INCERTIDUMBRE

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Los dos jóvenes se estaban mirando, sus miradas fijas la una en la otra. Cada vez inesperadamente, sus rostros se iban acercando más y más, sin darse cuenta, sus bocas estaban a escasos centímetros la una de la otra. Pero entonces Liy se dio cuenta de lo que estaba pasando, y a su pesar, apartó la mirada de azel, y fue separando su rostro cada vez más de él. Cuando estuvieron lo suficientemente separados como para no tener la intención de besarse, los dos echaron en falta su contacto, su respiración, el cálido aliento del otro en sus mejillas recorriendo un camino ya echo hacia su boca...

-Lo siento... yo... no debería haber hecho eso.- respondió Azel breves segundos después de que su contacto cesara.

-También ha sido culpa mía.- dijo Lily con intención de aminorar el sentimiento de culpa de Azel.

-¿De qué hablabas con Alea? Los dos parecíais preocupados.

Azel soltó un suspiro, y se pasó la mano por el pelo rehuyendo la pregunta de Lily, como si no fuera muy inteligente responderla en ese preciso instante.

-¿De verdad quieres saberlo?

-Si no quisiera saberlo no te lo habría preguntado, pero a juzgar de tu tono de voz intuyo que no es muy agradable lo que tienes que tienes que decirme, pero me gustaría que me dijeras si es malo para mí, creo que es lo justo.

- No es malo para ni para ti ni para nadie, pero supondrá algunos cambios, no te preocupes por eso.

-Vale, pues ahora quiero que me lo cuentes todo. Por qué estoy aquí, cómo he llegado aquí, quién eres tú, qué es este lugar etc...

-Verás esto no es muy agradable, así que creo que lo mejor es que demos un paseo y te responda tus preguntas poco a poco.

-¿Tan malo es?

En ese preciso instante, Azel le tendió una mano a Lily diciéndole sin palbras que lo mejor era que se preparara para lo que le iba a decir. Sin embargo, a Lily no le preocupaba eso, porque a pesar de no saber donde estaba, respiraba un aire de paz que la envolvía sútilmente arráncandole todas las dudas que tuviera de si ese lugar no fuera bueno. Por primera vez en su vida, sentía que estaba en paz, que ahora era mejor, con una fuerza renovada, que hacía que toda la incertidumbre que tuviera, mermara hasta el punto de poder estar tranquila, sin que nada le preocupara, cosa que a la vez le preocupaba, porque no debería sentirse de esa forma.

Los guerreros de la muerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora