Oscuridad

79 20 5
                                    

Yoongi se encontraba abrazando fuertemente a Jimin, sus manos acariciaban su pelo rubio con el silencio siendo parte de ambos. Le partía el alma verlo así, era una sensación amarga que lo traspasaba y lo hacía sentir impotente y perdido.


Todo pasó tan rápido que daría lo que fuera para volver el tiempo atrás y evitarlo, tal vez borraría los momentos y volvería a el momento donde ellos se encontraban en la playa. Se siente culpable, si él no hubiera tenido esa idea nada de eso hubiera pasado, si él hubiera evitado todo... pero el hubiera no existe y el daño ya estaba hecho.


Todo se volvió negro en minutos y la puesta de sol se convirtió en una tormenta.


Recordó la manera en la que Jimin sonreía a su lado, ambos se encontraban cenando junto a la abuela en el comedor. La mujer había preparado la comida favorita de Jimin y Yoongi adoró ver el rostro genuinamente feliz de su puesta de sol. Jimin olvidó por minutos, tal vez horas, donde se encontraba, olvidó sus problemas y su pasado y solo disfrutó de las cosas y las personas que le hacían feliz.


Pero el sol se oculta y da paso a la penumbra y no siempre hay luz de luna que alumbre ni estrellas que brillen.


Pasó tan rápido, como un relámpago y no pudo detenerlo... Algunas veces la oscuridad es mas fuerte que nosotros y nos causa un miedo incontrolable.


Alguien llamó a la puerta, Jimin no puso atención y él tampoco, ambos se quedaron en el comedor charlando mientras la abuela Park atendía.


El menor lo miró a los ojos, su sonrisa genuina, dulce como la miel y suave como las nubes, la notó justo antes de que la tormenta azotara, justo antes de que el desastre se llevara todo a su paso. Alguien había entrado rápidamente por la puerta, la abuela Park trató de detener la intromisión y entonces Jimin palideció.


Sus preciados colores destiñéndose con rapidez, sus actos desesperados y el pánico invadió su cuerpo. Yoongi se alarmó, no estaba preparado, nadie lo estaba.


Una mirada en ambos, fría, amarga y sin rastro de amor.


Yoongi no bajó la mirada, se mantuvo fuerte porque debía demostrarle que ahora Jimin no estaba solo, que él estaba ahí a su lado, sabía quién era esa mujer que miraba a su pequeña obra de arte de manera despectiva. No iba a dejar que nadie pusiera sus manos en su lienzo, nadie lo denigraría de nuevo, sin importar de quién se tratara.


—Mamá...—La voz de Jimin se escuchó asustada, rota y sorprendida.


—¡¿Cómo te atreves a venir aquí?!—Jimin bajó la mirada abatido, totalmente perdido.—¡¿No lo entiendes?!


—¡Basta!—La abuela Park gritó y Jimin comenzó a sollozar.


Pero la furia fue mayor. Yoongi no pudo detenerla, deseó con todo su corazón hacerlo pero no pudo. La señora se acercó con rapidez, alzó su mano derecha la cual iba a ser plantada en el rostro de Jimin pero Yoongi no lo permitió.


Se interpuso, su cuerpo en medio de ambos, su cara en alto y el golpe cayó en su mejilla. Se sintió fuerte y doloroso pero sirvió de defensa, aunque por dentro Jimin se estuviera derrumbando.


Él no merecía aquello, el rubio lo único que quería era que sus penas fueran liberadas, expresar sus colores como un bello tornasol, brillante, deslumbrante y cegador pero hasta la obra de arte más preciosa sufría de daños y Jimin no era la excepción, sin embargo, Yoongi ahora estaba justo a su lado para apoyarlo, para cuidarlo.


Jimin no esperó demasiado, sus manos tomaron la suya y sus lágrimas caían por sus suaves mejillas y eso le dolió mucho más al mayor. Sin importarle quién estuviera presente el castaño lo envolvió entre sus brazos.


—Será mejor que te vayas Haesook.— La abuela de Jimin habló fuerte y claro, sin rastro de compasión.— Basta.


Yoongi observó a la mujer, era bella, sus rasgos eran parecidos a los de Jimin pero sus ojos eran fríos con un tinte de desprecio. Tal vez si no fuera tan cruel, si no estuviera tan cegada aquella mujer podía ser un precioso cuadro pintado en tonos rosas y duraznos, con miles de flores de cerezos protegiendo bajo su sombra a Jimin, entre sus brazos. Pero era un simple tono oscuro, uno que saturaba a Jimin y lo apagaba por completo.


—¿Qué dices? Los que se tienen que ir son... estas personas.— Las manos de Jimin se apretaron en el pecho de Yoongi, cada palabra era una daga que abría más y más heridas y el castaño no lo iba a permitir.


—Te quiero fuera de mi casa Haesook, eres mi hija y esta es mi casa, no tienes el derecho de venir y correr a nadie, te recuerdo que Jimin es tu hijo, mi nieto y no voy a permitir que tú ni nadie lo insulte, mucho menos que le pongas una mano encima... ¿Esto es lo que te enseñé?—La señora rio arisca, como si esas palabras la ofendieran.— Hae, Jimin sigue y seguirá siendo mi nieto, lo será pase lo que pase, lo amo y estoy muy decepcionada de ti, totalmente decepcionada porque eres una persona irreconocible, mi hija, mi verdadera hija no le daría la espalda a su propio hijo solo por amar a una persona... —Jimin sollozó y Yoongi sintió que el aire le faltaba, su pecho se contrajo.—Así que te doy la oportunidad de pensar las cosas, si sales por esa puerta perderás la oportunidad de ser feliz junto a tu hijo... pero si te quedas y escuchas te darás cuenta de lo hermoso que es.


Yoongi sintió sus sentimientos acumularse en su pecho, aquellas palabras por parte de la abuela de Jimin eran reales. Jimin era hermoso, por dentro y por fuera, una persona que te cambiaba totalmente con sus colores y brillo, alguien a quien amabas desde el inicio, sin condiciones, sin peros, solo amor. Y no imaginaba el dolor que Jimin debía sentir justo en ese momento en el que la mujer se daba la vuelta indignada salía por la puerta.


Hasta las flores más bellas se marchitan y el corazón de la madre de Jimin se había marchitado hace mucho tiempo.


—¿Jimin? ¿Estás bien cielo?— El rubio seguía con el rostro oculto en su pecho, sus sollozos se convirtieron en un llanto y Yoongi tan solo pudo asentir en comprensión, agradeciéndole a la abuela de Jimin por lo que hizo, ella lo miró con cariño, sus manos arrugadas se posaron en su mejilla afectada.—Santo Dios Yoongi, lo siento mi niño...— Yoongi sonrió levemente, no hicieron falta palabras porque serían inválidas.


Sin decir más el castaño subió las escaleras junto a Jimin quien no se separó de él y lo entendió, tal vez se sentía demasiado débil y expuesto, roto y triste.


Lo recostó en la cama y lo abrazó por la espalda, sintió las lágrimas tibias sobre su camiseta y sintió sus propias lágrimas caer por sus mejillas. Le dolía como nunca, amaba mucho a Jimin, con todo su corazón y si Jimin sufría él también.


No supo cuánto tiempo pasó, tan solo escuchó como la respiración de Jimin se calmaba poco a poco, vio el brillo de las estrellas fluorescentes del techo, escuchó el sonido de las olas romper y supo que a partir de ese momento dedicaría cada día de su vida en hacer feliz a Park Jimin.


Haría hasta lo imposible por el hermoso chico que cambiaba de color con el reflejo de la luz, luz que Yoongi iba a otorgarle hasta que él se lo permitiera. 

Colors ✧ YoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora