Rosa

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Recuerdo haber tenido alrededor de 7 u 8 años de edad. Ella era hermosa, de piel clara, ojos color miel y dulces como la misma. Su cabello castaño y liso apenas rozaba sus hombros.

Amaba como se sentía una caricia en sus brazos, esa suave piel, te daba una bonita ilusión de estar acariciar el cielo.

Ella descansaba a mi lado cada noche, juntas intercambiábamos pensamientos hasta que nuestros ojos se cerraban.

¿Y las caminatas? ¡Qué momentos! Ella tan fuerte y llena de vida, a pesar de sus muchos años sobre los míos, sus piernas estaban llenas de energía. Recorríamos largos senderos con todo tipo de conversaciones y cuentos, de esos que guardas eternamente en la memoria.

Una mujer, una maravilla, una parte de mi alma... Mi compañera, mi amiga, mi luz.

Entonces, llegó él...

Devastador, irrespetuoso y mortífero, asesino despiadado y sin piedad. Psicópata tortuoso y desagradable. Se come todo a su paso, destruye y debilita.

Llega como ladrón en la noche, yace escondido entre las sombras, ya ataca cuando menos lo esperas.

Pero claro que no lo íbamos a dejar vencer, ¡Asesino! Luchamos contra ti, hasta el último aliento.

¿Qué es peor el remedio o la enfermedad? Estamos dispuestos a destruirnos, si ese precio es suficiente para salvarnos, para vivir un segundo más de la mano de quienes amamos. Eso es valor, eso es fuerza y resiliencia.

Inició.

Un héroe con guantes azules cortó de raíz al asesino. Entonces, para asegurarse de que no regresará comenzó a llenar el cuerpo de ella con veneno, "un veneno que pelea contra otro", como un león lucha con otro león por poder.

Pasaron meses. Ya no podía descansar a su lado, pero eso no me impidió colocar una cama en la habitación cercana, subía la voz para seguir conversando antes de cerrar los ojos.

Nuestras largas caminatas, se ataron a una cama, debilidad tomo el control, pero eso no me impidió sentarme a su lado cada día, a jugar cartas, contar historias, dibujar y jugar; la fuerza era la misma, solo que ya no estaba en sus piernas, ahora era parte de su alma.

Ella sobrevivió, salió caminando de las llamas, pero si piel quedó marcada por la flama. Esa suavidad se ocultó entre pequeñas arrugas, muy sensibles a cualquier toque.

Ese hermoso cabello cayó al suelo y un pañuelo tomó su lugar, protegió la base hasta que nació de nuevo, más débil, blanco como la nieve, pero igual de hermoso.

Al final de tantos dolores, miedos, lágrimas y esperanzas, ella volvió a serlo, sí, creo que nunca dejó de serlo, de ser esa mujer...

Una mujer, una maravilla, una parte de mi alma... Mi compañera, mi amiga, mi luz.

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Este escrito está inspirado en mi abuela, quien luchó ferozmente contra el cáncer de mama, fue operada, recibió quimio y radioterapia y logró superarlo. Recuerdo cada parte del proceso, cada emoción que sentimos. El pánico, el dolor, la esperanza.

Pero ella siempre luchó y como familia le dimos todo el amor y apoyo que pudimos.

Lamentablemente 7 años después el cáncer regresó en otros lugares y esta vez no dio ni una pequeña oportunidad de luchar. Mi abuela falleció a tan solo 1 mes de los síntomas y el diagnóstico.

El cáncer es una terrible enfermedad que no perdona a nadie. Miles de mujeres luchan a diario contra el cáncer de mama, tal vez no todas puedan vencerlo, tal vez algunas solo ganen unos años más o una vida entera. De cualquier forma, cada una de ellas es una luchadora y merece todo el apoyo del mundo.

Este escrito es dedicado a todas esas guerreras, en este día mundial de la lucha contra el cáncer de mama 19|10|22. 

Recuerden queridas mujeres, tóquense, vayan al médico, la prevención importa y puede salvar sus vidas 🙌🏻



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