No sabía lo que estaba haciendo, tampoco le preocupaba mucho saber donde terminaría. Desde que sus padres fallecieron su vida no tenía el mismo sentido, el sentimiento de la perdida de padres era irreparable, y aún peor cuando había bastante unión en la familia. Para ella no quedaba mas nada que vengarse de esa gente, era por lo único que seguía viviendo. Muchos decían que estaba loca y que su resentimiento no iba a reparar nada, pero quería que esa gente sufriera de la misma manera que ella, aunque sabía que era casi imposible, esa gente no tenía corazón, no les importaba perder a su familia por cariño, si no por el ego y por miedo a perder ese poder que tenían sobre la gente, el cual les causaba temor.
Ya había perdido la cuenta de cuanto tiempo llevaban en ese auto, ni siquiera sabía si en verdad la estaban llevando a donde sea que se encontraba esa gente.
Llevaba mirando por la ventana de aquel auto un buen rato, hasta que un movimiento imprevisto de parte del chofer la hizo desconcentrar. El chofer había agarrado su celular, al parecer para llamar a alguien.
-Necesito que me pases con Lalisa si su padre no esta.- Decía el chofer un tanto apurado.- Lalisa, estoy llegando allí, traigo una chica conmigo, realmente te va a sorprender, no imaginas como le dejo la nariz a Kwan.
Tras otras palabras mas que no comprendía, el chofer corto la llamada. ¿Quién era Lalisa? Supuso que era la hija del dueño de la mafia, parecía mucho más fácil tener que enfrentarse a ella si estaba al cargo en suplencia de su padre.
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-Apúrense, están haciéndome perder mi tiempo, ninguno de ustedes tira bien. - Decía Lisa. Un día a la semana la gente de la pandilla practicaba disparos y Lisa iba a verlos. Su padre usualmente se encontraba de viaje, y a medida que iba creciendo cada vez la dejaba mas a cargo de la mafia y de las pandillas.- Esto es por defensa propia, cada uno de ustedes esta siendo amenazado por alguien que ni conocemos y que podría resultar peligroso, les recomiendo que pongan un mínimo de su atención en esto si no quieren terminar desangrándose uno al lado del otro sin ayuda de nadie, porque eso si, ni piensen que van a tener mi protección, ya están grandes para poder defenderse solos. - Los miembros de las pandillas escuchaban avergonzados. Algunos eran 3000 veces mas altos y fuertes que Lisa, pero su actitud dominante e intimidante podía hacer callar a cualquiera, la gente de allí sabía que tenían que respetarla.-Manobal, el chofer ha llegado, esta en la puerta junto a una chica. - Dijo acercándose una de las sirvientas de la casa.
Lisa sin responder dejo que los miembros de la pandilla siguieran entrenando y camino hacía la entrada.
-Manobal.- Dijo el chofer junto una reverencia. - Esta es Jennie, la chica de la que te hable.
Al lado de el se encontraba parada una joven de cabello castaño largo, de no muy alta estatura y bastante delgada. Lisa la miro de arriba abajo, posando su vista en su figura. Debía admitir que tenía un buen cuerpo, pero no un cuerpo que se pudiese defender en el infierno al cual estaba entrando.
-Déjala pasar, puedes irte, yo me encargo.- Dijo Lisa.
Tras esas palabras Jennie entro junto sus bolsos a la mansión. Debía admitir que Lisa era muy diferente a lo que se imaginaba. Pensaba que era una matona, sin nada que destacarle, pero se terminó encontrando con una chica bastante atractiva, que si probablemente no perteneciera a todo esto y no tuviera esa mirada tan intimidante tendría a todos rogándole.-Dime que sabes hacer.- Dijo Lisa a Jennie de una manera bastante cortante, realmente estaba interesada en por qué esa chica había llegado hacía allí.
-Práctico boxeó. Se pelear, lo he hecho varías veces. Se usar algunas armas, mi tío me enseño. - Estaba mintiendo en todo otra vez, pero claramente no podía decir que todo aquello lo había aprendido trabajando como policía.
-Sabes que aquí hay muchos hombres y ninguna mujer, se van a comportar como desesperados ante ti, te van a querer por tu figura, no les interesa lo que haces o no, te van a tratar como un objeto. La única manera de sobrevivir es mantenerte fuerte, yo no puedo estar defendiéndote y tampoco lo haría, no me interesa que cualquiera de la pandilla muera, si eso pasa es porque no era lo suficientemente bueno.
Sus palabras le causaban náuseas. Efectivamente toda esa familia no tenía corazón;¿cómo podía hablar así de la muerte de alguien? Ni siquiera querían a los miembros de sus pandillas. No podía mirarla a los ojos, lo intentaba porque no quería verse débil, pero la manera en la que la trataba y la miraba...Era imposible mantener el contacto visual con ella.
-Vamos afuera, están practicando disparos, quiero ver que tan bien lo haces.- Dijo Lisa mientras salía por la puerta trasera, Jennie simplemente la siguió.
Al llegar todos la miraron, todos eran hombres.
-No miren mucho, dejen de desconcentrarse y sigan tirando, siguen haciendo todos un desastre.- Dijo Lisa con tono demandante.
Le dio una pistola. Jennie levantó la vista para mirarla a los ojos, esperando una indicación. Sus ojos parecían no reflejar nada, como si estuviesen vacíos, sin ningún brillo. Duraron unos segundos así, hasta que Lisa se dignó a hablar.
-¿Qué pasa que me miras tanto? Te estoy dando el arma para que empieces a disparar, no para que hagamos contacto visual.- Dijo sarcásticamente, era vergonzoso para jennie que mencionase lo del contacto visual, pensó que lo iba a ignorar por completo.
Jennie se concentró en el disparo. Frente a ella habían mesas con latas pequeñas, a las cuales debería pegarle con la bala. Fijo su vista, trato de que el ángulo sea perfecto para que la bala caiga sobre la presa. Disparó, pensando que fallaría.
Todos los ojos la miraban, parecía que todos estaban expectantes a como dispararía. Le había pegado justo donde debía pegarle a una de las latas. Nadie hablaba, nadie disparó.
Pudo sentir unos pasos detrás de ella, y la respiración de quien la había recibido.
-Buen trabajo.- Dijo Lisa casi susurrando en su oído.
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Girl Boss - Jenlisa
Teen FictionLa historia perturbadora de una chica espeluznante, quien parecía poder matar a cualquiera con sus miradas penetrantes, y su vida como la hija de uno de los hombres mas peligrosos de Corea del Sur. Del otro lado, una niña que creció con resentimient...