3. No es no

36 4 0
                                    

Una vez entre a clases no me concentre nada, solo pude pensar en lo insoportable que era ese tal Flynn. En redes abundaba de muchas chicas, parejas y hasta abuelas que compartían publicaciones de la lluvia de estrellas.

"¡Pronto veremos la mejor lluvia se estrellas del todo el mundo!"

Apreté mis labios antes de reenviarle el post a mamá.

"Por favor!!!!!!!🥺🥺🥺🥺🥺🥺"

"Ya hablamos de eso, Sally"

"Aún podrías cambiar de idea"

"Tu debes es quedarte en casa a cuidar de ella"

"Cassandra se quedaría a cuidarla no tendría que quedarme yo"

"Y quien te cuida a ti?

Ni siquiera saber cómo llegar por Jesucristo

NO ES NO

No vas, festeja tu cumpleaños con Cassandra en casa"

Fruncí el ceño porque tenía razón. No sé cómo llegar allá, ni siquiera tengo auto, y no se que autobús tomar para llegar a mis destinos.

Es una de las grandes desventajas de estar siempre encerrada en casa, no desarrollas tu orientación.

Genial.

La campana sonó y tome mis cosas. Mis lienzos, pinceles y temperas. Apenas salí del salón no tardó en cumplir su promesa apenas escuché su voz:

—Preciosa.

—Rapunzel para ti.

—Vamos.—Pone su mano en mi hombro y yo le piso con fuerza la punta del pie para que se alejé de un salto—. ¡Mierda!

—No digas groserías.

Por fin.

He deseado decírselo la primavera vez que entro a mi casa. Al fin pude hacerlo, eso y que le he reventado los dedos de los pies.

Ja.

En vez de fulminarme con la mirada me lanza esa estúpida sonrisa con un brillo inexplicable en sus ojos

—Pensé que solo eras otra niña callada e introvertida, pero, al parecer, eres un poco interesante.

—¿Un poco? —bufo frunciendo el ceño—. Soy la chica más interesante que vas a conocer Flynn.

—Y, por lo que veo, también tienes una autoestima.

—Así es.

Flynn se acerca a mí nuevamente, pero esta vez no retrocedo. He notado que esa es su forma de intimidar, no tiene respeto por el espacio personal.

—Y ¿qué será lo que esta chica tan interesante quiere de mí?

—Tu eres el que me está siguiendo.

—¿Porque será?

—¿Será que el golpe te dejo problemas mentales?

Flynn se ríe abiertamente.

—Es increíble, no lo negaré, rubia.

Flynn se inclina hasta que nuestras caras están a simples centímetros de distancia, tenerlo tan cerca me afecta y trago grueso.

—¿Eso le dices a todas a las que torturas?

—Solo te lo digo a ti, preciosa.

Sus ojos desprenden un brillo que decido cortar con el filo de mi navaja. Noto que me quedé en silencio y siguió:

—¿No vas a la cafetería?

No iba a decirle que iba a estar sola.

—No tengo hambre.

Flynn me mira por un segundo antes de volver hablar.

—Ven, puedes sentarte a mi lado. Consideralo mi forma de disculparme por allanar tu casa.

EnredaderasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora