Capítulo 19

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Capítulo 19: Nuestros celos.

Nep

—Cuéntamelo todo —chilla Sam desde la sala —¿Qué te ha dicho? ¿Te ha invitado a salir?

—No, solo estuvimos hablando. Y no puedes ocultarte detrás de los árboles a escuchar nuestras conversaciones.

Les contaré la historia de Dash... Ayer al salir de clase un chico se acercó a Oliver, al principio no lo tome en cuenta, sin embargo, después de diez minutos terminamos hablando de cosas sin sentido. Es muy amable, atento y en definitiva entretenido; tiene una vida demasiado ajetreada por los constantes viajes de su padre, ha visitado más de treinta países, es un chico muy afortunado en verdad.

—¿Qué te ha dicho? —cuestiona acercándose a mi habitación —Es muy lindo, ¿Te parece lindo?

—Sí, lo es —giro los ojos —Me ha dicho que saliéramos, pero tengo la semana ocupada.

—¡¿Qué?! —exclama.

—Ya te he dicho, estoy ocupada.

—¿Haciendo qué?

—Trabajos de la universidad —le contesto doblando mi ropa y colocándola en el armario —Además, esta semana también saldremos con el grupo de Josh.

—Yo haré tus trabajos de la universidad, y no te preocupes por Josh, puedo salir con sus amigos yo sola, todos me caen bien.

—No harás nada por mí.

—Necesitas salir con alguien...

—No necesito salir con nadie —tomo mi bolso —Debo ir a la biblioteca, tengo que buscar algunos libros, vuelvo por la noche.

—¿En serio no saldrás con él?

—Esta semana no lo haré.

Camino hacia la puerta apresurada, ayer el clima estuvo demasiado fuerte, no quiero que empiece a llover y luego no pueda salir del apartamento.

—Prométeme que lo pensaras.

—Lo pensaré.

Salgo del lugar acomodando mi chaqueta, espero que Neil esté allá, ayer lo he visto, pero como siempre no hablamos; aunque estaba tan distraída buscando las redes sociales de Dash que lo he olvidado. Y sí, busque las redes sociales de él, solo tenía curiosidad sobre sus fotos en diferentes países. Salgo hacia el exterior con una sonrisa, no estoy segura de cuál es la razón y quiero creer que es por ir a la biblioteca en vez de ver al chico.

Tardé treinta minutos en llegar, ya que me detuve a tomar una malteada en el camino, por suerte al llegar mi vaso está vacío, de lo contrario no me hubieran dejado entrar. El olor a libros es lo más relajante que he podido sentir, subo las escaleras contando cada escalón, la iluminación del sitio siempre es perfecta y la decoración vintage simula una época distinta. Fijo mi atención hacia la última mesa. No puedo ver mi rostro, pero si pudiera verlo de seguro analizaría como mis comisuras se elevan y como mis ojos adquieren más brillo. Con paso apresurado me acerco a la mesa. Él parece concentrado en su libro, demasiado que ni siquiera levanta el rostro.

—¿Sabías que puedes comprar una malteada de chocolate por dos euros?

Levanta el rostro, esos ojos azules, sus grandes y brillantes ojos.

—Cuestan dos euros, y no has traído nada para mí. Eso no te hace buena pareja.

—Lo siento, he olvidado por completo que salgo contigo —me encojo de hombros sentándome en frente.

—¿Qué estás haciendo acá? —me pregunta y aunque su voz fue neutra pude notar como solo intenta bromear.

—Vine a hablar contigo...

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