CAPÍTULO 10

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«No me lastimes, porque cuando me enamoré por primera vez; lamentablemente fallé»
































Desde que nos subimos al jet, no dudé en dormir sin decir palabra alguna, mi excusa fue que estaba demasiado cansada por haberme desvelado. Cuando desperté ví que Lauren también estaba dormida, se veía chistosa. El viaje fue algo corto teniendo en cuenta el destino, gracias a que no hicimos ninguna escala, llegamos a la hora de la comida.

—Bienvenidas a República Dominicana, que disfruten su estancia-dijo el piloto cuando bajamos del avión. Se veía muy amable y servicial.

—Gracias, Luis—respondió Lauren.

—Increíble...—susurré para mí. Siempre había querido venir a este país, dicen que es muy bello y sus playas son super hermosas.

—¿Te gustó el primer destino que elegí, esposa mía? Punta Cana tiene playas muy bonitas—Mi rostro cambió por completo al caer de nuevo en la realidad.

—Eh, sí. Es muy lindo.

—¿Tienes hambre? En el hotel nos tienen comida preparada, te va a encantar. Está a orilla de Playa Bávaro. Vamos—otra vez esa sonrisa espléndida.


  La tarde estaba por acabar cuando llegamos al hotel, justo a tiempo para ver la puesta del sol. Nos sirvieron unos ricos mariscos, éste restaurante era famoso por servir paellas demasiado ricas, y no sé equivocaban. Estuvimos en absoluto silencio, Lauren comía mucho por lo que pude observar o quizá no había desayunado. Le gustaba la comida hogareña y muy bien hecha, eso ya lo sabía, pero éste apetito que tenía era brutal.
Al terminar, la noche estaba a punto de caer, la vista sin duda era magnifica, increíble, espléndida, hermosa, bellísima, impresionante y demás adjetivos posibles que puedan describirla. Un sueño hecho realidad y eso que era el inicio de este viaje, quizá no esté tan mal después de todo. El equipaje gracias al servicio del hotel ya estaba desempacado y ordenado, nada más quedaba descansar.

—¿Quieres ir a la alberca?


—No, prefiero descansar. Diviértete tú-. Me quité los zapatos y me dirigí al baño para cambiarme.


—¿Segura? ¿Me debería preocupar que no seas ni un poquito celosa y me dejes sin tu compañía al rededor de tantas personas mientras estoy semi desnuda?—se rió.


—No soy tan red flag. Diviértete sin mi-le mostré absoluta seriedad y su rostro se vió confuso. Aún así tomó su traje de baño y se fue a dónde planeaba, no sin antes decirme un Te amo. Claro que me hice la sorda y cerré de golpe la puerta del baño, huí como cobarde. Comencé a llorar desconsoladamente. En ésta gran parte de la habitación, todo estaba tan limpio y pulcro.


—¿Por qué a mi, Dios? Yo no tengo corazón para seguir engañando a esa mujer, no quiero, pero tengo tanto miedo, ayúdame Dios mío—rogué mirando hacia el techo. Me recosté sobre el frío piso, buscando y me diera un grave resfriado. Quería estar con papá y Sofi, con mi familia, seguir siendo esa joven que salía con sus amigas de compras, ni un día de casada llevaba y ya odiaba ser prisionera de ésta mentira, no podía disfrutar, no así. Lloré y lloré como si no hubiera un mañana, tenía como hora y media encerrada en el baño, miré hacia un lado y me encontré con un gran cristal que cubría toda esa parte de la pared y daba vista al inmenso mar, que hermosa y espaciosa suite había elegido Lauren. Caminé por todo el baño, observé la vista con detenimiento, se oía una total calma, la noche había iniciado. Me ví al espejo, tenía la cara super roja, los ojos hinchados de tanto llorar, comenzaba a salir un poco de lagaña. Decidí ducharme con agua fría, el calor era algo insoportable igual que en México, para el colmo había olvidado prender el aire acondicionado. Salí en bata, busqué mi pijama por todos los cajones que pude, hasta que encontré una muda, me la puse y me arrope en la gran cama cómoda, no sin antes encender el clima. Escuché que abrieron la puerta y unos pasos en la entrada principal, la única que podría ser es Lauren, por lo que cerré los ojos e hice mi respiración más lenta y pausada para fingir un profundo sueño.


En El Nombre Del AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora