Aquí estaba. El bosque del que tanto hablaban. El que decían que estaba maldito a medianoche. Aquel al que nadie se quería acercar. Pero yo no tenía miedo. No me tragaba esas leyendas populares.
¡Din, don! Una.
Esa era la primera campanada, y no precisamente las que suenan todos los años en Nochevieja. Los lúgubres tañidos que producía eran capaces de estremecer a cualquiera que no los hubiera escuchado en la vida. Supongo que es un punto a mi favor vivir cerca.
Todo parece ir bien. Pronto será medianoche y sabré si era verdad todo lo que ellos me quisieron ocultar. Iba a demostrarles que nada era cierto, que todo eran ruines intentos de asustar a los nuevos estudiantes.
¡Din, don! Dos.
Escuché un ruido a lo lejos. Decidí no darle importancia, no parecía nada extraño.
¡Din, don! Tres.
Los ruidos lejanos se volvieron a escuchar, esta vez más próximos. Probablemente se trate de una manada de lobos en las montañas cercanas, nada de lo que asustarse.
¡Din, don! Cuatro.
Pude notar como los vellos se me ponían de punta. Noté alguna presencia detrás mía, pero cuando me volteé a mirar no había absolutamente nada. Bueno, no sería más que algún animalito asustado, algo de lo que no preocuparse.
¿No?
¡Din, don! Cinco.
Volví a notar esa presencia, pero esta vez pude avistar una sombra a lo lejos. He de decir que esta vez me asusté un poco, mas ya no era tiempo como para echarse atrás. Debía saber qué ocultaba el bosque.
¡Din, don! Seis.
La sexta campanada. Ya solo falta la otra mitad, lo cual no creo que sea peor que estas primeras.
¿O tal vez sí?
¡Din, don! Siete.
Escuché algo moverse entre la maleza. Ya no lo percibía, sino que lo escuchaba, se estaba moviendo a mi alrededor.
— Bueno, no será nada —dije, tratando de calmarme—. Al fin y al cabo, la gente no pasa a menudo por aquí, y mucho menos en la noche.
¡Din, don! Ocho.
— Todavía estás a tiempo... —murmuró una voz, con un tono siniestro.
¿Quién dijo eso? ¿Y qué quiere de mí? ¿Acaso trata de advertirme? Sea lo que sea, me niego a escucharlo.
No pretendía arruinar la noche, no ahora. Me había tenido que escapar de casa para venir aquí; y en cuanto llegue, estarán preparados para darme un gran sermón, como siempre hacen, y creo que una semana en el bosque se me hace más atractiva.
¡Din, don! Nueve.
— Sal de aquí... ahora... —volvió a decir la voz.
Me estaban intentando asustar, estaba seguro de que eran aquellos chicos intentando asustarme, pero no les iba a funcionar.
¡Din, don! Diez.
— Te arrepentirás... —continuó la voz.
— ¡Ya vale con vuestra bromas! No podéis asustarme.
¡Din, don! Once.
Bien, ya solo queda escuchar este ruido una vez más.
— Última oportunidad... vete... de... aquí... —susurró aquella extraña cosa.
¡Din, don! Doce.
¡Sí! Al fin dieron las doce campanadas.
— Ya es demasiado tarde... pero te advertí... —terminó diciendo el misterioso ente— pagarás tus imprudencias.
Y acto seguido el cielo empezó a llenarse de una niebla que dificultaba mucho la respiración, obstruyendo por completo el paso de aire a los pulmones. Por si esto fuera poco, dos jóvenes de aspecto familiar se empezaron a acercar a mí.
Enseguida los reconocí: eran los chicos que habían estado contando esos mitos, o mejor dicho, habían contando sus asesinatos.
— Nosotros te avisamos, pero no quisiste abandonar nuestro lugar privado —exclamó Tom, el más alto de los dos— Ahora, pagarás las consecuencias.
— Exacto, ¿quién es el valiente ahora? No pensamos permitir que escapes de aquí. Quién sabe qué le contarías a la policía —dijo Karl, el más bajito de los dos— Prepárate para morir, tontaina.
Ni siquiera tuve tiempo de reaccionar. Cuando quise levantarme, Tom ya había sacado una pistola de su mochila y había apuntado a mí. No pude tampoco levantarme, y, en cuestión de minutos, la bala que había impactado en mi corazón hizo que me desangrara.
Ahora lo comprendo todo. Nos intentan meter miedo con seres mitológicos aterradores e historias baratas, pero los verdaderos monstruos están entre nosotros, esperando a la debilidad de la víctima, para dejarles allí, sin vida y sin nada más en este mundo por lo que quedarse.
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NOCHES LARGAS Y OSCURAS: Cuentos de terror
Horror#1 PUESTO EN LOS PREMIOS SUPERNOVA ¿Un mal día o una larga noche en la que sientes ese ambiente lúgubre, siniestro y tenebroso? Ya sabes, en las que buscas algo que pueda atraer ese ambiente, o simplemente alimentarlo. Si ese es tu caso (o solo busc...