5

3.2K 105 4
                                    

Río cuando Sira trata de llegar hasta mí para pegarme pero la esquivo echándome hacia atrás. Corro un poco por la arena hasta llegar a la orilla donde me agacho un poco para coger tierra.  Veo como Sira corre en mi dirección, le aviento la bola de tierra que impacta en su hombro y sigo corriendo cuando la veo agacharse para coger una.  Siento el impacto de esta en mi cachete y me giro para volverle a echar tierra. Es cuando no podemos estar más llena de barro que nos sentamos en la orilla y nos limpiamos con la marea. Me tumbo boca abajo y veo a nuestro alrededor, no hay nadie en la pequeña cala, solo estamos nosotros y se respira demasiada paz algo que me relaja, tengo una tensión acumulada a causa de los últimos días y necesitaba un poco de tranquilidad. El lugar es precioso la arena es casi blanca y el agua completamente transparente, puedes ver los peces nadar a tu alrededor incluso. Sira y yo seguimos tumbadas en la orilla mientras que los chicos se encuentran unos metros más alejados de nosotras hablando en sus toallas. Sonrío al ver la imagen y me siento feliz de tenerlos a los tres aquí conmigo.

-¿En qué piensas?-Me pregunta colocando sus brazos detrás de su cabeza con sus ojos cerrados a causa del sol.- Estás muy callada y muy contenta últimamente, hace tiempo que no te veía así.-Una pequeña sonrisa aparece en su cara contagiándome.

-No sé.-Me encojo de hombros jugueteando con la arena.- Soy feliz, hace tiempo que no estaba tan a gusto con personas. Desde la muerte de mi padre me ha costado ser feliz por más de un día y ahora, no lo sé es diferente.-Le doy una corta sonrisa.

-Estás ilusionada, te lo veo y no solo yo los demás también.-Su cara se gira en mi dirección e intenta abrir los ojos para mirarme.-Además ya no estás tan enfadada como antes, odio tu mal humor.-Ruedo los ojos y riendo le doy un empujoncito.-Pero Ferran también me lo dijo.-La miro asombrada.-Me dijo que cuando llegaste a la concentración apenas hablabas con nadie y estabas siempre con el ceño fruncido. Pero que hubo un momento en el que toda tu cambiaste y suponemos que fue con él.-Su sonrisa se ensancha y ambas miramos a nuestros chicos.

-Yo también lo creo.-Me rasco un poco la cara nerviosa.-Es un cabrón porque me ha cambiado y me ha hecho volver a ser yo. No me dejó ni un momento cuando pasó lo de mi abuela y siempre le deberé todo por ello. Pero sí, me hace feliz, me ha devuelto la ilusión y no quiero que esto acabe.

-Lo necesitabas Lara, tu y todos necesitábamos verte bien.-Se coloca igual que yo y juntando nuestras cabezas en un gesto cariñoso me dice.-Para ti Pedri fue una salvación, igual que Ferran para mí y por eso lo amo con todo mi ser.- Pasa su brazo por mis hombros y me besa la cabeza en un gesto de cariño. Sira siempre ha sido como una hermana mayor para mí y nada lo va a cambiar.-Sabes que eres muy importante para mi y para mi familia y verte así nos alegra a todos.

-Los echo de menos, ¿sabes?-Me mira triste comprendiéndome.- A todos: a tu hermana, a mi padre y a mi abuela. No hay un solo día en el que no me acuerde de ellos y las ganas de irme con ellos están ahí pero luego recuerdo a las maravillosas personas que tengo conmigo. Y se me pasa porque sé que eso no es lo que ellos querrían.

-También me acuerdo mucho de ellos Lara.-Acaricia mi pelo mientras habla.-Sé que has pasado por mucho y estoy muy orgullosa de todo lo que haces día a día y por ser tan fuerte. Y si algún día te pasa algo yo no se que haría, porque me has acompañado en todo y eres una hermana para mí. Te amo Larita.-Ruedo los ojos y sonrío.

-No me llames así.-Ella se ríe.

Ambas sonreímos y me abalanzo sobre ella para abrazarla. Acabamos rodando por la orilla, riéndonos y llenándonos de arena completamente. Así que tras darnos un bañito nos acercamos a nuestros chicos que siguen tumbados y me atrevo a decir que hasta dormidos. Lo confirmo cuando escuchamos los ronquidos de Ferran y nos miramos para soltar unas carcajadas que hacen despertar a mi canario, que nos mira aturdido sin saber que pasa. Escurro mi pelo en su espalda haciendo que pegue un brinco al sentir como cae el agua fría sobre él.

Limerencia. - Pedri GonzálezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora