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+No soy hablante nativa. Hace cuatro años que no estudio español. Perdón por los errores. Espero que pueden entender algo.+

-Siento que la llama se ha apagado

-¿Por tu parte o por su parte?

-Por su parte. Por ella, mi llama permanecerá para siempre.

Chaeyoung miró a su amiga con sorpresa. Nayeon parecía estar tan enamorada, pero Jeongyeon le decía lo contrario.

-No saques conclusiones precipitadas. Tal vez solo está ocupada con el trabajo.

-Es verdad pero... Cada vez que llega a casa cocina algo rápido y luego nos vamos a dormir. Ya sabes... No tenemos una vida muy activa desde ese punto de vista.

-Hablar de esto era lo último que quería hacer pero... ¿Con qué frecuencia lo hacéis?

-Sólo una vez en los últimos tres meses. Esta vez no lo estaba haciendo con tanta pasión como al principio. Yo creía en nuestra relación pero para ella era solo la emoción del momento. Chae, creo que me dejará en unos momentos.

Mina entró con tres tazas de té y las colocó en la mesa de cristal de la sala de estar. Miró a Jeongyeon y vio el dolor en sus ojos. Había escuchado todo, porque Jeongyeon no tenía secretos para las dos chicas.

-Jeong, ¿has intentado hablar de eso con ella?- preguntó la japonésa.

-Estáis juntad desde hace tres años. No puedes rendirte ante la primera señal de advertencia- le dijo Chaeyoung.

-Sabéis... Quería pedirle que se casara conmigo- Los ojos de Jeongyeon se llenaron de lágrimas- Pero ahora... Todo es en vano

-¡No hagas eso! Tienes que luchar por tu amor. Hable con ella.
Pregúntale qué está pasando. Pregúntale si es tu culpa, si hay algo que puedas hacer, tienes que luchar.
¡Mi*rda! ¡Tienes que luchar!- Las dos últimas exclamaciones Chaeyoung le había gritadas.

Mina no había hecho nada para detenerla porque sabía que su novia tenía toda la razón.

-Jeong, si realmente te importa de ella, hazlo. Puede que haya habido un malentendido

Jeongyeon estaba escuchando a las dos chicas con lágrimas corriendo por sus mejillas. Sabía perfectamente que tenía que hablar con ella. No podía dejar ir a Nayeon como si nada hubiera pasado.

Jeongyeon llegó a casa a las once de la noche. Había pasado toda la noche con Mina y Chaeyoung, tratando de averiguar qué hacer. Encendió la luz del pasillo y trató de no despertar a Nayeon. Compartir la cama con ella le daba ganas de llorar, porque ahora parecía que no quedaba nada entre las dos.

-Has vuelto- dijo una voz que venía de la cama.

-Estás despierta- dijo Jeongyeon.

-Bienvenida...- Cogió su teléfono y miró la hora -A las once de la noche

-Nayeon, tenemos que hablar

-Mh

-¿Puedo encender la luz? Necesito mirarte a los ojos

Nayeon se sentó en la cama y encendió la luz con el interruptor al lado de la mesa de noche. Miró a su novia y vio sus ojos rojos.

-¿Estas drogada?

-¿Qué? ¡No! Sabes que tengo miedo de estas cosas

-Entonces lloraste. ¿Pasó algo?- le preguntó Nayeon, volviendo a su tono preocupado. Ese tono que tanto le gustaba a Jeongyeon. Ese tono que la hacía sentir amada.

-Exactamente. Eso es lo que me gustaría saber: ¿pasó algo? Nay, has estado rara durante tres meses. Parece que ya no te gusto. Llegas a casa por la noche, cocinas y te vas a dormir. Te levantas temprano por la mañana y solo duermes los domingos. Nuestra relación ahora es pasiva

-Jeongyeon, solo estoy llena en el trabajo. Sabes que soy la secretaria de Jeon Jungkook y él está ocupado. Cada vez que llego a casa estoy agotada porque estoy estresada. Tengo que trabajar para él pero también asistir a cursos de grado. ¿Crees que es fácil? Lo siento si te sentiste descuidada

Esa voz tan sincera y llena de resentimiento. Jeongyeon estaba feliz de saber que nada se había roto entre ellas. Sabía que Nayeon necesitaba dormir, así que decidió que hablaría sobre su necesidad de amor otro día. Apagó la luz y se acostó a su lado.

-Quitate la ropa. Sabes que odio que estás vestida en la cama

La misma vieja dictador que tanto le gustaba a Jeongyeon había regresado. La chica sonrió y se levantó sin protestar. Recogió su pijama, se lo puso rápidamente y luego se acostó junto a Nayeon, abrazándola por detrás. Nayeon ya estaba dormida ahora.

A la mañana siguiente, Nayeon se despertó tan temprano como siempre. Sintió los brazos de Jeongyeon envueltos alrededor de su cintura y sonrió. Se los quitó suavemente y se puso de pie, mirando a su novia de quien se enamoraba más y más cada día. Sin embargo, tenía otras cosas que hacer además de mirar la cara de Jeongyeon. Fue al baño y comenzó a prepararse para un nuevo día.

Jeongyeon se despertó y, como de costumbre, el asiento a su lado estaba vacío. Suspiró y abrazó la almohada que todavía olía a Nayeon. Quería que su novia volviera a sonreír. Le dolía verla siempre con cara seria pero también cansada y estresada. La alarma sonó, señalando que eran las siete y media. Jeongyeon se puso de pie, lista para comenzar un nuevo día en su bar. Su sueño era abrir un restaurante como su padre, pero aún tenía mucho que aprender. Tenía un título en cocina, pero aún se estaba especializando.

Fue en el bar donde Nayeon y Jeongyeon se conocieron por primera vez.

-Perdón, ¿podrías darme un brioche YeonYeon?- preguntó una chica, pidiendo un brioche de chocolate.

-Por supuesto, señorita- le dijo Jeongyeon.

-¿Por qué YeonYeon?- preguntó otra chica.

-Mi nombre es Jeong Yeon. Mi abuela solía llamarme YeonYeon cuando era niña. Le prometí que abriría un bar pero murió antes de que pudiera hacerlo. Por eso llamé el bar YeonYeon.

Las dos chicas sonrieron, mientras Jeongyeon le daba a la primera su brioche.

-Mi nombre también termina con Yeon- dijo la chica que había pedido el brioche.

-Na Yeon- dijo la otra chica -Y yo soy Momo

-¿Llevas mucho tiempo abierto?- le preguntó Nayeon.

-Por solo dos meses

-¿Quieres trabajar aquí el resto de tu vida?- le preguntó Momo.

-Mi objetivo es tener un restaurante pero estoy empezando

-¡Perdóneme! ¿Puedo tomar un capuchino?- preguntó un señor en una mesa.

-Me tengo que ir- les dijo Jeongyeon, girándose para hacer el capuchino.

-Esta es tu oportunidad. ¿No necesitas un trabajo de medio tiempo?- le preguntó Nayeon a Momo en voz baja.

-Trabajar en un bar es la mejor opción y ella parece necesitar una ayuda. Jeongyeon también me parece una buena persona- susurró la japonesa a su mejor amiga -Perdóname, déjame ayudarte.

Momo se fue detrás del mostrador y atendió a una pareja que acababa de llegar, dándoles croissants. Jeongyeon fue a traer el capuchino y el agua al señor, luego regresó al mostrador.

-¿Estás buscando empleados? Necesito trabajo- le preguntó la japonesa.

-¿De verdad quieres ayudarme? Sería perfecto- dijo Jeongyeon.

¿Tenéis los pañuelos?

YeonYeon|2YEON|ESPDonde viven las historias. Descúbrelo ahora