1.- Inútilmente interestelar

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Yo soy uno de ustedes.  

Cada día que pasa lo siento como una fibra menos del hilo que compone mi vida. No puedo alcanzarla, vamos, ni siquiera puedo ensartar el hilo común y corriente en una aguja. Lentamente puedo sentir como mi vida sale a través de cada suspiro cansado que doy, así que en ocasiones la ansiedad me provoca ganas de no querer respirar. 

Ellos me hacen no querer respirar, dios mío. 

Las personas, especialmente ellos, siempre juzgan la vida ajena incluso si no les afecta. Fingen falsa preocupación por los demás solo hasta que te conviertes en uno más de los soldaditos de papel que el sistema quiere. 

Pero esa es la diferencia entre tú y yo. 

Yo soy Jeon el grande, aquel hombre que romperá el sistema y demostrará que las reglas no tienen una orientación además de la contención del espíritu de la humanidad. 

Pero para poder romper el sistema, debo de planear, VERDAD? 

O bueno, como ellos le dicen, """""procrastinar""""""

Quiero decir, la mente de un genio necesita procrastinar, no es eso cierto? 

Nuestras cabezas avanzan mucho más rápido que las de la mayoría, dios mío. ¿Es eso tan difícil de entender? 

Un genio frustrado en medio de un caos de incomprensibilidad. 

Carajo, de qué manera querer ayudar a  mi mejor amigo a probar sus habilidades como desarrollador con mis pulcras aptitudes es perder el tiempo? 

Qué no se supone que el ayudar a los demás es parte de toda es mierda que te inculcan desde pequeño? 

El mundo rechaza el egoísmo pero lo promueve. Yo sé que tú también lo piensas, cariño. 

Además, el cuestionamiento comienza cuand- 

Parado abruptamente por el timbre del teléfono, dejó la libreta y tinta en la cama para responder la molesta llamada entrante del aparetejo fastidioso que se encontraba en su mesa de noche. 

No de muy buena gana por su inspiración cortada, respondió. 

—¿Qué quieres? 

—Mocoso, te llevo esperando todo el jodido día dentro del centro de comando para que pruebes lo que terminé ayer y te atreves a preguntarme qué carajo quiero?— argumentó molesto el chico del otro lado de la línea. 

Con un breve brinco en su lugar y dos veloces parpadeos entendió porqué ese día se sentía tan particularmente vacío. Como si estuviera olvidando algo...

—Mierda, espérame ahí. Llego en 15. 

Apresurado lanzó la libreta y bolígrafo al suelo y se abalanzó sobre su patineta con el celular en mano. Corrió a través de la casa como un desquiciado y finalmente abandonó el lugar azotando la puerta. 

Quizá al ser tan recurrente esa escena de él saliendo disparado de la casa con la ropa sucia y arrugada y con el cabello grasoso como si su olfato no sirviera, la madre de Jungkook solo vio marcharse, manteniendo la mandíbula tensa y los brazos cruzados. Para ser honesta, al inicio ella no percibía como malo el vago e inusual comportamiento del chico gracias a su ridícula edad, hasta que su marido habló con ella del extraño y apestoso ser que había tomado el lugar de Jungkook en su casa. 

Jungkook no era esa clase de pubertos mal olientes y tontos que se dedican a fumar en los callejones, él era más que eso. O al menos eso es lo que ellos dos pensaban. 

Cultivo de estrellas ⟪Kooktae⟫Donde viven las historias. Descúbrelo ahora