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PEDRI

Estrello el maldito móvil contra el suelo en un ataque de ira. Este se revienta y paso de él echándome en mi cama. Tallo mis ojos aguantando el llanto y la impotencia que siento. Escucho unos pasos fuera de mi habitación y me recompongo. Lo último que necesito es que alguien sepa sobre esto. La puerta es abierta por mi hermano que me mira extrañado. Me sorprende verlo porque él estaba en la cocina. Aún así mi asombro desaparece y mi ceño se frunce dos segundos después.

-¿Qué has hecho?-Entra un poco en mi habitación.

-Vete.-Le digo de malas formas.

Nunca, en mi vida, le he hablado mal a mi hermano. No se pasaba por la cabeza hablarle así ya que siempre le he tenido un gran respeto. Por lo que noto como mi hermano se sorprende. Su cara se descompone y al momento veo como una vena del cuello se le hincha.

-¿Desde cuándo me hablas así?-Me dice enfadado. Ahora es él el que pega un portazo.

-Te he dicho que te vayas.-Sin echarme cuenta entra en la habitación y pasa una mirada por encima.

Seguro que se pregunta que ha sido el golpe porque sino no estaría aquí. Se agacha a recoger el móvil, o lo que queda de él, al lado de mi escritorio. Tiene la pantalla reventada y se ha abierto. Me mira asombrado y por como está no creo que piense que se me ha caído. Me levanto y me acerco a él para empujarlo fuera de mi habitación. No tengo ganas de hablar con nadie y su presencia no lo cambia.

-Dime porqué mierda has hecho esto.-Dice enseñándome el móvil roto y tirándomelo.

Mi hermano puede tener muy mal genio cuando se enfada. Sin embargo trata de contenerse cuando el móvil cae en el suelo. Mis manos no lo agarran, no se qué me pasa pero no he podido reaccionar. Su tono de voz ha aumentado.

-No te importa.-Lo empujo flojo pero él se clava en el suelo.-Vete de mi habitación Fer, te lo estoy pidiendo por las buenas.-Suelta una risa sarcástica.

-No me digas.-Se gira para mirarme cara a cara.-¿Qué mierda ha pasado?-Y agarrándome de la camiseta me acerca a su cuerpo.

El agarre es fuerte y mi respiración se corta cuando nuestros cuerpos se chocan torpemente. Ahora, aquí cerca de mi hermano, la presión que sentía en el pecho, cuando la dejé, vuelve. Llevo días y días aguantando toda la mierda solo. Tengo los hombros cargados y el cuello me duele como el demonio. Mis ojos se aguan y al verme hacer un puchero me suelta sin saber porqué lloro. Supongo que su sorpresa es normal viendo como las lágrimas comienzan a correr por mo cara. No es hasta que derramo la primera lágrima que me abraza. Tan de repente que hasta yo me sorprendo. Me vuelvo un mar de lágrimas y me dejo abrazar por mi hermano que es el único soporte que tengo ahora mismo. Siempre ha sido como un referente para mí, la figura de hermano mayor que tenía y como me cuidaba. Todo él me hacía querer ser igual y siempre trataba de copiarla. Yo quería ser como él.

-Ey Pedri.-Acaricia mi espalda varias veces.

Su tono ha cambiado y ahora puedo notar un poco de angustia al verme así. No respondo a su llamado tengo un nudo en la garganta que me lo impide. Se me han quitado las ganas de hablar y de hacer cualquier cosa. Maldita sea.

-¿Qué te ha pasado?-Separa mi cabeza de su pecho y me mira a los ojos.

Su toque me relaja y todo es gracias a que es él. Mi hermano y yo somos uno, siempre estamos juntos. Me conoce más que yo mismo. Por eso siempre que estoy con el me siento tranquilo. Le confiaría hasta mi vida porque se que haría lo que fuera por mí. Además que es una de las tres personas con las que me abro, entre ellas mi madre y Lara. Su nombre quema y el arrepentimiento vuelve. No paro de pensar en ella y duele como la mierda.

Limerencia. - Pedri GonzálezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora