La ida del rey

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K A G E Y A M A     T O B I O


El profesor Takeda me observaba seriamente desde detrás de los cristales de sus gafas. Sus ojos marrones, normalmente cálidos y con una mirada tierna, ahora se mostraban fríos, e incluso fieros. 

— Sabes que lo que has hecho es algo inaceptable, ¿no? — pronunciaba esa frase como si fuera un pregunta, pero era obviamente una afirmación. Asentí — y sabes que las acciones tiene consecuencias, ¿no? — asentí — No se si tus compañeros ya te lo han comentado, pero has sido expulsado del equipo de voleibol. El director esta muy decepcionado, yo también me incluyo. No entiendo por qué decidiste hacer tal cosa, pero que sepas que hasta que el director no vea que tu comportamiento vuelva a ser el que se espera de un estudiante de la secundaria Karasuno, no podrás volver al equipo. 

El silencio nos rodeo a los dos al completo. Mi mirada estaba clavada en el suelo, no sabía bien como sentirme. Hace unas semanas, habría estado desesperado por qué mi comportamiento fuese impecable, pero en este momento, poco me importaba. Así que solamente asentí. 

El profesor se levanto con un sonoro suspiro, su expresión cambio una de total seriedad a una melancólica, una expresión, de pena. Antes de salir de la habitación donde habíamos tenido nuestra charla, se dirigió una ultima vez a mí.

— Estoy intentando ver si el director puede dejarte estar en el club hasta que terminemos los partidos, pero necesito que tu también pongas de tu parte.



No paso nada en especial hoy,  mi comportamiento fue exactamente igual que anteriores días, callado y simplemente participando cuando me hacían una pregunta directa. Aunque notaba que la gente me miraba mucho, obviamente por mi escapada. No recordaba haber escuchado en el tiempo que había estado ahí que algún estudiante se hubiese escapado antes. 

Al terminar las clases, fui el primero en irme de la clase, agarre mi mochila y andando lo más rápido que pude, me dirigí a la salida. No sabía bien por cuál de las razones era la que me pedia que abandonara ese sitio, si la necesidad de alejarme de este sitio, o el miedo de encontrarme alguno del Karasuno. 

Cuando ya estaba apunto de llegar a la salida, escuche que alguien me llamaba, se me heló la sangre al notar de quién era la voz. Respire hondo y me gire lentamente. 

Un chico rubio alto se acercaba a mi caminando lentamente. Unas gruesas gafas negras se colocaban sobre el puente de su nariz. Tenía una expresión seria, su mirada se clavaba en mí de forma acusadora. 

Cuando se posiciono en frente mía, un silencio incomodo nos rodeo, solo interrumpido por el bullicio de los demás estudiantes. 

— ¿Dónde están los demás? — le pregunte para interrumpir ese silenció. Mis manos agarraban fuertemente la asa de mi bolsa. Me esperaba algún comentario despectivo, o alguna acusación. Me estaba poniendo de los nervios.

— Hablando con el profesor, están viendo si... pueden convencerlo de que te deje seguir jugando... — dijo eso tan lentamente, detenidamente. Me miro a los ojos, me sentí extraño, creo que Tsukishima nunca me había mirado así. 

— Ya...

Otro silenció se extendió entre nosotros, aparte la mirada, conocía a Tsukishima, sabía que se daba cuenta de todo lo que pasaba a su alrededor, aunque pareciese ser indiferente a eso, sabía que observaba todo con mucho esmero.

Dio un suspiro largo y negó con la cabeza — ¿Estas bien... Kageyama?  — me sorprendió esa pregunta, me parecía tan extraño el hecho de que Tsukishima se preocupase por mí. Pero me di cuenta del peligro que era Tsukishima. Tan perspicaz, tan atento, pero me sorprendió el hecho de que se diera cuenta tan pronto de mi cambio físico, ¿el haberme escapado había hecho que se fijase aún más? 

— ¿Que? Claro... 

— ¿Por qué te escapaste? — no le conteste a la pregunta. No sabía como hacerlo, ¿qué debía decirle? No había respuesta alguna — ¿sabes los problemas que les has causado al equipo? — parecía enfadado, miraba al suelo. Nunca lo había visto tan preocupado por el equipo, mayormente se comportaba de forma indiferente en los temas del grupo. 

—Créeme, es mejor así — susurre, una sonrisa melancólica apareció en mis labios, en parte tenía razón. Era mejor que se fuese acostumbrando a otro colocador. 

Tsukishima frunció el ceño y en sus labios se formo una sonrisa socarrona — Que pasa, ¿el rey se aburrido de sus siervos? 

Volví a mirarlo, claro, no podía faltar el comentario burlón. En otro momento me habría enfadado con el, me molestaba cuando usaban el termino "rey" para referirse a mí, me hacía recordar ese anterior año, probablemente uno de los más duros de mi vida. Pero, estaba cansado, no tenía las energías suficientes para gritarle o pegarle. 

— Simplemente estoy haciendo que mis siervos se acostumbren a no tener la ayuda de su querido rey. 

— ¡Que considerado por tu parte! — veía su mandíbula ser apretada con fuerza, sus puños estaban peligrosamente apretados, ¿me golpearía? Si ese era el caso, me desmayaría ante el primer golpe, no dudaba que estaba demasiado débil para aguantarlo — ¿Enserio no ves lo tanto que nos has jodido...? — no me golpeo, pero sí que me agarro con fuerza del cuello de la camisa — ¿Tu mente arrogante y egoísta no ve el disgusto que le has causado a todos?

Tsukishima no me sujetaba con la suficiente fuerza como para levantarme del suelo, aunque podría hacerlo si quisiera, mi delgadez  le habría facilitado mucho las cosas. Nunca había visto que en sus ojos reluciera tal furia. Supongo que era en estos momento donde te dabas cuenta de que realmente le gustaba este deporte. 

— Contéstame a una cosa Tsukishima — las palabras salían de mi boca sin pensar en las futuras consecuencias — ¿cómo podréis entonces acostumbraros a la ida del rey? 

The Month  | Kageyama TobioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora