Capítulo 11

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Chris, fuera de la habitación, avanzó hasta la puerta del fondo. Esta daba al pasillo en el que, hacía ya algunas horas antes, había encontrado a la primera de esas criaturas desmembrando a uno de sus compañeros.
Tras contárselo a Lady, y haber visto ella con sus propios ojos el cadáver, acordaron que aún no debían volver al vestíbulo.
-Los cristales de las ventanas parecen algo resistentes, si pasamos rápido se olvidarán de nosotros en cuanto nos pierdan de vista. Y si hace falta podremos encargarnos de ellos.
Al decir esto, Lady le mostró la escopeta que acababa de reparar, como para convencerle de que realmente podrían.
Así pues dieron media vuelta, llegando a donde el pasillo giraba.
Los golpes de los zombies parecían seguir un ritmo, formando una especie de horripilante canción.
-Vamos lo más rápido que podamos.- susurró Chris.
Avanzaron deprisa, pero sin correr, para no azuzar de más a los no muertos, ya bastante agitados con el simple hecho de verlos.
Había otras dos ventanas, que eran las que aporreaban las criaturas.
Llegaron a la pared del fondo, donde estaba el foco del que procedía la luz, con varios insectos revoloteando a su alrededor. Allí tan solo había el espacio suficiente para abrir una puerta metálica, la cual estaba de frente a la iluminación.
Con prisa, entraron esperando que los zombies no lograran hacer estallar el cristal.

•••

Wesker, después de explicar a Barry dónde encontrar el medallón que necesitaba, había ido hacia el despacho que Spencer mandó construir para sí mismo en la mansión.
Estaba prácticamente al lado del almacén del ala Este, así que tenía pensado pasarse a recoger alguna que otra cosa antes de bajar a los laboratorios, lo que era el motivo por el que estaba allí.
Justo ahí, según sus planes, debía estar el otro medallón, ambos con la forma del logo de Umbrella, escondido dentro de un libro hueco.
Pero allí no estaba, lo que le provocó un ataque de furia, lanzando hacia una pila de libros el falso, a la vez que gritaba.
Después de un rato, ya calmado, se arregló unos mechones de pelo que le habían caído hacia la frente, y se acomodó las gafas de sol.
Probablemente había sido el imbécil de Trevor, hacía varios años, en un inútil intento de escapar de la muerte segura que significaba la trampa que el mismo había diseñado.
Qué irónico que su propia creación, la más grande de su vida, acabaría con ella, pasando de ser una mansión a ser su propia tumba.
Y de paso sería el billete de Wesker al poder que tanto ansiaba.
La mueca de ira dio paso a una tétrica sonrisa, que reflejaba el goce que sentía con el pensamiento de Trevor sufriendo en la mansión, muriendo de quién sabía que forma horrible.
Al igual que los inútiles de los S.T.A.R.S.
«Ya veremos quién de ellos es digno de morir a manos de mi soldado perfecto»
Si alguno llegaba a sobrevivir hasta que llegara a despertarlo, claro.
La sonrisa desapareció al instante de su rostro, convirtiendo a este en la máscara desprovista de sentimientos que solía tener la mayoría del tiempo.
Tony.
Ese chulo imbécil no estaba en sus planes. De momento nada había cambiado, pero conociendo su reputación podría llegar a ser una molestia.
Aunque pensándolo bien, tal vez fuera el único capaz de llegar hasta el final.
Y le daría los mejores datos sobre su aún dormido soldado.
Wesker apretó con fuerza la mandíbula, de pie, inmóvil en la oscuridad de la habitación, como una estatua llena de odio.
Maldito mercenario de pacotilla.
«Me encargaré personalmente de que tenga una muerte lo más horrible y humillante posible»

•••

Barry Burton estaba desesperado.
Reprimió las ganas de destrozar todo lo que veía.
Hacía poco más de cinco minutos vio a Jill entrar en el baño del pasillo.
Quería contarle todo, pedirle ayuda.
Pero en lugar de eso tendría que traicionarla.
"-Y como me entere de que se lo has contado a alguno de nuestros compañeros, le pegaré un tiro en la cabeza, sea quien sea. Y luego tú y yo disfrutaremos de ver el festín que los zombies tendrán con tu familia- había dicho Wesker.
Barry no pudo hacer más que mirarle horrorizado, oír cómo decía esas palabras igual que lo invitaría a un café por la mañana.
-Me alegro de que lo entiendas.
Pareció que el desalmado capitán podía ver, o tal vez hasta sentir el temor en él.
Y que lo disfrutaba."
Tras recordar eso Barry no se acercó ni un poco a Jill. Wesker le había ordenado encontrar un trozo de metal octogonal.
Tenía que buscarlo cuanto antes. Pero necesitaba encontrar un sitio donde Jill no le encontrara.
No se sentía capaz de mirarla a la cara. Ni a Chris. Ni siquiera a Tony, que tal vez hasta había muerto, o a Lady, y los acababa de conocer esa misma mañana.
Todo esto era injusto.
Ahora estaba solo en esa pesadilla de mansión, no podría acudir a nadie.
«Kathy, Moira, Polly... saldré de esta, os rescataré, y salvaré a mis amigos, lo prometo»
Tras pensar esto, se escabulló por la misma puerta por la que se había ido Wesker.
Escuchó un fuerte golpe a través de la pared, a la vez que un chasquido húmedo.
Las mandíbulas de los perros de antes volvieron a su cabeza.
Un momento después escuchó a Wesker maldecir a través de otra puerta.
«Espero que te estés jodiendo mucho, hijo de la gran puta»
Siguió avanzando por el oscuro pasillo,y escogió abrir una puerta de metal azulado.
Daba a una especie de pasillo-jardín. Escuchó, muy ahogados por la distancia, unos gruñidos que le pusieron los pelos de punta. Mira por donde los perros salieron de su memoria.
Cerró la puerta lo más silenciosamente posible, y se dió la vuelta hacia la otra que había.
Nada más empezar a abrirla escuchó graznidos. Miró hacia arriba y vio muchos, muchos cuervos. La gran y colorida iluminación le permitió ver pedazos de carne y tela ensangrentada en varios de sus picos.
De nuevo cerrando la puerta se apoyó en la pared contraria.
«¿¡Es que esta mierda no acaba nunca!?»

Resident Evil    Devil May CryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora