Tras un par de minutos de descanso, Jill sostuvo con algo más de fuerza su pistola, preparándose para seguir adelante.
Se encontraba en un oscuro pasillo, en el que la fuente de luz más brillante que había venía desde la izquierda, del otro lado de una esquina.
A su derecha la pared contaba con una puerta de hierro, la cual, a juzgar por la corriente que se notaba, daba al exterior de la mansión.
Vinieron a la mente de Jill los alaridos de su masacrado compañero, así como los enfermizos gruñidos y ladridos de esos monstruosos perros, que apenas y llegó a ver a causa de la oscuridad que reinaba en el bosque.
Pasando de largo se dirigió a otra puerta, de madera como todas las demás, delante de ella.
Un tenue brillo se colaba por las rendijas del marco, e iluminaba muy suavemente las sucias tablas del suelo y el color grisáceo azulado de las paredes.
Abrió la puerta lentamente, esperando no encontrarse con alguna espeluznante criatura. Se encontraba ahora en un pequeño cuarto de baño, en el que por suerte no había ningún monstruo.
Hacia el lado derecho había un lavabo, que probablemente era blanco varios años atrás y contaba con un espejo, también bastante sucio, por encima. Había un retrete, igualmente mugriento, separado del lavabo por una pared.
Y finalmente frente a la puerta se veía una bañera, también cubierta de suciedad, en la que había un asqueroso líquido que era prácticamente negro.
Por alguna incomprensible razón, Jill sentía una imperiosa necesidad por tirar de la cadena que estaba unida al tapón, para así dejar correr el maloliente mejunje.
Tras dudarlo un largo momento tiró de ella, viendo cómo la sustancia negra comenzaba a menguar, corriendo libre por el desagüe.
Unos podridos brazos saltaron en un instante desde el interior de la bañera, buscando aferrarse al cuello de Jill, que dio un tropiezo hacia atrás chocando con el lavabo. Una cabeza partida en dos, con el cráneo de un color marrón rojizo a causa de la sangre seca, asomó lentamente, ascendiendo poco a poco a base de espasmos. Unos ojos, cubiertos por la película blanca que todas las criaturas de la mansión tenían, se fijaron con ansia en la chica, que veía asqueada cómo una boca desencajada mostraba músculos y dientes al salir de la bañera.
El no muerto se arrastró hacia fuera, cayendo de bruces al suelo. Sin detenerse por esto siguió reptando hacia Jill, acercándose cada vez más, llegando a aferrar una de sus piernas.
La joven forcejeó para soltarse, levantando rápidamente el pie al conseguilo, para dejarlo caer al instante con todas sus fuerzas, y así terminar de reventar el putrefacto cráneo de la criatura, quedando salpicada de una mezcla de pus, sangre coagulada, el líquido negro de la bañera y los sesos del zombie.
Hiperventilando, con el asqueroso olor pegado a su ropa, viendo los trozos de carne desperdigados por el suelo y sus botas, saltó corriendo hacia el váter, para así vomitar todo lo que había en su estómago desde esa mañana.•••
Chris cruzó la puerta con Lady a sus espaldas.
Un pasillo se alargaba hacia delante, estrechándose tras el espacio de dos ventanas que estaban en la pared izquierda. A la derecha también había una extensión, algo más corta, pudiéndose ver otra puerta al fondo.
La única luz, aparte del casi inexistente brillo de la luna que entraba por las ventanas, venía del frente, doblando una esquina.
Y del mismo sitio era desde dónde se oían esos fuertes golpes que ahuyentaban las ganas de explorar la zona.
-No hay nada aquí dentro que haga ese ruido.
Rompió de repente el silencio Chris, provocando un salto de sorpresa de Lady.
-Ya me había dado cuenta, genio.
Él avanzó silenciosamente, estirando un poco el cuello para intentar descubrir de dónde salían los golpes.
Y le tocó a Chris dar un salto hacia atrás cuando el ruido se hizo más fuerte e insistente.
-¡Mierda!
Eran varios zombies, amontonados fuera de la mansión, aporreando otras dos ventanas
Atraídos antes por la luz blanca, ahora estaban ansiosos por probar la carne fresca que se les ofrecía.
Tras un momento de pensarlo, decidieron con una mirada ver qué había hacia la derecha.
Los descerebrados monstruos volvían a estar más calmados, pues habían perdido de vista su presa.
Por la otra parte del pasillo había una diminuta sala a la izquierda, sin puerta, con una estatua que representaba una cabeza de tigre. Nada que les interesara.
En el lado contrario, la única puerta daba a un dormitorio.
La cama allí estaba manchada de sangre, deshecha.
Delante de ella había un gran armario y a su izquierda una mesita de noche, con una lámparita encima, la única y tenue luz de la habitación.
Al otro lado de la mesita había un escritorio, hecho un auténtico caos. Había una libreta, un diario.
-Mira esto Chris.
Leyó en voz alta varias entradas del diario, que describían cómo un cuidador de perros se había infectado de un virus con el que experimentaban en esta mansión.
-Este es el origen de todos esos malditos asesinatos...
Chris se giró, dando un puñetazo a la pared.
Y en ese mismo segundo, las puertas del armario saltaron hacia afuera, abriéndose de par en par.
Una de esas criaturas salió de golpe, abalanzándose encima de Lady, agarrándola del cuello.
Esta forcejeó con el monstruo, que para ser tan torpe y estar pudriéndose tenía mucha más fuerza de la que esperaba.
-¡No puedo disparar, podría darte a ti!
Chris, con la pistola levantada, se había quedado helado viendo como el zombie lanzaba dentelladas una y otra vez a centímetros del rostro de Lady.
-No es que esto sea un demonio, precisamente.
Tras decir esto, la chica dió un empujón al cadáver andante. Con un salto tiró un potente patada a su podrida cabeza, mandándola a volar de vuelta en el armario.
Su cuerpo aún intentó durante algunos segundos acercarse a ella, abriendo y cerrando las manos, antes de derrumbarse lentamente.
Sin ser del todo consciente de lo que acababa de pasar, Chris se había quedado mirando boquiabierto a Lady, que le dirigió una sonrisa nerviosa.
-Algún día tendrás que contarme qué haces en tu tiempo libre.- dijo él.
Ella respondió levantando los hombros con un gesto de inocencia.
-¿Seguimos?•••
Tony despertó cuando su cabeza se resbaló del apoyo de su mano.
El zombie seguía persiguiendo su sombra aún después de veinte minutos, por lo menos.
«Tal vez sea más divertido de lo que parece»
Riendo de su propia broma, subió a la barandilla y se dejó caer, aterrizando en la cabeza del tonto bicho, transformándola en un puré de sesos.
-Lo siento colega, me da pereza bajar las escaleras.- dijo al tiempo que le daba un patadita "amistosa".
Había dos puertas: una daba a un pequeño almacén, y la otra a otro aburrido pasillo. Qué sorpresa.
Esa última tenía el pomo bastante desgastado.
-Le doy como mucho 3 o 4 usos más.
No es que fuera experto, pero estaba realmente destrozado.
*¡¡Mierda, mierda, JODER!!*
Alguien en una habitación cercana estaba realmente enfadado. Aparte de los gritos amortiguados se oyeron golpes y libros cayendo.
-Je, mejor no cruzarme en su camino.
Tras decir eso, Tony fue hasta el almacén y se apoyó en la pared, cruzando los brazos.
«Me parece que daré otra pequeña cabezadita».
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Resident Evil Devil May Cry
Misteri / ThrillerEsta es la primera historia que escribo, así que agradecería que me dijeran en los comentarios todos los fallos que vean, tanto de faltas de ortografía como en la parte narrativa (si es aburrido, si hay demasiadas descripciones...) todo lo que quier...