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taeyong llegó con los auriculares puestos y, tras comprobar que no había ni rastro de doyoung, hecho que le sorprendió ligeramente, se desvistió rápidamente para asearse y deshacerse del sudor que le cubría el cuerpo. al ritmo de la música, se adentró en el baño tan solo con su toalla y se quedó petrificado ante la imagen que se desarrollaba ante él.

ahí estaba el castaño, apoyando un brazo sobre la pared de la ducha, con la frente pegada a él y con la otra mano masturbándose mientras soltaba varios jadeos. se retiró los auriculares con cuidado, intentando no hacer ruido.

su miembro dio una sacudida, despertando de golpe al reconocer su nombre siendo gemido por el otro. aquello fue el último empujón que necesitó para meterse con él en el pequeño cubículo y pegar su pecho a la espalda del castaño.

―déjame que te ayude con esto ―murmuró con voz ronca sobre su oído, mientras colocaba su propia mano sobre la de doyoung, comenzando a masturbarlo lentamente.

―taeyong ―exclamó con sorpresa, pero rápidamente gimió al sentir la mano ajena acariciarle su sensible miembro y los labios gruesos del mayor besarle la clavícula sensualmente.

echó sus caderas hacia atrás, comprobando cómo la erección del rizado se clavó en su espalda baja. comenzó a moverlas para crear fricción sobre ellas, logrando que taeyong imprimiera con fuerza los dedos en su cintura, instándole a que siguiera e incrementando el movimiento de su mano. la longitud del mayor se coló en la ranura de sus nalgas y se movía de arriba abajo mientras este embestía hacia su trasero.

―joder, kim ―se quejó, agradeciendo al fin el contacto con la piel de su rival.

―me corro, yong ―anunció el aludido antes de manchar la mano del susodicho, profiriendo un gemido de lo más agudo.

se giró rápidamente y besó ávidamente sus labios, enrollando sus brazos tras la nuca del mayor, quien no dudó en corresponderle al gesto y alzarlo por los muslos, haciendo que enlazara las piernas en su cintura.

lo acorraló contra la pared, dándole la estabilidad necesaria para poder alinear su miembro con la entrada del de los ojos celestes y, tras dedicarle la mirada más lasciva que doyoung había visto jamás, lo penetró de manera lenta pero arrolladora.

―dodo, sí… ―celebró el mayor, echando demasiado en falta la estrechez a su alrededor.

―vamos, lee, muévete ―le urgió desesperado.

no necesitó que se lo pidiera dos veces, afianzando su agarre bajo sus muslos, sacó parcialmente su erección del agujero rosado para segundos después introducirlo de nuevo, logrando golpear la próstata del castaño.

adoptó un ritmo constante y fuerte, no demasiado rápido, pero suficiente para que ambos se deshicieran en gemidos y jadeos.

las uñas del neoyorquino se clavaban con fuerza en los hombros del de la universidad de cnu, quien soltaba profundos gruñidos mientras no se perdía un detalle de la expresión de sumo placer del otro.

―dios, dodo, tan bueno ―pronunció entre dientes, sin dejar de mover sus caderas.

―ah, taeyong, ahí, sí, ahí ―pidió al sentir como su punto dulce era molido continuamente. ―dios, cómo te echaba de menos.

aquello hizo que una sonrisa de completa felicidad se instalara en el rostro del aludido, su pecho se llenó de un sentimiento cálido y en ese momento supo que había caído rendido a los pies del menor.

con un quejido que salió de lo más profundo de su ser, se corrió en el interior de su compañero de habitación, quien lo siguió instantes después al sentir el líquido caliente escurrirse entre sus muslos.

taeyong lo bajó con cuidado de sus caderas, sujetándole con fuerza y pegándolo a su pecho. besó suavemente sus labios, intentando demostrarle todo lo que sentía en ese momento.

se sorprendió cuando doyoung le correspondió con el mismo cariño que él, y entonces le pidió algo que jamás le había pedido a nadie.

―dodo ―murmuró contra su boca, el aludido lo miró con los ojos llenos de emoción, ―hazme tuyo.

aquellas palabras se clavaron en lo más profundo del menor. sabía lo que aquella petición implicaba, lo que significaba que taeyong hubiera decidido desvirgarse con él, pero no le importó.

de hecho, se alegró de que él fuera el elegido, pues la idea de que alguien más poseyera al mayor le desagradaba demasiado.

―ven aquí ―pidió, mientras le tendía una mano y lo guiaba hacia la cama.

lo acostó boca arriba y se cernió sobre él, cubriéndole con su propio cuerpo. el rizado palpitaba nervioso ante lo que se avecinaba, pero estaba seguro de que era lo que quería.

no se imaginaba este momento con nadie más que no fuera el chico, quien se acomodó entre sus piernas y le besó tiernamente, derritiendo por completo el corazón de su antiguo rival. quedaba más que claro que su relación había cambiado por completo, dando un giro de ciento ochenta grados.

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