Capítulo 2.

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De ser honor o ser desconfiado.

Bueno empecemos de nuevo.
Coro de la iglesia Santa Margarita.
Los niños de 7 a 9 años de edad cantan el coro cada domingo de misa en esta iglesia mi madre dice que hay que ser creer que no ser que crea, los demás niños cantaban con sus libros en mano todos volteando a ver la que nos dirigía el coro y al final de lado izquierdo estaba yo.
Al momento me toco cantar el solo, salimos todos de la iglesia de momento siento como alguien camina detrás de mi camino hacia otra dirección aceleró un poco mis pasos, de pronto me toman me pegan contra la pared de un callejón que casi se ve un poco de luz.
-No hice nada.
-No quiero nada de ti, quiero tus cosas rápido saca lo que traes.
-No tengo nada. - deje de mirar al hombre, sentí como su navaja apuntaba hacia mí estómago.
-Si traes andale sino morirás aquí en la oscuridad. - saqué mi cartera que llevaba cambio, mi smartphone, el reloj que me lo regalaron y nada más. - Bien aun así no te salvas de esta. - me golpea en la cara se echa correr a toda prisa el ladrón. Me levante al sentir el dolor en mi rostro recogí mi mochila continúe caminando la lluvia llegó me faltaban dos y media calles para llegar a casa, paso la calle llego al subir los escalones abro la puerta que pude salvar de ese ladrón.
Abrí la puerta lo cerré me siento frío y mojado mi paraguas se rompió antes de que la usará, sale de un cuarto del lado izquierdo era nuestra nana Elizabath.
-Joven Austin, ¿porqué estas así?
-Apenas acabó de llegar desde el coro nana.
-Vaya, pero el coro se ve que no está dando buenas opiniones ante eso.
-La verdad no lo hicieron ellos me... - respire profundo.
-Austin William Rogers Hannibal, dime la verdad aun así lo sabre tarde o temprano.
Respire de nuevo dejé de mirar a Elizabath.
- Esta bien, me robaron. - su reacción fue sorprendida.
-Ve a tu habitación te cambiaras de ropa, en seguida subo. - ella se va de repente.
Elizabath fue a dejar las cosas con las sirvientas.
-Deja eso a la habitación de la señora por favor. - asintió la joven.
Gira la derecha al entrar un cuartito toma su libreta agarra el teléfono que tiene en su pequeño escritorio, aprieta cada tecla de numero para marcar momento suena y entra la llamada.
-Oficinas Vanfort.
-Habla la señora Elizabath con la señorita Rogers de favor, gracias.
-Buenas tardes señora, es mejor que venga a la casa temprano para la cena.
-¿Porque nana?
-Es sobre su hijo Austin.
Me quitaba la ropa mientras venía nana, me metí al baño cerré la puerta pegue mi cabeza en la puerta empecé a llorar al preguntarme en mi mente ¿porqué soy tan débil?, resbale solo caían mis lágrimas tocaron la puerta.
-Un momento. - nuevamente tocaron más recio. - ¡Dije un momento! - alce mi voz abrí la puerta era mi hermana Jackelyn.
-Vaya, se nota que Dios da batallas a guerreros que son débiles.
-Porque no me dejas en paz. - salí del baño camine.
-Sabes papá se daría cuenta de que tiene un hijo debilucho que ni siquiera se pudo defender en la escuela.
Gire la mire. - No fue en la escuela me asaltaron si tonta, ademas papá no está aquí porque no tenemos solo un padrastro que con trabajos nos ve solo vine de visita por mamá no por nosotros, si sacaras tu cara de no tener padre ausente no lo hagas conmigo como lo haces con los demás en la escuela.
Me fui de ahí dejarla sola, entra nana.
-Bien joven cito te tomaras un baño, tendrás tu ropa arreglada para la cena de esta noche.
-Pero mi madre no viene a cenar hoy, cena con mi casi padrastro.
-No van a venir a cenar con ustedes como en familia.
¡Oh no!
En la cena los demás se sentaron pero como siempre faltan mi hermano mayor, yo soy del medio y mi hermana la última, los otros dos hijos la niña Jazmin y el niño Enrique, los hijos de la pareja de mamá.
Nos quedamos sentados nada más nosotros hasta esperar que lleguen nuestros padres.
Todo estaba silencio de repente llega el ruido eran nuestros padres, entran al comedor.
-Hola chicos. - saluda. Raúl.
-Hola niños, ¿cómo están? - mi hermana esperaba el beso de todos los días pero la ignoro me besó a mí. - Hola mi niño ¿como estas? - me mira fijamente.
-Bien madre.
-De acuerdo.
-Hola mami.
-Hola hija. - lo decía seco, que solo Jackelyn se quedaba en seco. - Bueno, hola muchachos, ¿cómo les fue en su tarde?
-Bien. - dijimos juntos.
-Que agradable, Elizabath. - sale Elizabath.
-Si señora.
-Pueden traer la comida de favor.
-Claro señora.
-Gracias, bueno esta vez fue diferente ya que este día nos tocaba cena juntos pero ahora nos toca cena en familiar, ya que me avisaron de que Austin tuvo un problema cuando salió de su coro, la verdad quiero que tengan cuidado ya que les pediré guardia en casa y en su compañía cuando vayan hacer cosas que ustedes realicen....
-de un momento interrumpió era el mayordomo que le susurraba a su oído. - Permitenme un momento muchachos, con permiso. - se levanta mi madre de la silla del comedor se fue de ahí.
-Con que seguridad eh, papá que dirías tu en caso de Austin. - Raúl quito la vista de su smartphone al voltear a verme.
-Si, es muy débil de tu parte Austin deberías defenderte, no están barato que digamos poner guardaespaldas en todos nuestros lados eso seria perdida de dinero.
-Lo único que eres un tacaño, solo porque tratan de proteger a la familia y lo único que haces es no gastar ni un dólar en nosotros.
-No me hables así no tienes derecho de hablarme. - se levantó de la mesa. - ¡Yo soy tu padre!
Enseguida me levanto de ahí. - ¡Y yo no soy tu hijo, no eres mi padre!
Entra mi madre del salón.
-¿Qué está sucediendo?
-Preguntale a tu esposo, yo me largo.
-Pero Austin no has comido.
-No tengo apetito.
Me fui de ahí cerrando con fuerza la puerta, solo subir los escalones del cuarto, pero me quedé quieto, subí otro piso más alto al llegar al cuarto abandonado que era un especie de sótano, se podría precisar el paisaje mamá subía las cosas de mi padre, como sus constelaciones, sus mapas, su mini telescopio, etc de cosas que tenía en su escritorio, en un salón que ahora lo ocupa mi madre, solo senté en la ventana me quede mirando la vista, desearía poder estar con mi papá o convivir con mi madre así con mi padre pero es difícil no se siento que no confío en ella.
En la oficina de la señora.
-Llamaron señora.
-No puede ser, ¿ya colgaron?
-No de hecho esta en espera. - el mayordomo entregó el teléfono a la señora lo tomo apretó el número al hablar.
-Habla Dafne, ¿que ocurre con ella doctor?
-Despertó señora, su sobrina despertó hace unos instantes. - se quedó sorprendida que solo pensar que los electrochoques la iban afectar tanto a su sobrina.

Daysy Stacy Donde viven las historias. Descúbrelo ahora