Un buen profesor

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Al día siguiente me dirigí hacía mi universidad como de costumbre, solo que esta vez debía tomar el transporte público como lo venía haciendo desde que vivía en este departamento, ya que ahora mi universidad quedaba demasiado lejos como para llegar caminando.

Me sabía el camino de memoria por suerte.

Aprendí rápido cuáles colectivos debía tomar, a qué hora y hacia dónde se dirigía cada uno.

Mi universidad quedaba a unas pocas cuadras del hospital en el que había estado internada semanas atrás.

En frente de él había una estación donde paraba el transporte, eran alrededor de las 8:30 a.m.

Cuando llegué a la universidad, me dirigí al laboratorio donde tomábamos clases de microbiología e infectología los martes hasta las 11 a.m.

Usualmente, estas 3 horas y media me parecían bastante largas, pero hoy parecieron mucho más ligeras.

A lo mejor se debía a mi corta ausencia en la universidad, o a que aquel tema me parecía interesante.

Durante mi tiempo libre, intenté seguir con mi tésis.

Leía el libro que mi vecino me había recomendado; tener una buena opinión de un médico sobre el libro servía mucho.

Sin embargo, había una corta fórmula que no podía encontrar en ninguno de los libros.

Las clases de cálculo se me daban bastante bien, pero ¿cómo iba a adivinar una fórmula nueva?

Había investigado en todo tipo de libros de hematología, cardiovasculares, cardiología, pero no la encontraba.

La fórmula para la impedancia vascular no aparecía.

Llegué rendida a mi departamento; afortunadamente, mi gato, que cada vez se volvía más grande, estaba ahí para consolarme.

Raramente, decidí tomar un descanso.

El estrés no era bueno y estudios demuestran que la velocidad para absorber información se reducía considerablemente bajo la presión del estrés.

Mientras me divertía con mi gato y jugaba un juego en mi consola, el cual disfrutaba hace meses, recordé que había olvidado comprar pilas, y estaba en medio de una partida. Por suerte tenía un amigable vecino el cúal no iba a negarme unas 2 pequeñas pilas.

Toqué su puerta y la abrió calmado.

-Hola, estaba en mitad de un juego y me quedé sin pilas, ¿podrías darme 2 triple A, por favor?

Él asintió con la cabeza y regresó a su departamento en busca de mi pedido, luego regresó a la puerta y me entregó las baterías.

-Muchas gracias Shaun

Él estaba a punto de regresar a su departamento cuando recordé la complicada fórmula.

-Disculpa... ¿Por casualidad no sabes cómo calcular la impedancia vascular?

-8 veces L-NU, dividido PI por radio sobre 4.

Me respondió tímidamente.

No había entendido con certeza ni claridad sus palabras, no me habían servido de ayuda.

Puse cara de confusión e incliné mi cabeza hacía la izquierda tratando de entender.

Él lo notó.

-Tienes lápiz?

-En mi departamento.

Dió dos largos pasos hacía mi puerta esperando a que la abriera.

Yo entendí lo que él esperaba e hice caso, luego pasó, agarró un lápiz que se encontraba sobre la mesa junto a una gran pila de libros.

En una hoja blanca empezó a explicarme tranquilamente la fórmula.

Hablaba rápido pero sus palabras eran claras, respondía a mis preguntas pacientemente.

Era un buen profesor, se le entendía bien.

-Ahh okey, entiendo, gracias Shaun.

-Okey

Me respondió tímidamente y abrió la puerta.

-Eres un buen profesor.

Le comenté yo rápidamente antes de que partiera.

-Cuantos años tienes?

-23.

-Eres realmente inteligente para un doctor de tu edad.

-Realmente soy residente en cirugía.

Me corrigió mientras se formaba una pequeña sonrisa en su rostro.

-Eres cirujano...

Dió media vuelta sin decir nada más y se retiró a su departamento.

- 𝙳𝚒𝚟𝚒𝚗𝚘 𝚃𝚛𝚊𝚜𝚝𝚘𝚛𝚗𝚘 -  (𝚂𝚑𝚊𝚞𝚗 𝙼𝚞𝚛𝚙𝚑𝚢 𝚡 𝚃/𝙽)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora