Parte 3

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Eran las siete y treinta de la noche, Lesly estaba en su cuerpo como una depresiva.

Estaba en su cómoda cama, arrecostada viendo su tejado, su IPhone lo tenía a un costado, lo agarra y entra a su WhatsApp, se admiró que Noah y Elena habían creado un grupo.

—¡Apenas empezaba el día en la universidad y ya están creando grupos! —piensa en mente fastidiada.

—Estos idiotas —dice Lesly junto a un giro de ojos—. ¿Qué hago aquí hee? —Lesly entra al chat.

—¡Aleluya, Lesly entro! —. Le responde Noah.

—Ya cállate imbécil —Lesly le responde.

—¡¡Ya calma niña!!—. Se entromete Elena—. ¿Qué te ha dicho tú mamá? —Elena pregunta.

—Nada, solo ha dicho que soy su hija preferida y una oveja blanca—. Bromea Lesly.

—Como digas, solo sé que eres lo contrario.

Lesly responde con unos emoticones con ojos girando, dando a entender que no es así.

Hablaron por textos hasta que ha llegado las ocho en punto. Tiró el su IPhone por el asombro al ver la pérdida de tiempo.

—¡¡QUÉÉÉÉÉ!! LAS OCHOOOOOO —Lesly grita por el asombro.

Tenía que hacer unas cuantas tareas, no eran demasiadas, pero si, para meterse en problemas con su maestra.

Tomó la iniciativa de quedarse ahí donde estaba; acostada, escuchando su canción favorita: Die for you The weeknd

Así fue quedándose dormida. Su mamá entro para ver qué era lo que hacía; vio que descansaba, así que decidió acercarse para darle un beso en su frente y arroparla con su sabana.

i'm findin' ways to articulate the feeling I'm... suena la alarma de su celular que la saca de sus profundo sueño.

—¡Mierda! Dice media dormida; dando con las narices, se paró. Bajó hacia la cocina para comer su desayuno, ya que decía que la comida era una parte fundamental, para el estudio; que le daba una fuerte concentración. No le gustaban las comidas chatarra. La rutina del desayuno era comer huevos fritos, con un poco de crema, y su vaso de leche.

Salió de su casa de camino a la universidad. Como siempre salió a esperar el trasporte público. Sus padres la castigaron para la primer semana de estudio, mandándola en el trasporte público. porque su primer día se tardó con quien sabe que. No les dijo que se vino con sus amigos.

Lesly muy astuta salió como si se iría a esperar el trasporte.

Pero no, estando ya en donde se suponía que esperaría el trasporte, esperó a sus amigos. Estuvo sentada ahí alrededor de unos cinco minutos. Por un rato pensó que la habían dejado.

—¡Uf!, por un rato pensé que se habían ido —se relajó.

—Súbete ¿O qué? ¿Te iras como una pobre en el trasporte público? —Noah bromea—. Eres un completo idiota, ¿ok? —¿Te callas o te dejo? —. Bromea otra vez.

Noah es un chico muy bromista, a Lesly no le hacía nada de raro que dijera cosas que no debía, también era un poco juguetón, pero cuando se decía de estar respetuoso lo era. Noah sufría mucho, ya que parecía de ansiedad, eso a él lo mataba por dentro, nunca vivía bien. Él era de una de familia religiosa: católica, gracias a su gran fe, el sanaba cada vez más. Noah daría todo por estar en el servicio de Dios; y seria de dejar algo como una fiesta por ir a una iglesia.

Lesly se subió al carro de Noah.

—Hola, mi niña—. Lesly saluda a Elena que iba en los asientos traseros, dando se las dos, dos besos en cada meguilla, como amigas.

Con Elena no era lo mismo que con Noah, seguro que amaba lo mismo a los dos, pero se ve que se entiende más con Noah.

Recorriendo los 45 minutos, llegaron a la universidad, entrando todos a buscar sus aulas.

Toda la semana estarían en la misma aula, es decir que Noah estaría una planta abajo que Lesly y Elena.

Estarían ahí para conocerse más como compañeros. Tanto los alumnos a los maestros y maestras, encargados de cada uno.

Noah se sentía siempre con nervios.

—Hola lindo—. Noah escucha una voz masculina por detrás de él.

No pone mucha atención a la vos, en su cabeza rodeaban pensamientos fuera de lo común. Escucha la voz por segunda vez.

—Hola, niño—. Noah vuelve a ignorar la voz. Pero la voz insiste una vez más.

—Hola, ¡Si, a ti! Al chico de delante de mí—. Noah por fin decide ver de quien prevenía la voz. Va girando cuidadosamente su cuello para ver de quien se trataba, la cara con la que volteo a ver era la de un inocente en un robo, el chico el que le hablaba hizo lo posible para no estallar en carcajadas. Noah ve al chico de atrás, era de cabello café un poco claro, su piel blanca, sus cejas eran grandes y espesas, dando una combinación con sus ojos grandes y café, al color de su cabello, su nariz grande daba con su boca media y sus labio poco gruesos, se miraba que traía un bigote, pero se rasuraba, ya que apenas se le alcanzaba a ver. Y en dos de sus dedos de la mano derecha traía dos anillos plateados.

—Si. Hola, —le responde tímido—. ¿Por qué sospecho que quieres reírte?. El muchacho niega con la cabeza. Pero pronto gira estira su brazo hacia Noah para presentarse.

—Soy Jeimmy, pero todos me dicen "Jeim".

—Mucho gusto, Jeim. Yo soy Noah. A mi nadie me dice de otra manera.

—¡Okey!, no te preocupes. 

Mi gran amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora