Jennie llevaba un par de días de un humor espantoso, las palabras de la Infante le habían molestado muchísimo. Este extraño estado de animo no pasó inadvertido para nadie del castillo. Jennie era una muchacha alegre y vivaz, por lo que esa nueva faceta suya no hacía más que levantar sospechas entre todos sus allegados.
-No puedo aguantar más.- Dijo Tae, tras volver a escuchar a Jennie bufar.-Bien sabes que no soy un hombre cotilla, y jamás me meto en la vida de los demás a no ser que me lo pidan, pero ... ¿me puedes decir qué es lo que te ha hecho enfadar tanto?
Jennie frunció el ceño. No estaba segura de si debía o no contarle a Tae el motivo de su enfado, puesto que probablemente él se reiría de ella y la consideraría una niña.
-Demos un paseo...- Dijo Tae al tiempo que se levantaba y le ofrecía el brazo como todo un caballero.
Una vez salieron al aire libre Jennie se sintió mucho mejor, el aire era frió, pero aquello le encantaba, ayudaba a que su mente se despejara.
-Soy todo oídos...- Anunció Tae rompiendo el silencio y mostrando una amable sonrisa.
-Esta bien, pero no puedes reírte de mí ¿de acuerdo?.- Tae puso cara de ofendido, pero ante la mirada inquisitiva de Jennie, asintió.- Mis padres me informaron hace unos días de que el mismísimo Rey tenía la intención de que su sobrina la Infante y yo nos conociéramos, con el propósito de que nos casemos.- Jennie miró a Tae, pero éste no parecía dispuesto a decir nada, por lo que ella continuó.- Yo no pensaba aceptar tal proposición, jamás me casare.. y menos aun con una mujer a la que no conozco e intentan endosarme... La cuestión está en que hace dos días me llegó una carta de la Infante, en ella no hizo más que insultarme. Puedes creer que me pidió que le escribiera para así poder justificar ante el rey que ella había intentado conocerme, pero que yo no era de su agrado...- Tae freno en seco y comenzó a reírse, Jennie soltó su brazo y colocó sus manos en su cintura un tanto malhumorada.
-Perdona my lady.- Dijo Tae intentando contener su risa.- Pero jamás pensé que tu enfado habría sido provocado por una mujer que te está dando exactamente lo que queréis.
-¿Qué queréis decir?.- Preguntó Jennie confundida.
-La infante te esta proporcionando la escusa que los dos necesitáis para poder declinar el compromiso que el Rey quiere imponeros, sin desobedecer sus ordenes. Además.- Añadió en tono burlón.- No podéis quejaros de que ella te rechace sin conoceros cuando vos habéis hecho exactamente lo mismo.
-¿Por qué siempre tienes que tener la razón en todo?.- Dijo Jennie tras meditar un momento las palabras de su amigo.
-No puedo evitarlo, soy perfecto.- Añadió Tae pavoneandose.
-Está bien, le escribiré.- Contesto con firmeza.-Es más, lo haré ahora mismo, nos vemos a la hora de la cena.- Dijo despidiéndose de Tae.
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Jennie se sentó en su escritorio, y tras meditar por largo tiempo lo que quería decirle a la Infante, comenzó a redactar una carta:
Desconocida señora Infante:
No se disculpe por su atrevimiento, su idea me parece estupenda. Personalmente, jamás habría aceptado casarme con usted, por lo que tener una excusa para poder declinar la propuesta del rey me parece de lo más satisfactorio.
Gracias.
J. Kim
Jennie sello el sobre y mando llamar a un criado para enviar la carta. Sabía que su respuesta era excesivamente breve, pero no tenia nada más que decirle a aquella mujer.
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Un par de días después Jennie se encontraba sentada en su carruaje acompañada por su doncella de camino a la casa de campo de la Señora Fredic. Ella, al igual que otros muchos jóvenes de alta cuna, había sido invitada a pasar dos semanas con dicha señora. Pero por mucho que Jennie le había rogado a su madre que rechazaran cortésmente la invitación y así poder quedarse en casa, la Duquesa no le había permitido declinar la invitación. Por lo que muy a su pesar, iba a tener que soportar a un montón de damiselas y caballeros coqueteando y diciendo banalidades durante 14 largos días.
-De verdad que no comprendo porqué he de venir aquí...- Dijo Jennie mirando por la ventana.
-Señorita....- Contestó Silvia, su doncella.-Ya sabe que su madre sólo quiere lo mejor para usted, y permanecer tanto tiempo sola en su casa no es muy apropiado. Ni siquiera acepta la mayoría de las invitaciones que le llegan.
-Oh Silvia, ya sabes que me parece tedioso estar hablando de ropa o del tiempo con otras damas. Por no mencionar las conversaciones que puedo mantener con los caballeros... que si mi sonrisa, la belleza del cielo... no hay nada sustancial ni interesante. Además, creo que piensan que soy aburrida y descortés.
-No diga eso señorita Jennie, yo no conozco mejor dama que usted, bueno, además de su madre. Usted es muy simpática y agradable, además de divertida ... y bella.
-Por favor, no sigas o terminaré por creérmelo todo.- Contesto Jennie dramáticamente, haciendo reír a la doncella.
El carruaje se detuvo frente a la gran mansión. Un sirviente abrió la puerta y ayudó a Jennie a descender del carruaje. En la puerta la esperaba la Señora Fredic con una amplia sonrisa y un extravagante vestido. Por lo menos podría divertirse al ver los atuendos de la Señora Fredic pensó Jennie.
-Buenas tardes querida... ¿Qué tal el viaje? Estarás exhausta.- Dijo al tiempo que hacia una pequeña reverencia.
-El viaje ha sido estupendo, gracias. Veo que usted sigue tan hermosa como siempre Señora Fredic, y su casa esta preciosa.
-Querida, no sabes lo que significa eso viniendo de usted.- Dijo sin poder dejar de sonreír.-Antes de que se retire a su habitación me gustaría comunicarle un par de normas.
-¿Normas?.- Dijo Jennie extrañada por el uso de aquella palabra.
-Sí querida. He decidido que quería hacer vuestra estancia más divertida, por ello nadie utilizará su nombre real. En tus aposentos tienes un sobre con las indicaciones y el nombre con el que te voy a presentar a los demás. No os preocupéis.- Dijo viendo la cara de duda de Jennie.- Solo han sido invitadas aquellas personas de más alta clase y reputación, por lo que nada tenéis que temer.
-Señora Fredic, esto no se me había informado.-Dijo algo brusca.
-Claro que no querida, era una sorpresa.- Añadió divertida.
Jennie fue conducida a su habitación. No estaba segura si aquello le gustaba o no. Por un lado, nadie se intentaría acercar a ella por su título o posición, pero al mismo tiempo le daba miedo no saber con quien se estaba relacionando. Seguramente conocería a muchos de los presentes, pensó intentando relajarme. Realmente la señora Fredic tenía una imaginación desbordante.
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LA HIJA DEL ARCHIDUQUE || Adaptación Jenlisa G!P
Fanfic[^•^] Lego [^•^] Jennie Kim, hija del duque Kim Nam Gil y la duquesa Kim Tae Hee, ha tenido una infancia envidiable. Siempre rodeada de amigos y familia, jamás le ha faltado nada. Sin embargo, un acontecimiento en su pasado la obligó a volverse una...