Capítulo 42

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Corro por encima de mis posibilidades, tratando de tardar el menor de los segundos en llegar a la casa pero esta vez por la circunstancia del momento tengo la sensación de que estoy tardando más de lo normal.

Llego hasta la puerta y la abro casi haciendo que golpe la pared de atrás.

Sheila está sobre la cama, completamente pálida, con los ojos abiertos, pero no se mueve, está mirando al techo,  trato de balancearla y le grito pero no responde, le tomo el pulso pero no tiene.

—Esta, no puede ser —digo en voz alta maldiciendo.

—Está muerta Jacob, échate para atrás —dice Abraham que acaba de llegar.

—Pero no puede ser, si esta mañana estaba bien —le respondo recordando de nuevo las palabras de esta mañana.

—Ve a llamar a Williams —dice sacándome completamente de la casa, pero mis piernas no me responden, caigo rápidamente al suelo fruto de la impotencia. Por suerte viene corriendo.

Quiero volver a entrar para saber que ocurre pero no se si mi cuerpo esta preparado para de nuevo verla.

Williams no tarda ni treinta segundos en salir, Fanny y Hector vienen por detrás.

—A Sheila la han asesinado —dice como si nada, como si le hubiese dado un infarto.

—¿Quien la ha asesinado? —grito a los cuatro vientos y con el puño cerrado.

La gente comienza a juntarse en medio de todo el barullo.

¿Cómo asesinada? si alguien la ha asesinado tiene que haber un asesino.

—Yo no puedo saber quien a sido, pero tiene marcas en la cama de que ha agarrado fuerte, precisamente por un asfixie, a Sheila la han asfixiado con una almohada, pero no puedo llegar a saber nada más, solo que ha sido a primera hora de la mañana, hace unas cinco o seis horas.

—Tu estabas esta mañana con ella —irrumpe Abraham en la conversación.

—¿Cómo voy a ser yo? ¿Estamos locos o que? el asesino está aquí entre nosotros y no voy a descansar hasta matarlo con mis propias manos, pienso hacer justicia, por ella y por George, que lo sepas.

Le amenazo aunque no sepa quien es.

Salgo rápidamente de ese lugar, no puedo estar más tiempo, la angustia me está matando y se que puedo reventar en cualquier momento. Estoy destrozado… no puedo moverme ni tan siquiera pensar en otra cosa que no sea en Sheila, en lo que le ha pasado, en que quizás si le hubiese dado otra respuesta y se hubiese venido conmigo en ese momento quizás seguiría viva. Me culpo porque quizás tengo yo parte de culpa, me cuesta respirar.

Decido salir fuera e ir a ver donde han enterrado a Sheila, ya no puedo hacer nada más, para mi suerte los han enterrado al lado.

George y Sheila, esos son los dos únicos nombres que observan mis ojos. El cielo encapotado empieza a hacer de las suyas en el peor momento posible.

Comienzan a caer gotas, se van intensificando por momento hasta que ya es prácticamente estar fuera pero a mi me da absolutamente lo mismo. El suelo se llena de tierra mojada. Trato de quitarme el agua de los ojos tan rápido como puedo.

Aquí me hallo, delante de los dos huecos llenos de sueños rotos, luces de almas que se han apagado quizás antes de que se lo merecían. Injustamente, sin llegar a cumplirlos. La enfermedad y un asesinato que aun no llego a comprender han echo que me encuentre mirando estos dos huecos.

¿Porque no he sido yo quien está ahí dentro? ¿O porque han escogido a las personas de mi alrededor para que sus vidas lleguen a su fin? me da miedo acercarme a cualquier persona. Temo por su vida, no quiero hacer mas daño.

No me salen las palabras, tan solo surgen en mis pensamientos pero no son suficientes para llegar a conseguir que hagan justicia, debo de pillar a quien ha hecho todo esto. Es más tengo que ir más lejos y pillar a las personas que nos han encerrado aquí dentro, creo que de esa manera pillare a las personas que han provocado la muerte de estas dos personas inocentes. Porque su corazón era puro, no había maldad.

Llevo el pelo aplastado del agua que está cayendo. Es como si el cielo me estuviera diciendo algo o hubiese alguien llorando sobre él.

No se que significara eso realmente lo único que sé es que esto no ha terminado aquí…

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