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Habían pasado aproximadamente diez años desde el día en que los Middleton se despertaron y encontraron a su sobrina en la puerta de entrada, pero Privet Drive no había cambiado en absoluto. El sol se elevaba en los mismos jardincitos, iluminaba el número siete de latón sobre la puerta de los Middleton y avanzaba en su salón, que era casi exactamente el mismo que aquél donde el señor Middleton había oído las ominosas noticias sobre las lechuzas, una noche de hacía diez años.
Sólo las fotos de la repisa de la chimenea eran testimonio del tiempo que había pasado. Diez años antes, había una gran cantidad de retratos de lo que parecía una jirafa rosada con gorros de diferentes colores, pero Cassidy Middleton ya no era una niña pequeña, y en aquel momento las fotos mostraban a una chica grande y castaña montando su primera bicicleta, en un tiovivo en la feria, cocinando divertidamente con su padre, y siendo besada y abrazada por su madre...
La habitación no ofrecía señales de que allí viviera otra niña. Sin embargo, Hermione Granger estaba todavía allí, durmiendo en aquel momento, aunque no por mucho tiempo. Su tía Rosemary se había despertado y su voz chillona era el primer ruido del día.
—¡Arriba! ¡A levantarse! ¡Ahora! Hermione se despertó con un sobresalto. Su tía llamó otra vez a la puerta.
—¡Arriba! —chilló de nuevo. Hermione oyó sus pasos en dirección a la cocina, y después el roce de la sartén contra el fogón. La niña se dio la vuelta y trató de recordar el sueño que había tenido. Había sido lindo. Había una moto que volaba. Tenía la curiosa sensación de que había soñado lo mismo anteriormente. Su tía volvió a la puerta.
—¿Ya estás levantada? —quiso saber.
—Casi —respondió Hermione
—Bueno, date prisa, quiero que vigiles el beicon. Y no te atrevas a dejar que se queme. Quiero que todo sea perfecto el día del cumpleaños de Cassie.
Hermione gimió.
—¿Qué has dicho? —gritó con ira desde el otro lado de la puerta.
—Nada, nada... El cumpleaños de Cassidy... ¿cómo había podido olvidarlo?
Hermione se levantó lentamente y comenzó a buscar su vestido rutinario. Lo encontró debajo de la cama y, después de sacar una araña de este, se los puso. Hermione estaba acostumbrada a las arañas, porque la alacena que había debajo de las escaleras estaba llena de ellas, y allí era donde dormía. Cuando estuvo vestida salió al recibidor y entró en la cocina.
La mesa estaba casi cubierta por los regalos de cumpleaños de Cassidy. Parecía que ésta había conseguido la cocina de juguete que quería, por no mencionar el segundo televisor y la bicicleta de carreras. La razón exacta por la que Cassidy podía querer una bicicleta era un misterio para Hermione, ya que Cassidy aborrecía el ejercicio (y además era estereotípicamente para niños...), excepto si conllevaba pegar a alguien, por supuesto.
El saco de boxeo favorito de Cassidy era Hermione, pero no podía atraparla muy a menudo. Aunque no lo parecía, Hermione era muy rápida. Tal vez tenía algo que ver con eso de vivir en una oscura alacena, pero Hermione había sido siempre flaca y muy baja para su edad. Además, parecía más pequeña y astuta de lo que realmente era, porque toda la ropa que llevaba eran prendas viejas de Cassidy, y su prima era cuatro veces más pequeña que ella.
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La Chica Dorada... | #PGP2024
FanfictionHermione Granger se ha quedado huérfana y vive en casa de sus abominables tíos y de su insoportable prima Cassidy. Hermione se siente muy triste y sola, hasta que un buen día recibe una carta que cambiará su vida para siempre. En ella le comunican...