4.- Temporada de té

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La luz entrando por el marco de la ventana y un aire primaveralmente helado corriendo por el ático para congelarle todo el cuerpo fue lo que le despertó a pesar de parecer que jamás despertaría.

La conciencia entraba a su cuerpo poco a poco y de manera irónica rápidamente deseó no estar consciente.

Se sentía derrotado, completamente hecho mierda, como si le hubiera pasado un maldito trailer con cerditos en cima, humillado, destrozado como papel maché en fechas de Halloween, como borracho levantadose un lunes a las 6 am por su horrible alarma pero sintiendo su alma cogida por Satanás... En pocas palabras, seguramente un estudiante de séptimo semestre de medicina durmió más que él ese día.

-Ayuda.- gimió suavemente cuando se dió cuenta que no sentía ninguna parte de su cuerpo gracias al acogedor, encantador y repugnante frío que seguramente le había dejado escarcha por en cima suyo. El primer movimiento que intentó realizar fue mover uno de sus dedos para asegurar que no se le caería el brazo como un pedacito de paleta por la tensión acumulada en sus músculos, pero grande fue la sorpresa que se llevó cuando su dedo tardó tanto en moverse como si fuera el cuerpo de un caracol. Cualquiera hubiera podido pensar que Kook estaba levantándose de un coma por hipotermia o algo así.

-No puedes ser así de inútil, Jeon Jungkook- y cometió la peor autolesión de su vida. Se sentó de jalón sin esperar a entrar ni en el calor de una tacita de té. Puede jurar que aún recuerda como su cuerpo estaba tan tenso como un acróbata novato la primera vez que subió al trapecio sin ayuda de nadie y fue tan fácil de quebrar como una rama reseca.

Su espalda estaba emitiendo ruidos que a cualquiera que los escuchara afirmaría con seguridad que se trataba de una matraca humana, tenía el cuerpo tan helado como un cubito de hielo y; por último, pero no menos importante, su cerebro rogaba a gritos dormir como puto muerto y no volver a levantarse de la cama hasta tener la batería de un auto eléctrico de séptima generación.

-A la cuenta de tres voy a llorar- murmuró con evidente y decadente ánimo de vivir.-Zeus, mentí. A menos de que hagas que mi vida dé un giro de 180 grados en este lugar de mierda, no volveré a respetarte ni a ti ni a tu cultura de pacotilla.

De igual manera no es como que respetara mucho a las religiones (característica mal interpretada de su maestro de vida, Nietzche), pero por alguna razón su maestro Maquiavelo le susurró al oído que seguramente sería buena idea chantajear al destino.

Honestamente no es como que tuviera todas las ganas de salir de esa patética habitación a ver a la patética gente que seguramente se encontraba esperándolo con un patético sermón tan grande como su -no patética- verga para reclamarle la importancia de la obediencia y el buen trabajo desde temprano, pero tenía que elegir entre eso seguir lamentándose en el piso lleno de polvo y ruidosos grillos para auto provocarse una alergia tan disgustante como el chico de ayer.

Oh, el chico de ayer...

Un estúpido, enano, rubio, bonito y sonrojado idiota fue su primer pensamiento en el día. Que augurio tan bueno para empezar su estancia en idiotilandia. No quería, no quería pensar en el irrelevante mocoso ese!! Sencillamente sabía que si pensaba demasiado en él, probablemente reuniría el coraje suficiente para ir al mismo apestoso lago de la noche anterior a darle su merecido.

Su merecido era una patada en el culo y un puñetazo que le hiciera llorar.

Enfurecido por haber sido tan débil como un grillo intentando no ser aplastado por un zapato de oficinista en cima suyo, el adolescente comenzó a patalear, gruñir y soltar puñetazos al aire olvidando por completo su dolor y entumecimiento por las negativas temperaturas.

Cultivo de estrellas ⟪Kooktae⟫Donde viven las historias. Descúbrelo ahora