Trato.

202 34 6
                                    


---¿Qué puedo hacer por ti, Alfa?

---Ayúdame a restaurar el equilibrio.

No necesitó mucho más que observar detrás del brillo carmín de esos ojos. Su boca respondió más rápido de lo que su mente logró asimilar.

---Lo haré. Haré lo que sea que necesites, Alfa.

---Es un trato.

---Pero mi gente no sabe luchar. No poseo guerreros comparables a los tuyos, por lo que no sería de apoyo.

---Ustedes manejan mucho la medicina por las hierbas y flores que poseen, seguramente toda la población sabe lo básico.

---Es correcto.

---Es lo que necesito. Un par de personas bastará.

---¿Estás seguro de eso?

Katsuki desvío la mirada hacia algún punto de la habitación. Lo cierto es que no estaba del todo seguro de que alcanzaría, teniendo recuerdos de lo repulsivo y doloroso que es presenciar el regreso de su tropa, con su gente apenas logrando caminar despacio.

---También puedo otorgarte provisiones. Si lo necesitas, te daré un extra, si deben recuperarse deben de alimentarse lo suficientemente bien.

---Sí.

---Entonces, Alfa, el bosque te dará medicinas, provisiones como agua pura y alimentos y los curanderos necesarios.

---El Rey de las Sombras me atacó a mí desde un comienzo. Claro que fue por mis Dragones. Quien controla a los Dragones tiene el poder de gobernar continentes enteros con solo el aliento de fuego que poseen. Si logro matarlo antes, lo haré. Pero de otra forma, juro proteger al bosque con mi vida.

Con una pieza de su enorme collar, que de hecho tenía varios alrededor de su cuello, apretó en la palma de su mano la punta filosa de ésta y cortó la piel. La sangre rojiza no tardó en salir.

Ofreció su otra mano e Izuku entendió que este sería el sello de su trato.

Estiró su mano derecha y el rubio preguntó con la mirada, a lo que el pecoso respondió asintiendo. El Domador de Dragones cortó la piel salpicada en manchas marrones, notando por primera vez las múltiples cicatrices que portaba Izuku en sus brazos.

Una vez el líquido carmín brotó, estrecharon sus manos y las apretaron entre sí, era casi absurdo para el peliverde pensarlo, pero el Alfa tenía las manos suaves, siendo lo que esperaba manos duras y callosas.

Y Katsuki lo pensó a la viceversa, no creía que un Rey podía llegar a tener tantas marcas de lucha y dureza en sus manos, porque los Reyes no pelean delante de las tropas, o al menos no los que conoce. Le pareció una muestra de que ese Conejo era alguien fuerte, aunque no lo aparentaba.

---¿Tú tienes alguna herida que deba curar? Además de ese corte, claro.

Dejó salir una pequeña sonrisa, sonrisa que el rubio no llego a entender su propósito.

---No. Ya son cicatrices.

---¿Te molesta mostrarmelas? Quizás pueda hacer que curen aún más rápido.

Katsuki parpadeó lento, observando a la persona que tenía en frente suyo. Conejo era raro. No entendía su interés en alguien como él, siendo desconocidos, no debería importarle en lo absoluto.

Con ese gesto, el contrario le recordó a un felino. Inclusive la forma de sus ojos tan peculiar, dominantes, y con abundantes largas pestañas rubias.

Se sentó en la cama, abriendo sus piernas y dejando sus brazos apoyadad en ellas. Ya tenía el torso al aire, pues su capa era la única prenda que cubría su piel. No se movió más que para mirar otra vez a Izuku, indicándole que él debería moverse.

Y el peliverde, así lo hizo.

Se acercó a la cama, apenas tocando las sábanas y colchas con la yema de sus dedos. Preguntando en silencio, si podía subirse.

El Domador de Dragones chasqueó la lengua, a lo que Izuku entendió como un "Es obvio que sí puedes".

Subió sus piernas a la cama y gateó hasta situarse donde Katsuki estaba, justo detrás de él. Notó la gran espalda que portaba, un conjunto de músculos bien definidos.

Con una cicatriz por aquí y por allá, algunas más curadas por ende más antiguas que otras. Todavía habían unas cuantas con costras, por lo que posó la palma de sus manos encima de ellas.

---Esto es algo que aún no todos saben.

---¿De qué hablas?

---La sanación no es algo que solo puedo hacer con hojas y plantas secas.

Un brillo verdoso brotó de su piel, encajandose sobre las cicatrices. Adheriendose a ellas, la luz removió entre la piel muerta para colarse hasta la herida, sanando desde el centro.

Katsuki, quien observaba el proceso por encima de su hombro, agrandó sus pupilas por el asombro. Era algo simplemente impresionante de ver. No creyó que algo así fuese posible.

---¿Por qué haces esto conmigo? Una habilidad así... Es peligroso.

---Supongo que confío en ti.

Tras unos minutos en silencio, Izuku se retiró de la alcoba del Domador de Dragones, mientras que el oji-rubí, salió por la ventana de esta. Un chiflido agudo atrajo a su mejor amigo, Kirishima.

Quien voló por los aires y se posicionó, logrando que Katsuki salte desde una gran altura, de aproximadamente un sexto piso.

Se acomodó justo en el torso del Dragón, sin tener que siquiera sujetarse con fuerza, apoyándose levemente del portador de escamas.

---Aterriza pronto, tengo que hablar contigo.

******

---¿Qué dices?

---Hice un tratado con el Rey del Bosque.

---¿Tú bromeas?

---Sabes que no.

---¡No puedes ponernos en esta posición! ¿¡Cómo pudiste hacer eso sin consultar!?

---Porque soy el Alfa, tal vez. No necesito aprobación de nadie.

---¡No! Por supuesto que no... Es solo que... ¡Ellos no tienen idea de lo que ocurre!

---Si me hubieses dejado terminar de hablar, sabrías todo.

El de dientes picudos tomó aire inflando su pecho lo más que pudo, apoyándose contra un tronco y cruzando sus brazos.

---Cuentame.

---Le dije que están muriendo. Los Dragones. Le mostré nuestro mapa. Le pedí apoyo. Él aceptó. Curó mis heridas. No me arrepiento de lo que hice.

---¿Cómo rayos pudiste hacer algo así de forma tan precipitada? Estamos expuestos de por sí, Bakugou, hemos hecho de todo para que no nos ataquen también los otros continentes, para que nuestro secreto se mantenga oculto... Y tú solo... Te cruzas a un niño mimado y le cuentas todo.

---Ya no podemos sobrevivir solos. También sé su secreto, él no dirá nada.

---Bakugou... Yo no-

---No confíes en él. Confía en mí. Tengo todo bajo control.

---Podrías... Si solo hubieses hablado conmigo.

---Esto lo hago por ti también.

Sus ojos se encontraron una última vez. Katsuki dió por terminada la conversación, ya no diría nada más. Dió media vuelta y caminó, adentrándose en el bosque. Kirishima seguía con el corazón doliendo, se sentía traicionado por su hermano.

Ambos tomaron caminos contrarios y se perdieron en la oscura y fría noche, a penas alumbrada por la luz tenue de la Luna.

AU Fantasy. °•Dekukatsu•°Donde viven las historias. Descúbrelo ahora