Amarillo

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Jimin esperaba que a Yoongi le gustara el dibujo que pintó en su espalda. Ojalá pudiera guardarlo como si se tratara de un cuadro pero Yoongi simplemente no podía permanecer para siempre con la pintura sobre su piel, su obra de arte sería un hermoso recuerdo. Había una sola manera de que eso sucediera, un tatuaje.


Jimin rio bajito al imaginarse aquello, ¿Tatuar su piel? ¿Yoongi con un tatuaje? El rubio lo había pensado un par de veces, le llamaba la atención pero no estaba seguro. Nunca pensó en tatuarse algo en especifico así que no había planes para hacerlo.


Olvidando eso, tomó las dos tazas humeantes con cuidado, había preparado té de canela, esperaba que Yoongi hubiera despertado para que pudiera disfrutar de la bebida.


Cuando entró a la habitación se sorprendió un poco al ver al mayor frente al espejo, se veía demasiado perfecto desde ahí, la luz dándole brillo, los colores resaltando en su piel, y su rostro un poco confundido pero sorprendido.


—¿Te gusta?—Yoongi rápidamente lo enfocó, él caminó hasta la mesita de noche para poder dejar las tazas y después se acercó un poco al castaño.


—Jimin...— El mencionado sonrió levemente, sintió sus mejillas sonrojarse, tal vez fue debido a que Yoongi lo miraba con intensidad, como si estuviera agradecido, de verdad lo estaba.


—Yoongi, ¿Te gusta?— El susurró por parte del rubio lo confundió, fue casi inexistente el tono de inseguridad pero pudo notarlo.


—Me encanta, no tienes idea de lo mucho que me gusta.— El castaño se acercó hasta él y le sonrió de manera cálida, con amor.


Jimin lo abrazó, sus brazos rodeando el delgado cuerpo, su rostro en su pecho pálido, se sentía tan bien, sentía que ese era su lugar, se sentía seguro, amado, como si Yoongi fuera su fuente de energía.


—Gracias...—El susurró de Jimin golpeó su piel desnuda y un escalofrío recorrió su cuerpo.


El castaño se separó un poco, quería ver el rostro de Jimin, ver esos ojos que se habían cristalizado. Había tantas cosas en ellos, eran dos mundos de color café que brillaban con luz propia.


Jimin pudo ver la intensidad con la que lo miraba, era como si el castaño quisiera descubrir cada uno de sus secretos, como si quisiera entrar a su alma y apoderarse de ella para habitar ahí. Sonrió, con una sonrisa llena de vida, con colores amarillos, repleta de preciosos tonos que brillaban con intensidad, como una noche estrellada en un cielo despejado; Yoongi tomó cada una de las estrellas entre sus manos para guardar su resplandor en su corazón.


Lo besó, él era malo con las palabras y quería expresarle tantas cosas y esa era su manera de hacerlo. Quería agradecerle por haberse fijado en alguien que era azul, alguien que nunca había conocido los colores, en alguien que vivía en un mundo incoloro.


Lo que comenzó con un tierno beso comenzó a crecer, labios ávidos y curiosos, besos que incrementaban de tonalidad pasando de un amarillo a un naranja. Un par de manos descendiendo por la espalda del menor hasta llegar al borde de su camiseta para después desaparecer.


Jimin intentó cubrirse, sintió vergüenza, su cuerpo no era el más bonito o eso era lo que él pensaba, había una espina llamada seguridad que vivía encajada en él pero para Yoongi no había obra de arte más preciosa que Park Jimin.


—No te escondas.— Susurró el castaño sobre la piel de su hombro, Jimin sintió un colapso de mariposas en su estomago.— Eres precioso Jimin...


"Eres precioso Jimin..." Su mente grabó esa frase en lo más profundo de su ser, repitiéndose una y otra vez. Yoongi lo miraba con ojos preciosos, como si de verdad estuviera viendo una obra de arte y él se sintió afortunado.


La vergüenza poco a poco se esfumó. El cuerpo de Jimin ahora reposaba en su cama y Yoongi estaba sobre él, mirándolo desde arriba con una sonrisa nerviosa.


Alzó su cabeza y volvió a besarlo, quería seguir, continuar lo que estaba por suceder.


Pronto ambos estaban desnudos, el color más puro y precioso destellando.


Amor. Amor es un color, amor era besar cada parte, amor era acariciar piel pálida, amor era ver como esos dulces ojos lo miraban con algo más, con pasión.


—¿Estás seguro?— Yoongi quería que Jimin estuviera cómodo, no lo quería forzar y no quería acelerar ni arruinar nada.


El rubio asintió en silencio con una sonrisa tierna tintada de nervios. Besos que comenzaron en sus labios y que bajaron por su mandíbula, pasaron por su cuello y abdomen. Sus manos pronto comenzaron a sentir la piel tibia de Yoongi y sintió la pintura que aún estaba fresca entre sus dedos.


Amor y amarillo.


Mordió sus labios cuando los gemidos se hicieron presentes, Yoongi respiraba con más profundidad, su boca húmeda y cálida besándolo con intensidad. Pronto todo sucedió.


Amor y colores, amor y Yoongi, amor y Jimin.


Colores, Jimin y Yoongi por fin eran uno y los colores que tocaron con sus manos eran inexplicables. Preciosos, cegadores, ensordecedores, llenos de pasión y armonía.


Jimin se entregó en cuerpo y alma a la persona que tanto amaba, a Min Yoongi, el chico de tonos azules, su puesta de sol, su color favorito.


Yoongi amó por primera vez a alguien, sin límites y parecía imposible. Amaba a Jimin, el chico de acento precioso y sonrisas dulces, el chico de tonos pasteles y a su vez de tonos vibrantes, su preciosa obra de arte, el pintor de su vida.


—Te amo.— Jimin sonrió cansado, abrazando el tibio cuerpo de Yoongi.— Jiminie...— Yoongi suspiró cuando el chico le besó el pecho, justo en donde su corazón latía rápido.


—¿Me dejarás volver a pintarte?— Yoongi sonrió tan genuinamente porque esa respuesta por parte del menor era un te amo.


—Siempre.


—¿Con colores?


Con cada uno de los colores que desees.




pd:  este capítulo es mi favorito de toda la historia ;u; 

espero y les haya gustado ♡

gracias por leer 

—Viri;

Colors ✧ YoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora