11.- la constelación en su cara.

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—¡Bien, es tiempo de volver a casa!

Jungkook parecía estar satisfecho e inusualmente entero para la cantidad de kilómetros que habían caminado a lo largo del día. Brillante y fresco como el sol verano. Taehyung quizá se parecía más a un ¿charco de lodo? Sí, quizá. Su frente llena de sudor, sus piernas fallando al caminar, pies adoloridos y espalda acalambrada no podían darle otro aspecto. 

—Finalmente conseguiste el... ¿sazón se llamaba?— preguntó asomando la nariz y su vista por en cima del hombro de Taehyung, completamente lleno de curiosidad. 

—No se llama sazón, se llama chasen— corrigió en un suspiro. 

—Como sea, da igual. 

Actualmente estaban afuera de la pequeña y aislada casa del proveedor de materiales que Taehyung solía necesitar cuando su padre se lastimaba la mano. En la vida de Taehyung eran solamente papá y él, papá fabricaba las herramientas sencillas para que Taehyung pudiera trabajar con el té. Solo papá y él en una gran casa con un gran huerto y jardín que algún día también perteneció a una mamá. Completamente al otro lado del pueblo, completamente en el polo más opuesto de la casa de Jungkook y quizá no tan lejano de la suya.

Taehyung estaba reconsiderando que su decisión de guiarlo había sido pésima, improductiva y realmente agotadora, ¿por qué se ofreció a tal cosa? 

El camino para llegar a esa recóndita colina había sido escabroso, lleno de tierra suelta que hizo caer torpemente a Jungkook más de una vez camino arriba e hizo que se picaran cientos de veces por las hojas de aguja secas que caían de los pinos y seguramente el camino abajo sería un suicidio el cual ninguno quería cometer todavía. Tendrían que darle la vuelta a la colina antes de anochecer. 

—¡Taehyung, vámonos!

Otra vez él..

—Hombre, para un segundo— suspiró rindiéndose sobre sus rodillas y sentándose en una enorme piedra lateral al camino bajo la sombra de un enorme árbol. 

Jungkook le miró con esa mirada inquieta y siempre maquinando durante unos segundos, después tomó asiento al lado suyo y buscó su mirada nuevamente. 

—Taehyung

—¿Qué?

—¿Estás cansado?

—Pensé que sería obvio.

—Pensé que tendrías más condición que yo, pero parece que ambos estamos igual— recargando su peso sobre sus rodillas flexionadas y dejando sus brazos caer al suelo para juguetear con la tierra. Taehyung parecía no parar de suspirar por motivos que él intuía, que iban más allá de su cansancio, pero solo podía suponer— ¿Qué deberíamos de hacer, peliteñido?

—¡Otra vez eso!

—¿Ahora qué hice?

—¡Me llamaste peliteñido, odio que hagas eso!

Y era verdad, Taehyung odiaba en lo más profundo de su corazón que solieran burlarse de él por su bonito cabello con apodos horribles o humillantes. Él disfrutaba mucho de su cabello, nunca fue algo que él notara como raro en él. Los niños no pueden verse raros a si mismos antes de que alguien les remarque ESA característica que probablemente pasarán el resto de su vida intentando ocultar. Disfrutaba su cabello, especialmente porque mamá solía hacerle siempre cumplidos por él. 

—Oh, lo siento— ciertamente esta era una disculpa completamente honesta aunque Taehyung no lo percibiera así.

Taehyung despegó la mirada del suelo y casi con dedicación entrecerró los ojos para enfocar la expresión de Jungkook con claridad. Jungkook también lo miró con tanta curiosidad como la parecía tener Taehyung en él.  Estuvieron así, viéndose sin descanso durante varios minutos, quizá incluso ni siquiera pensando en ellos mientras se miraban, pero completamente eran lo único que abarcaba el campo visual del otro. 

Cultivo de estrellas ⟪Kooktae⟫Donde viven las historias. Descúbrelo ahora