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Capítulo IV

El ambiente era tranquilo, estaban todos sentado en la mesa esperando a que sirvieran la comida.

-¿A qué te dedicas Vance?-. Preguntó el hombre de camisa dedicándole una mirada acogedora.

-Pues voy a la escuela y estoy en el equipo de boxeo-. Respondió algo nervioso, los interrogatorios no eran su especialidad.

-¿Qué quieres estudiar?-. Volvió a atocigarlo con otra pregunta.

-Papá ya basta, no lo interrogues como si fueras un Suegro celoso, es mi amigo y queremos comer en paz-. Interrumpió el menor entregándole unos cubiertos al rubio.

-Está bien, solo quería saber un poco más de él.

-Exacto Bruce, mi papá quiere conocer a su yerno-. La mirada que Bruce le dedicó hizo que la menor temblara un poco.

-Uh Eimy mejor por qué no le dices a papá que tal te fue en el exámen de química?-. El señor Yamada acomodó sus brazos en la mesa y dirigió su total atención a la menor.

-Eso es ser cruel Yamada-. Susurró él ojiazul dedicándole una mirada divertida.

-Oh, lo había olvidado, cuéntame hija, espero recibir buenas noticias-. Habló el mayor, Eimy se sonrojó levemente esperando a que se aburran de esperar a que hable.

-Vance y yo cenaremos en mi habitación, ustedes tienen una conversación muy importante pendiente-. Dijo levantando ambos platos de la mesa.

-Bruce hijo, ¿quieres que les lleve algo de té?

-Si mamá porfavor.

-Con permiso-. Susurró tímido el rubio acomodando la silla donde hace unos segundos estaba sentado.

Ambos jóvenes subieron las escaleras, el pelinegro sostenía ambos platos de guiso, el rubio vió la dificultad con la que subía las escaleras y se dispuso a ayudar al más bajo.
Vance estaba algo confundido, su concepto de familia no se asemejaba para nada a la que el pelinegro tenía, básicamente la familia de Bruce era una convencional, siempre unida y con buenos lazos.
La suya era algo diferente, su madre era un monstruo, explicarlo era demasiado para él, su padre casí nunca estaba así que no era alguien relevante en su vida.
Al llegar a la habitación de Bruce solo tomaron asiento y comenzaron a degustar la cena.

-Oye Vance-. Susurró con algo de miedo oculto

-Umm?, dime-. Respondió con total atención, conocía ese tono, demasiado bien.

-Nada, olvídalo-. Río un poco.

-No jodas Bruce, ahora tendrás que decirme.

Un silencio algo incómodo se presenció, ambos jóvenes se miraron fijamente, el rubio esperaba con ansias la respuesta del ojinegro. Bruce lo dudaba, realmente quería decirlo pero no quería sonar imprudente.

-¿Entonces?

-¿Siempre has sido así Vance?-. Susurró, la mirada fija del ojiazul era penetrante y lograba atemorizarlo.

- ¿Así cómo?

-Ya sabes, tu actitud, no es que sea algo malo, a mi me parece genial-. Habló acercandose un poco al rubio-. Es decir, no muchos tienen la capacidad de mandar a todos a volar, tú eres diferente, no tienes miedo de decir lo que piensas, ¡no tienes miedo de nada!

COWARD- BRANCEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora