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Había pasado un mes desde que las recién casados desaparecieron de la alta sociedad inglesa y se sumergieron en la ajetreada y acalorada vida campestre. Los rumores de su desaparición ya habían sido acallados, todos pensaban que estaban de viaje de novios por el continente. Pero el verdadero paradero de la pareja estaba mucho más cerca de lo que nadie podía imaginar. Los Manobal se habían establecido en una pequeña isla inglesa.

Jennie y Lalisa no tardaron mucho en adaptarse a su nueva vida, ninguno de las dos había tenido que trabajar tanto en toda su existencia, pero en ningún momento salió de sus bocas una queja. Pronto se había corrido el rumor de la llegada de una nueva familia a la isla, y los habitantes los recibieron con gran alegría. Las primeras semanas se ofrecieron a ayudarles en la realización de algunas tareas del campo, los isleños les dejaron muy claro que ahí todos eran una gran familia.

La propiedad de los Manobal no eran excesivamente grande, pero si lo suficiente para que tuvieran que contratar a dos jornaleros que ayudaran en el campo. Además de los cultivos, también poseían un establo donde guardaban sus dos caballos y un par de gallinas que les habían regalado. Jennie detesto lo diminuta que era la casa en un primer momento, ya que únicamente constaba de dos estancias, una cocina comedor con una chimenea y una pequeña habitación de matrimonio, pero con el paso de los días lo agradeció, ya que limpiar una casa más grande habría resultado una ardua tarea.

...

Aquella mañana Jennie se había acercado al pueblo a comprar y de regreso a casa decidió pararse bajo la sombra de un árbol a descansar mientras releía uno de los pocos libros que había traído consigo.

-Buenas tardes señora Park.- La saludaron alegremente dos niños. Jennie tardó en entender que la saludaban a ella, debido al cambio de apellido.

-Mike, Lisa.- Saludo cortésmente.

-¿Sabe usted leer señora?- Preguntó Lisa con mucho interés.

-Pues sí y vosotros... ¿sabéis leer o escribir?- preguntó Jennie interesada.

-No señora, nosotros no... nuestros padres tampoco saben...- Contestó Mike

-¿Po-podría usted leernos...?- Preguntó tímidamente Lisa.

-Lisa... no molestemos más a la señora Park... seguro que tiene muchas cosas que hacer.- De pronto a Jennie se le ocurrió una idea estupenda.

-¿Qué os parece si venís un par de días a la semana a mi casa y os enseño a leer y escribir?-Preguntó cariñosamente a los niños.

-Eso sería estupendo.- Chillaron los dos niños.

-Muy bien, pues tenemos un trato.- Dijo extendiendo sus manos para que los niños las tomaran.- Si vuestra madre os deja será un placer.

Los dos niños corrieron de vuelta a su casa para darle a su madre la gran noticia mientras Jennie reanudaba el camino de vuelta a la suya.

LA HIJA DEL ARCHIDUQUE || Adaptación Jenlisa G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora