Capítulo 6

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Chris salió de la habitación donde se encontraba Rebecca, seguido de cerca por Lady.
Odiaba ver a Rebecca metida de cabeza en una situación tan horripilante. La pobre chica ya había pasado la noche anterior peleando por su vida, luchando contra muertos vivientes y a saber qué otros bichos.
《¡Solo tiene dieciocho años, maldición!》
-Yo empecé bastante antes. Ella tiene dieciocho. Yo ya luchaba por mi vida a los trece o catorce años.
Parecía que Lady le hubiera leído el pensamiento.
Chris acababa de darse cuenta de que no sabía nada de ella, al igual que no sabía nada de Tony.
Ni su compañero de la gabardina roja ni Lady le habían contado a nadie nada sobre ellos.
También era verdad que no habían tenido tiempo, pues nada más llegar ese día a las oficinas de los STARS todos los componentes del equipo Alfa habían salido disparados hacia las montañas Arklay.
Toda la situación era digna de una película de Hollywood, así de irrealista era.
Y había algo raro en ello.
No era extraño a causa de que el equipo Bravo se hubiera perdido en el bosque de las montañas, ya que eso podría haber ocurrido en infinidad de ocasiones.
《Aún tengo pendiente preguntarle a Rebecca qué ha ocurrido exactamente》
Lo raro era la decisión del capitán, Albert Wesker, por ir inmediatamente a buscarlos. El ataque de esos monstruosos perros. Lo conveniente que resultaba que a unos pocos metros estuviera esta gigantesca mansión.
Y, por otro lado, la misteriosa desaparición de Tony Redgrave.
-Esto se me hace demasiado.
-¿Qué se te hace demasiado?
Chris estaba tan concentrado en sus propios pensamientos que no recordaba la presencia de Lady.
-Todo lo que ha pasado hoy. Es muy raro, y está ocurriendo demasiado deprisa.
《Como si todo estuviera planeado》pensó Lady.
La chica sospechaba casi sin ninguna duda del propio capitán, Wesker. Pero le acababa de conocer esa misma mañana, podría ser solo una impresión errónea.
De todas formas, aún no tenía pensado decirle nada de eso a Chris.
-Por cierto -dijo Chris, dubitativo- antes dijiste que empezaste a luchar por tu vida a los trece. ¿Qué pudo haberte pasado para acabar así?
-No suelo hablar de ello. Ni siquiera con Dan... Tony. Si, Tony. Ni a él le cuento mucho sobre aquello.
-Así que no hablas de tu pasado ni con tu novio. Tiene que quererte bastante.
Ahora era el turno de Lady de ruborizarse.
-¡No somos novios! ¡¿Cómo me iba a gustar alguien como él?!
-Suena como si repitieras eso muy a menudo. Como si te estuvieras defendiendo... Si no son novios, se nota que te gusta mucho.
-¡Lo mismo te digo yo de ti con Ji...!
-Y también se le nota mucho a Tony. Le encanta estar a tu lado, al parecer.
Por un momento, Lady se dejó llevar completamente por sus emociones, sin esconderlas.
Con un rubor que la hacía ver como una niña, preguntó:
-¿Tu crees? ¿Crees que yo le guste?
Chris nunca se había parado a pensar en la edad de Lady, pues su vestimenta, sus movimientos y la enorme cantidad de armas que llevaba le daban una apariencia de madurez.
Pero parecía que apenas tuviera unos pocos años más que Rebecca.
-Por supuesto, y con razón.
La expresión de Lady volvió a su apariencia normal, aunque más relajada que antes.
-¡Chris! ¡No estamos aquí para compartir opiniones sobre nuestros respectivos flechazos! -dijo, con una sonrisa de diversión.
Chris no pudo evitar pensar en Jill a causa del comentario de Lady.
El chico deseaba fuertemente que no le ocurriera nada malo. Si le pasara algo, no sabía lo que pudiera ser capaz de hacer.
-Pongámonos en marcha, entonces. Vamos, Chris, ¡el que mate menos zombies se declara!
Habían pasado todo el rato entre las escaleras y la habitación donde estaba Rabecca.
Allí había, amontomadas en el hueco que dejaban las escaleras, un buen número de cajas de madera, nada en especial.
Como Chris había llegado hasta allí desde un lado y Lady por el otro, ambos por la parte de arriba, decidieron continuar hacia el corredor que se alejaba de las escaleras.
Aunque quizás volverían a subir más adelante, los dos consideraban que esa era la mejor opción.
El corredor, un tanto oscuro a causa de una escasa iluminación, estaba decorado de la forma más simple posible, aunque aún con ese toque del estilo victoriano que reinaba en toda la mansión.
Había unas grandes y polvorientas ventanas a lo largo de todo el pasillo, por las que no se podía ver nada por culpa de la oscuridad, la cual estaba acentuada por las nubes, que tapaban la ya de por si pequeña luna menguante, y las copas de los árboles, que apenas permitían pasar la poca luz restante.
Las paredes, a parte de la pintura, no tenían ningún tipo de adorno, al igual que la alfombra que cubría el suelo, pues solo contaba con un único color.
No había nada más en el pasillo, aparte de un par de zombies. Lady disparó rápidamente al primero, abriéndole un sangriento agujero en el medio de la frente.
Cuando ya estaba apuntando al siguiente, un certero disparo de Chris se le adelantó.
-Bueno, ya no quedan más por aquí, de momento dejemos la exhibición de puntería -dijo Lady.
Al girar la mirada hacia Chris, vio que él no compartía su propio buen humor. No se había parado a pensar que él no mataba monstruos por diversión o por dinero, como hacía ella.
-¿Ocurre algo, Chris?
El la miró, cambiando instantáneamente su expresión. Una vez más, al no concentrarse en otra cosa que sus pensamientos, no se había percatado de su compañía.
-Estos monstruos mataron a mis compañeros. No digo que... Es decir...
-Los matas porque lo sientes como algún tipo de venganza. Conozco ese sentimiento, no te preocupes.
《Sé lo que se siente》pensó Lady.
Durante alrededor de un minuto, ninguno dijo nada, tal vez recordando, los dos, en medio del silencio, oscuros detalles de sus respectivos pasados.

●●●

Barry, impaciente, veía cómo Wesker se paseaba por el pasillo, escuchando sus crueles bromas, buscando la forma de librarse de tener que obedecer las órdenes del hombre al que había llamado, amistosamente incluso, capitán.
A Wesker claramente le gustaba aquello. Ya estaba acostumbrado a manipular a la gente, extorsionarla, amenazarla, destruirla.
Desde que recordaba, Wesker solo había conocido eso.
No habí nadie que no hiciera lo que él ordenaba. Con la excepción, tal vez, de Alexia Ashford, la cual no toleraba que nadie...
《Ahora no es momento de recuerdos, Albert. Lo primero es pensar que hacer con mi nueva marioneta》
Wesker, que se había a!ejado unos pasos de Barry, se dio la vuelta y volvió a su lado.
-¿Y para qué podrías serme útil? No hay nada aquí que no pueda hacer por mí mismo. Tal vez simplemente debería matarte. ¿Sufrirías más tú, viendo morir a tu familia, o ellos viendote morir a ti?
-Weker...
-Sería divertido, escuchar sus patéticas súplicas. O las tuyas.
-Mira, Wesker...
-O podría llevarte con ellos, y soltarles algunas de esas criaturas. ¿Quién sería el primero en morir? ¿La más paqueña?
-¡Wesker! ¡¿Quieres dejarlo de una maldita vez?!
-Tranquilo, Barry, solo me estoy divirtiendo un poco a tu costa. ¿Qué tiene de malo? Deberías probarlo alguna vez. Es relajante.
-Mira, Wesker, sigue diciendo tonterías...
-Y entonces, ¿qué me haras?
La expresión de absoluta diversión de Wesker se endureció repentinamente, y lo que quedó, en vez de su rostro, parecía una máscara sin ningún tipo de emoción.
Los ojos son el espejo del alma, dicen. Y con sus gafas de sol puestas, parecía como si Wesker careciera de alma.
-¿Olvidas con quién hablas, Barry? No solo sigo siendo tu capitán. También soy el hombre que tiene en la palma de su mano las vidas de tu esposa e hijas. Y soy también el hombre que decidirá si vives o acabas como un saco de carne tirado en el suelo, con un agujero de bala en el pecho, rodeado de un asqueroso charco de sangre, a la espera de volver a la vida como una criatura de pesadilla que se alimenta de otras personas, una criatura que no tiene más inteligencia que el puro instinto de supervivencia. ¿Y sabes qué haría contigo, entonces? Te soltaría en la celda donde está encerrada tu familia, para que, si aún te quedara un mínimo de consciencia, sufrieras siendo el monstruo que terminara acabando con la vida de esas pobres criaturas. Y no terminaría con ese sufrimiento hasta haber considerado que me he regodeado lo suficiente en él. Entonces volvería a pegarte un tiro, esta vez en la cabeza.
Al instante, en la máscara sin expresión que era el rostro de Wesker apareció una siniestra y cruel sonrisa.
-Pero antes tienes que pagarme todo lo que me debes. Ya sabes, de las veces que has perdido contra mí jugando a las cartas.
-Disfrutas con esto, ¿no es así?
-Como con ninguna otra cosa, viejo amigo.
-Tú eres el único monstruo que hay aquí, Wesker.
-No me cabe la menor duda.

Resident Evil    Devil May CryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora