CAPÍTULO 9

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«En nuestros locos intentos, renunciamos a lo que somos por lo que esperamos ser».—William Shakespeare.

  Erróneamente esperamos de una persona que supuestamente nos ama; no nos lastime, pero sus actos dicen todo lo contrario. El humano es inteligente pero tan tonto a la vez.
  A pesar de los reclamos de Lucy por no saber que pasaba y las advertencias de Dinah por mis acciones; logré que me acompañaran a reunirme con Laura. Y que mis tíos estuvieran ocupados ayudando a papá a subir al auto, fue el momento perfecto para la excusa: «Dinah necesitaba ir al baño». Lucrecia con tal de que no usara el de los “patrones” sino el de la servidumbre—el cual se encontraba más lejos—en ningún momento se opuso.

—Camila, no entiendo para que quieres ver a esa tipeja. No sé tu pero yo aún sigo enojada con ella y eso que no soy la ex, sino la amiga de la ex. Pero a ti te veo super dispuesta para creerle cada palabra que salga de su tonta boca—dijo Lucy. Se rascó la palma de la mano izquierda, era una acción a la que recurría cuando trataba de calmar su furia, ansiedad, ganas de llorar o a veces impotencia. Yo siempre hacía lo mismo, solo que me rascaba las muñecas.

—Mila, opino lo mismo. Además, ¿qué pensará Lauren si se entera?—. Mientras Dinah hablaba, dirigía su mirada a diferentes lados, buscándola. Nos encontrábamos donde me había citado.

—Exacto. Si te vas a casar con ella, debes comenzar por respetar tu relación. No creo que ver a tu ex sea un buen ejemplo de respeto.

—Tranquilas, solo quiero verle la cara y... Que me diga por qué lo hizo... Decirle... O no sé—tartamudeé, el sudor recorría mis palmas. —No voy a cometer ninguna tontería.—mentí.

  La verdad es que mi corazón quería verla una vez más, albergaba en lo más profundo una esperanza de que las cosas fuesen diferente. Temía por mi familia, pero a la vez quería ser feliz. En estos momentos tenía un arrebato de valentía, ya que toda mi vida he sido algo tonta y cobarde pero ahora me sentía diferente. Me temblaban las piernas y los brazos, mi corazón se revolcaba de emoción y decepción  mientras que mi estómago se revolvía cada vez más.
  Estuvimos esperando unos cuarenta minutos, pero ella nunca llegó. Me sentía como una vil tonta, creyéndole de nuevo, cayendo en su trampa como una estúpida. Me deslicé por la pared hasta caer sentada en el pasto del bello jardín. De verdad estaba muy mal, me había engañado otra vez. Estaba demás decir que Lucy se encontraba super enojada, encabronada dirían algunos. Dinah se fue, tenía que checar donde estaban mis tíos para avisarles que me sentía mal del estómago y por eso estábamos tardando. Aunque no mentía, de verdad mi estómago se encontraba muy revuelto. A estás alturas se me hacía raro que Lucrecia aún no haya venido por mi.

—Mila... Lo siento mucho. ¿Ves por qué te dije que no vinieras?—suspiré.—Pero tranquila, todos cometemos errores, no llores por favor... Tienes que estar perfecta para este hermoso día. ¡Te vas a casar con alguien que te ama demasiado! Te trata como una reina. Esa estúpida no es ni siquiera la uña de los pies de Lauren.

—Solo... No sé Lucy, ya no quiero hablar de esto—el desayuno de está mañana pedía salir de mis adentros, di una arcada y en un momento inesperado; lo saqué todo. Por poco y mancho el vestido, me encontraba del asco.

—Tranquila, bebé. Todo va a estar bien, iré por toallitas y tus cosas para que te laves la boca.

  Después de un rato, Dinah regresó con Lucy y un botiquín de emergencia junto a mis cosas personales. Ah, también venía mi tío con un gesto de pocos amigos, su bigote resaltaba y le quedaba bien con ese bello esmoquin, hasta brillaba de tan pulcro que se veía. No entendía cómo alguien tan joven y atractivo podía llegar a ser tan malo. Quizá la razón de haberse casado con mi tía por interés lo amargo o simplemente es que son tal para cual. A pesar de que solo tenía unos 4 años más que yo; nunca me sentí cómoda llamándolo por su nombre de pila.

En El Nombre Del AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora