Shaun tomó la radiografía con una mano, la puso delante de una luz para verla mejor, y luego debajo de ella.
-Es raro, no noto nada.
Dijo Shaun.
-Déjame ver.
Pidió Claire.
Analizó detenidamente la radiografía, pero efectivamente, nada fuera de lo común.
-Crées que pueda haber sido un dolor intercostal?
Preguntó Claire a Shaun buscando su opinión.
Shaun guardó silencio y junto sus manos pensativamente.
-No, ella estará bien.
Dijo sonriendo, dió media vuelta y se retiró caminando rápidamente.
Claire quedó extrañada, sin embargo, decidió creerle.
Se dirigió hacia la habitación donde T/N se encontraba, tocó la puerta y se escuchó respuesta de aprobación para ingresar a la habitación.
-T/N, buenas noticias, estás realmente sana, no pareces tener ningún tipo de fractura, has tenido mucha suerte.
Me informó alegremente la doctora Claire.
Yo la escuchaba atentamente a sus palabras mientras estaba sentada en la camilla.
No sentí alegría, realmente me daba lo mismo estar en el hospital, en la universidad o en mi departamento. Todo era lo mismo.
Me informaron también que tendría que estar haciéndome estudios y controles constantemente; no me molestaba.
En la recepción me dieron el alta, me coloqué mi campera y salí del hospital.
El frío empezó a hacer efecto nuevamente.
Empecé a caminar hacia mi departamento que por suerte no se ubicaba lejos de allí.
Luego de caminar unos 10 minutos llegué.
Prendí las luces y encendí la televisión en el canal de las noticias para generar un poco de ruido.
Mi cabeza dolía y me sentía desanimada.
Tomé un medicamento para el dolor y salí a mi balcón a tomar un poco de aire.
Un pequeño gato de no más de 6 meses se acercó algo asustado, parecía tener hambre, así que busqué algo de comida no dañina para él, le puse un puño en el piso del balcón y me alejé para que pudiera comer despreocupado.
El pequeño se acercó a la comida, primero la olfateó y luego empezó a comerla con confianza.
Me sacó una ligera sonrisa, era muy tierno y parecía estar un poco lastimado, se notaba que la había pasado mal en la calle.
Hacía frío afuera, así que agarré al pequeño animal y lo llevé dentro de mi departamento.
Puse una toalla en el piso de mi habitación, le entregué un hilo el cuál usó cómo juguete y un poco de agua por si tenía sed.
Parecía estar asustado, por lo que decidí retirarme para que se sintiera un poco más seguro hasta que entrara en confianza.
Bajo la puerta principal había una carta blanca, era el recibo que cada día estaba cada vez más caro.
Sabía que en el edificio no se permitían mascotas, lo cuál sería un problema más sumado al costoso valor del alquiler debido a la buena ubicación de éste.
Estaba claro, debía mudarme.
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