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- ¡Alto! Bajen sus espadas - Ordenó Fausto. Su rostro demostraba temor y emoción a la vez.

Los guardias rápidamente obedecieron a sus palabras y él se acercó a mi para observarme con atención, al parecer aún no creía que era su querida hija quien estaba allí frente a frente.

- Verónica - Susurró.

- Así es.

- Has vuelto. No sabes cómo te extrañe mi niña - Hizo el intento de abrazarme, sin embargo logré esquivarlo - ¿Qué sucede?.

-¿Qué sucede?- Reí sarcástica - Sucede que después de que me fui del reino te encargaste de ensuciar ni nombre. Durante años no pude estar en paz porque no tenía más opción que esconderme y dejar a todos aquellos que conocía y amaba.

- Lo hice por tu bien. Para que volvieras y te encontrarás a salvo en el reino, un padre necesita proteger a sus hijos.

-¡¿También cuenta como protección el enviarme a capturar como a un animal?!

-Yo...

- No hace falta que mientas. Me querías ver muerta porque solo así no me podría revelar contra ti y tomar lo que me pertenecen.

- Por supuesto que no, Verónica. Yo de verdad te quería a salvo, siempre has sido mi princesa y....

-¡Ya basta;- Grité extendiendo mi mano y así logré que volará por los aires para luego caer al suelo - Ni siquiera se atrevan - Dije sin mirar a los guardias que de seguro estaban con la espada en mano.

De inmediato sentí como daban un paso hacia atrás, no pude evitar mostrar una sonrisa malévola para luego caminar hasta donde se encontraba mi querido padre.

- Verás, Fausto. Las cosas no serán tan fáciles como creías, ya no soy una jovencita a la que puedes asustar o encerrar en una habitación para deshacerte de ella.

Puse mi pie en su garganta, estaba dispuesta a matarlo.

-¡Déjalo, por favor!... Está enfermo- Hablo alguien desde la puerta.

En cuanto me giré pude ver qué se encontraba una mujer bastante alta, de su mano iba una niña de no más de ocho años. Ambas estaban aterradas y me miraban suplicantes.

- Elsa, vete - Ordenó Fausto intentando ponerse de pie.

Tuve que retirar mi pie de dónde estaba para que no creyera que yo de verdad era una persona mala.

- Papi- Chilló la niña.

- Beatriz, no te preocupes. Solo estábamos jugando, quedate junto a mamá.

Fue ahí donde comprendí todo lo que estaba sucediendo, esa niña era hija de Fausto y por ende también mi hermana.

- Pero te hizo daño, yo la vi, ella es mala.

- No, no lo soy. Por favor no temas - Hice el intento de acercarme a ella.

- No la lastimes Verónica - Habló el mayor - A mi puedes hacerme lo que quieras, pero ella es una niña apenas.

Reí sarcástica y lo miré atentamente.

-¿Que te hace creer que le haré daño? No soy como tú.

-¿Eres Verónica?- Preguntó la mujer.

- Así es- Contesté con una pequeña reverencia, aún no perdía la costumbre - Veronica Castro, princesa de Scáth Glas.

Temptation  // VerAna //Donde viven las historias. Descúbrelo ahora