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La vi dar un par de vueltas por el lugar, se notaba un poco inquieta, lo cual me llamó la atención, sin embargo con el pasar deos minutos sirvió la comida como si nada pasara.

— Bueno, ahora sí — Se sentó frente a mi dejando caer su cuerpo en la silla — ¿Qué te trae por aquí?.

— La vi anoche en el bosque con sus sucias brujas — Le di una cucharada al caldo, que por cierto estaba delicioso.

— Pues con todo respeto, ellas si se bañan, no como otras —  Movio su mano frente a su nariz para hacer referencia a mi.

— En mi defensa, Alfonso me dejó tirada aquí afuera, en medio de la noche, y me tocó caminar hasta la aldea.

— Ay, pobrecita — Rió — Eso te pasa por metiche.

— Solo hago mi trabajo. En fin, se le acusa de brujería y pacto con el diablo.

— ¿Qué? — Frunció el ceño.

— Así es, ¿qué le pusiste a esta comida? Está deliciosa — Probé otra cucharada.

— Ahí lavo mis enaguas — En ese momento tiré todo lo que tenía en la boca — Es broma, tiene varias especies.

— Entiendo, usted es muy... rara, ¿se expresa solo con bromas?.

— No hables así, niña. Me siento como si fuera una... delicada princesa — Probó su comida — Me puedes tutear.

— Okay.

— ¿Me puedes decir qué tipo de señales hay en el pueblo? Que según ustedes se deben a brujería.

— Peste.

— Es una enfermedad muy contagiosa, es normal que se propague, más aún si entran y salen comerciantes.

— Es brujería, ¿cómo explicás los olores putrefactos?.

— Ash, como tú digas... — Le dio una probada a su caldo mientras rodaba los ojos — Y los olores de seguro han de ser por el pedo que me fui a echar a tu mugriento pueblo.

— Hey — La miré mal y sigue comiendo — Necesito que confíes frente al padre marco, eres una bruja, yo te vi.

— Ustedes acusan de brujería o pacto con el diablo a todo aquel que tenga sus mismas creencias o costumbres, es algo estúpido.

— No es así — Defendí a los míos — De verdad le sirven al diablo, de besan entre ustedes, me dan... asco — Recordé la escena que había visto y sentí algo en mis entrañas.

Su semblante se volvió serio y luego se puso de pie.

— Me aburriste preciosa — Me tomó del brazo — Ya comiste, ahora te puedes ir.

— Tú te vas conmigo.

— ¿Si?... — Mostró una sonrisa malévola — ¿Y qué harás conmigo?.

— Pues... yo, yo... te llevaré al monasterio y allí te quemarán viva.

— No tienes pruebas, bonita. Mi dentadura es perfecta... — La mostró en una sonrisa — Huelo delicioso y además... — Se acercó peligrosamente a mí cuerpo, logrando que su rostro quedará muy cerca del mío. Nuestro labios estaban a una distancia mínima— Puedo jugar con las personas.

Algo dentro de mi pedía a gritos que la distancia se desvanecera, sus labios me llamaban.

— Yo...

Temptation  // VerAna //Donde viven las historias. Descúbrelo ahora