XXXIII

593 52 0
                                    

Eilidh Stark se había pasado los últimos días en la biblioteca del Castillo Negro, había libros sobre todo lo que uno pudiese pensar. Pero los que más llamaron su atención fueron los que narraban las antiguas historias sobre la casa Targaryen. 

La Danza de Dragones, una guerra entre hermanos por el trono de hierro, el mismo por el que muchos luchaban ahora. Aegon II había matado a su propia hermana por un trono que le correspondía a ella, era la hija mayor, y además a quién su padre nombró heredera. 

- Interesante historia la de los Targaryen.- una voz a sus espaldas la asustó.- Una pena que todo acabase como acabó. 

- ¿Queda alguno vivo, maestre Aemon?

- Se habla de una joven en otro continente.- respondió el anciano.- También de dragones. 

- Me encantaría ver un dragón.- murmuró la chica.- Pero eso es imposible, se dice que se extinguieron hace tiempo. 

- Se dicen muchas cosas, niña.- caminó hasta ella.- Busque sobre el cambio de color de vuestro ojo, tengo entendido que vuestro cabello originalmente tampoco era de ese color. 

- Siempre tuve un mechón rubio, pero después de lo sucedido en la Boda Roja... simplemente cambió.- la muchacha rebuscó en la parte trasera de su cabello.- Aún conservó parte de mi antiguo color.

- Interesante.- murmuró el viejo.- Cabello rubio platinado y un ojo lila. Un aspecto muy característico, ¿no es así?

Eilidh siguió la mirada del maestre, estaba clavada en el libro que estaba leyendo. Exactamente sobre el retrato de Rhaenyra Targaryen. 

- Es imposible.- la chica negó.- Mi padre era Eddard Stark, la única mujer Targaryen de la época era la reina, mi padre luchó contra su marido mientras ella estaba en Roca Dragón, en ningún momento pudieron encontrarse. 

- Lo sé.- murmuró el hombre.- No estaba insinuando nada, solo era una apuntación que estaba haciendo. Si me disculpáis, lady Stark, tengo asuntos de los que ocuparme. 

Las palabras del maestre Aemon le dejaron pensando, es cierto que no conocía a su madre, pero era prácticamente imposible que fuese Rhaella, su padre y ella no habían coexistido en el mismo espacio en ningún momento. No había ninguna posibilidad de que su madre hubiese podido ser una Targaryen, como mucho hubiese sido una bastarda del rey.

- Maestre Aemon.- le llamó antes de que pudiese atravesar la puerta.- ¿Quién sois?

- Mi padre era Maekar, el primero de su nombre, mi hermano Aegon reinó tras él, cuando yo renuncié al trono. Y fue seguido por su hijo, Aerys, a quien llamaban el rey loco. 

- Sois un Targaryen...- murmuró la muchacha observándole. 

- El último en pie en Poniente, o al menos eso es lo que creía hasta ahora.- susurró lo último.- Cuando mi hermano, su heredero y sus nietos fueron asesinados, tuve que mantenerme aquí, cuando vuestro Robert con la ayuda de vuestro padre, se levantó contra él, tuve que mantenerme aquí. Ese es el precio de la Guardia de la Noche, vuestro hermano, el ahora Lord Comandante tiene el mismo deber que yo. 

- Mi hermano ha cumplido sus votos a la perfección.- le defendió.- Estoy segura de que cuando supo de la muerte de nuestro padre quiso marchar junto a Robb y junto a mí. Pero como usted dice, se mantuvo aquí.

- No le echo nada en cara, niña.- el anciano sonrió.- Todo hombre quiere estar junto a su familia en los momentos difíciles, pero por propias decisiones, no todos podemos. 

- Se habla de una Targaryen, en otro continente.- dijo la rubia.- Algunos piensan que quiere volver por su derecho al trono de hierro. 

- Un dragón solo no es lo mismo que un lobo solo.- murmuró el anciano.- Me preguntó si tiene tanto derecho al trono como ella piensa.

Eilidh salió tras el maestre, caminó por el castillo tratando de ignorar las miradas que muchos hombres ponían sobre ella, no eran una gran preocupación porque sabía que no se atreverían si quiera a acercarse, su hermano era su Lord Comandante y además ahora era lady Stark, aunque eso no parecía importarles demasiado. 

Llegó al patio interior, en una espaciosa jaula estaba Brandr junto a Fantasma, los dos lobos habían estado felices de reencontrarse. Odiaba ver a su huargo encerrado, pero entendía porque Jon lo prefería así, dejarlos campar a sus anchas por el castillo podría suponer problemas con algún guardia.  

Después de su encontronazo con Ramsay, Eilidht se había quedado sin carro, ya uque Sam y Elí se habían llevado los caballos, así que le era imposible llevarse todo lo que tenía en baúles. Cogió algo de ropa y objetos especiales para ella, entre los que estaba el brazalete que Theon le regaló, el broche de Robb y un collar bastante feo que Rickon le había hecho con piedras.

- Brandr, sabes de quien es esto, ¿no es así?- preguntó mostrándole el collar.- Necesito que le busques. 

El lobo movió la cabeza restregándola contra la mano de la chica. 

- No te pongas en peligro y no tardes en volver.- tomó la gran cabeza del lobo entre sus manos y dejo caer la suya sobre esta.- Se que esta vivo, estoy segura de ello, mi pequeño no puede haber muerto. 

Abrió la puerta de la jaula permitiendo salir solo al lobo de pelaje negro. El huargo corrió a toda velocidad abriéndose paso entre la gente. 

Eilidh observó como desaparecía en la nieve antes de volver su mirada hacia Fantasma, cerro la jaula con llave. Antes parecía que Brandr era su viva imagen, ahora se veía más similitud con Fantasma y Jon era más parecido a Brandr. 

- Preciosas bestias, lady Stark.- alagó la princesa Shireen Baratheon.- Me encantaría poseer una, como usted lo hace. 

- No es una posesión.- le corrigió la rubia.- Son unos amigos, los más fieles que jamás podrás encontrar, mucho más que las personas. 

Volvió a abrir la jaula para dejar salir a Fantasma. 

- Hace años que no veo a Fantasma, desde que mi hermano se unió a la Guardia de la Noche.- tomó la mano de Shireen entre la suya y la colocó sobre el pelaje blanco del animal.- Aún así me recuerda y me guarda la misma lealtad que en ese entonces. 

- ¿Os iréis con nosotros?- preguntó la niña. 

- Eso aún no lo sé, tengo que pensarlo.- se colocó a espaldas de la niña .- ¿Me permitís, princesa?

La niña asintió, y Eilidh la tomó por las axilas, la elevó hasta que estuvo montada sobre el precioso lobo blanco. En el lomo de este, se tambaleo teniendo que abrazarse a su torno para no caer. 

- Los lobos son feroces cuando y con quien quieren.- ayudo a la princesa a enderezarse.- Si les tratas bien les será muy difícil traicionarte. Podría clavar un puñal en Brandr más de cien veces y se negaría a atacarme, pero si alguien se acerca mínimamente a mi, se pone en guardia, no dudaría en matar por mi. 

- Son maravillosos.- dijo la niña con un pequeño brillo en los ojos. 

- Se habla mucho de los dragones, pero no hay nada como ellos.- Eilidh le acarició el hocico a Fantasma.- Me hubiese encantado mostraros mi hogar a lomos de esta preciosidad, pero la situación no nos lo permite. 

- Cuando sea señora de Invernalia podrá hacerlo.- Shireen le sonrió.- Comienzo a ver la belleza del norte. 

Nieve en verano (GoT)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora