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Este capítulo va dedicado a esas tres personas que me han motivado activamente con sus comentarios y votos. Se les quiere <3 También a aquellas personas que solo leen, pues yo he sido ustedes.

A todes: les tqm <3


ADVERTENCIAS.

+Organización textual diferente. Lean con cuidado, puede llegar a ser confuso.

+Capítulo sin corregir, porque el que tenga miedo a morir que no nazca.

***

La luz del sol se colaba entre las cortinas naranjas de su habitación, golpeando directamente a su rostro. Un gruñido salió de lo más profundo de su garganta y se acomodó en la cama, jalando las sábanas para cubrirse la cabeza por completo. La resaca que tenía era monumental a pesar de no haber bebido tanto la noche anterior. No recordaba nada a excepción de haberse acercado a un hombre de su edad, después de eso, nada.

Pasó saliva sintiendo la boca pastosa, como si estuviese intentando tragar aserrín. El desagradable sabor de la cerveza mezclado con sus preciados cigarrillos de menta le hicieron fruncir el gesto, sintiéndose atacado bruscamente por las náuseas. Con los ánimos por el suelo se levantó de la cama para casi salir arrastrándose hacia su baño. ¿Cómo había llegado a casa anoche? Abrió la puerta del baño de un empujón y se inclinó hacia el inodoro, sacando por medio de arcadas el malestar que parecía iniciar en su estómago.

Sus manos estaban aferradas a la taza del baño, sintiendo su tripa vaciarse con velocidad. Cuando terminó, tiró de la cadena y se levantó como pudo para verse al espejo del lavamanos. Su cara estaba hecha un desastre. Tenía vómito en la barbilla, la nariz y las mejillas rojas; miró sus manos mientras las enjuagaba, limpiando las salpicaduras que tenía en estas. ¿Por qué le dolía tanto el cuerpo? Enjuagó su boca y cara y cerró la llave del agua. Arrastró los pies de nuevo hasta la cama.

Tenía los ojos clavados en el suelo, el ceño fruncido y el estómago revuelto. Ni siquiera se molestó en revisar la cama antes de acostarse, de haberlo hecho habría visto el cuerpo al otro lado de la cama durmiendo profundamente. Su sistema comenzó a exigir agua y una aspirina. ¿Cómo había terminado en ese estado? Se levantó aún sin notar la presencia a su lado, hasta que un quejido reventó su burbuja.

Con terror de descubrir al dueño de la voz, se giró despacio, notando su corazón palpitar con fuerza en su pecho. El golpeteo en sus oídos lo aturdió momentáneamente, mareándolo antes de si quiera terminar de girar. La sangre en su cuerpo pareció desaparecer tan súbitamente que creyó desmayarse, e incluso llegar considerar que seguía dormido, sin embargo, el quejido se repitió, pero entonces pudo escucharlo con claridad.

No era un él, era un ella.


***


—Amigo, sé que esto es complicado, pero por favor, compréndeme —dijo Henry, viéndose al espejo mientras arreglaba su cabello.

Jasper se cruzó de brazos y caminó hasta donde estaba, insistiendo en no dejar el tema de lado. La noche anterior había intentado tener esa misma conversación con él y éste solo dijo que no quería hablar de ello. Miró la silueta de su amigo mover sus manos de aquí para allá sobre su cabellera, haciéndolo recordar las veces que él mismo le había acariciado de esa forma el cabello antes, cuando lo consolaba.

El hueco que sintió en su estómago lo hizo fruncir los labios.

—Henry, por favor —suplicó, tocando su hombro—. Ya has llorado mucho, no quiero que sigas llorando por imbéciles —ladeó la cabeza levente para poder ver el rostro del rubio—. Él también te hizo llorar...

Henry, las casualidades no existen [Henray]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora