𝐁𝐨𝐨𝐤 𝐎𝐧𝐞 ✔ | 𝐋𝐢𝐥𝐲, 𝐏𝐞𝐪𝐮𝐞ñ𝐚 𝐑𝐢𝐝𝐠𝐞𝐛𝐚𝐜𝐤 𝐍𝐨𝐫𝐮𝐞𝐠𝐚

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XIV

Sin embargo, Trelawney debía de ser más valiente de lo que habían pensado. En las semanas que siguieron se fue poniendo cada vez más delgada y pálida, pero no parecía que su voluntad hubiera cedido. Cada vez que pasaban por el pasillo del tercer piso, Hermione, Ginny y Harry  apoyaban las orejas contra la puerta, para ver si Fluffy estaba gruñendo, allí dentro. 

Umbridge seguía con su habitual mal carácter, lo que seguramente significaba que la Piedra estaba a salvo. Cada vez que Hermione se cruzaba con Trelawney, le dirigía una sonrisa para darle ánimo, y Ginny les decía a todos que no se rieran del tartamudeo de la profesora. Harry, sin embargo, tenía en su mente otras cosas, además de la Piedra Filosofal. Había comenzado a hacer horarios para repasar y a subrayar con diferentes colores sus apuntes. 

A Hermione y Ginny eso no les habría importado, pero los fastidiaba todo el tiempo para que hicieran lo mismo. 

—Harry, faltan siglos para los exámenes, no te preocupes tanto... 

—Diez semanas —replicó Harry—. Eso no son siglos, es un segundo para Perenelle Flamel. 

—Pero nosotros no tenemos seiscientos años —le recordó Ginny—. De todos modos, ¿para qué repasas si ya te lo sabes todo? 

—¿Que para qué estoy repasando? ¿Estás loca? ¿Te has dado cuenta de que tenemos que pasar estos exámenes para entrar en segundo año? Son muy importantes, tendría que haber empezado a estudiar hace un mes, no sé lo que me pasó... 

Pero desgraciadamente, los profesores parecían pensar lo mismo que Harry. Les dieron tantos deberes que las vacaciones de Pascua no resultaron tan divertidas como las de Navidad. 

Era difícil relajarse con Harry al lado, recitando los doce usos de la sangre de dragón o practicando movimientos con la varita. Quejándose y bostezando, Hermione y Ginny pasaban la mayor parte de su tiempo libre en la biblioteca con él, tratando de hacer todo el trabajo suplementario. 

—Nunca podré acordarme de todo! —estalló Ginny una tarde, arrojando la pluma y mirando por la ventana de la biblioteca con nostalgia. Era realmente el primer día bueno desde hacía meses. El cielo era claro, y las nomeolvides azules y el aire anunciaban el verano. Hermione, que estaba buscando «díctamo» en Mil hierbas mágicas y hongos no levantó la cabeza hasta que oyó que Ginny decía: 

—¡Pomfrey! ¿Qué estás haciendo en la biblioteca? 

Pomfrey apareció con aire de sorpresa, escondiendo algo detrás de la espalda. Parecía muy fuera de lugar; con su típico uniforme. 

—Estaba buscando un par de libros para remedios —dijo con una voz evasiva que les llamó la atención—. ¿Y ustedes? —De pronto pareció sospechar algo—. No estaran buscando todavía a Perenelle Flamel, ¿no? 

—Oh, la encontramos hace siglos... —dijo Ginny con aire grandilocuente—. Y también sabemos lo que custodia el perro, es la Piedra Fi... 

—¡Silencio! —Pomfrey miró alrededor para ver si alguien los escuchaba—. No pueden gritarlo a los cuatro vientos como si nada!

—En realidad, hay unas pocas cosas que queremos preguntarte —dijo Hermione— sobre qué cosas más custodian la Piedra, además de Fluffy... 

La Chica Dorada... |  #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora