Ejem, que si podéis enseñarnos un poco este sitio, tiene pinta de ser enorme.

-Claro -dijo rápidamente Hugo.

Después De Año NuevoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora