Capítulo 29

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George

Seis meses antes…

—Bueno George, vamos a ver la analitica —me dice el doctor que tiene mala cara, parece que lleva dos días sin dormir echando guardias una detrás de otra.

—¿Todo bien doctor? —le pregunto al doctor que le ha cambiado completamente el rictus de la cara.

—Dime George, ¿se ha mareado o ha tenido algún tipo de náusea estas últimas semanas? —me pregunta el médico, una pregunta un tanto extraña para una simple analitica.

—Pues no la verdad, nada de nada.

—Ya, pues me parece un poco extraño, George lo que te voy a decir no es fácil, pero tengo que decirte que padece la enfermedad de Winston.

—¿Como? —le pregunto, las manos comienzan a temblarme y me viene a la cabeza todos y cada uno de mis familiares.

—¿Pero tendrá cura no? —le pregunto con la esperanza de una buena respuesta.

No conozco para nada este tipo de enfermedad, tampoco la he oído hablar a través del móvil ni la televisión, me tiemblan las manos, se me viene el mundo encima, no puede ser verdad todo esto. Mi familia, mi mujer, mis dos hijos, ¿cómo voy a ser capaz de mirarlos a la cara y decirles todo esto?

—Lo siento mucho pero no tiene cura, su esperanza de vida es de seis a doce meses, como mucho puedes aguantar dos años —me aclara el doctor sin ningún tipo de tapujo.

—Pero… —no doy crédito, no me salen las palabras a través de mi boca—. No puede ser verdad, tiene que tratarse de algún tipo de error.

—Me temo que no es ningún tipo de broma —su mirada es firme y no parece mentir.

Miro para mi lado, hay un espejo y mi rostro descansa sobre él, estoy pálido y no porque no me haya dado el sol que también, sino porque no consigo encajar la noticia de ninguna de las maneras.

—¿Has tenido algún antecedente familiar de alguien con algún tipo de cáncer? —me pregunto aunque no estoy para responder razonablemente.

—Que yo sepa no… —le digo enmarcando una cara de pensamiento.

—Es importante saberlo para saber si es genético o no, de todas formas vamos hacerte unas pruebas ahora —me dice el médico.

Me levanto de la silla y me acompaña hasta la sala de al lado para hacerme la prueba, no hay nada preparado, lo cierto es que la sala está medio vacía pero tiene cuatro máquinas. Una de ellas es una especie de tubo, otra está llena de cables y las otras dos llena de botones y luces.

—Siéntate aquí —dice señalandome a una de las sillas.

Me siento, la silla no es lo más cómoda de lo que yo me espero pero me sirve. El médico del cuyo nombre desconozco porque parece que se le ha olvidado ponerse la placa comienza a ponerme claves por todo el cuerpo, por sitios incluso insospechados.

—Bueno George, las pruebas son claras —las palabras que no quería ir.

—¿Pero se puede hacer algo? —le pregunto mientras le suplico.

—Bueno, hay un tratamiento experimental pero todavía está en fase de prueba y apenas se sabe los efectos secundarios, no eliminaría la enfermedad pero sí que podría retrasarlo e incluso detenerlo durante un tiempo —aclara.

—Vale, haré lo que haga falta, solo quiero hacer todo lo posible para quitarme esto.

—George, están tratando de encontrar una cura pero no sabemos el tiempo que va a llevar, hace falta mucho tiempo y sobre todo dinero para investigar —vuelve a clavarme una espada punzante dentro de mi debilitado corazón.

—¿Pero si consigo algo de dinero podría acelerar la cura de la enfermedad? —le pregunto recordando una propuesta que tengo encima de la mesa de mi casa.

—Si, pero no sabemos si sería suficiente.

—Pero hay una posibilidad. Mandame el tratamiento experimental y yo me encargaré de conseguir fondos para encontrar la cura —le propongo recordando la carta que tengo encima de la mesa. Esa que me la dieron y en la que me propusieron ganar tanto dinero para jubilarme a mí y a toda mi familia. Si eso es cierto sería una buena noticia porque podría dejarles dinero a mi familia por si yo faltase y tendría alguna oportunidad de encontrar la cura así que decidí aceptarlo.

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