~15~

209 21 0
                                    

Pov Ana

Que lindo era despertar en camas tan suaves como las del monasterio, no podía negar que aquel extraño sueño me tenía un poco descolocada y con una gran pena en mi corazón. Veronica y Cristian no existan, ese era mi aflicción.

– Tremendo susto que me diste, pensé que te habías muerto – Escuché la voz de Aracely a lo lejos.

– Ya deja de joder y ve a preguntarle a los monjes si está listo el desayuno.

Intenté sentarme en la cama pero una punzada en mi abdomen me hizo recostar nuevamente. Cerré los ojos por el dolor y solté un pequeño grito.

– Hay veces en las que me preguntó si de verdad eres estúpida o te haces morena tonta – La cama se hundió un poco, ella se había sentando para revisar la herida – Ya está mejor.

– Aracely, ¿que me pasó?– Chillé.

– Lamento desilusionarte, pero no soy Aracely. Sino la perra desconsiderada que utilizó magia para seducirte.

Abrí los ojos de golpe y la vi, estaba allí a mi lado. No había sido un sueño. No pude evitar abrazarme a su cintura y apoyar mi cabeza en su abdomen.

– No fue un sueño, eres real.

–Por supuesto que soy real, sé que mi belleza no es de esté mundo pero creo que estás exagerando.

– Estoy contigo – Susurré al borde del llanto.

–¿Ana? ¿Vas a llorar?– Se burló.

Hice pucheros y sin querer me salió un quejido.

– Ay no, si vas a llorar.

Me alejó de ella y la miré asustada, sin embargo lo hizo para darme un abrazo y recostarse a mi lado. Me sentí bien inmediatamente, el calor de su cuerpo me tranquilizaba y me hacía sentir segura, además de que siempre olía muy bien.

–¿Por qué viniste?– Pregunto jugando con mi cabello.

– Porque eres una bruja y aún estás abajo mi custodia.

– Ana…– Regaño divertida.

– Está bien. No podía estar lejos de ti, te extrañe en cuanto te fuiste.

– Pensé que estabas enfada, ese día… te escuchabas tan dolida y rota.

– No, Veronica. Lo que dije fue para que salieras de ese lugar, de lo contrario te iban a quemar viva o quizás a torturar frente a todos.

– ¿Y aún así quieres que vuelva contigo?.

Quedé pensando por un momento, tenía razón.

– Bueno, no es necesario que vivamos en el pueblo o en tu choza. Podemos hacer una casita mucho más adentro del bosque, en donde nadie pueda llegar por miedo a que les aparezca alguna bestia.

–¿Por qué habrían de tenerte miedo?– Se burló.

– Espera, ¿qué?– Fruncí el ceño.

– Nada, nada. Ahora creo que es momento de que despierte a Cristian, durmió toda la noche y ya casi es medio día.

–¡Cristian!– Dije de inmediato, ya se me estaba olvidando… otra vez –¿Dónde está?.

– Ahi– Señaló el otro lado de la cama.

Estaba escondido entre las cobijas, ni siquiera había tomado que dormía junto a mi.

Temptation  // VerAna //Donde viven las historias. Descúbrelo ahora