Jiang Cheng meditó un poco su situación en medio de lo que parecía un tranquilo caminar.
Estuvo dos días completos en Muelle del loto atendiendo asuntos importantes, pero también, arreglando su agenda para organizar el tiempo que le tomaría viajar a Gusu Lan, y con ello, también el tiempo que ocuparía en entrenar a Zewu-Jun.
Miró a su alrededor con cierto nerviosismo, ya estaba una vez más allí, en Gusu. Siempre era fácil notar que habías llegado a lo alto de esas montañas al sentir los pies helarse al tan solo caminar por unos minutos sobre el frío empedrado.
Jiang Cheng aún no sabía por qué demonios estaba haciendo todo eso, después de todo, según él, no era un manga cortada.
Para Jiang Cheng, una cosa es que admirara de cierta forma a Lan Xichen y querer ser un amigo cercano, y otra muy distinta era una relación que lo implicara colándose traviesamente en el Hanshi en medio de una noche fría.
Al menor de los Jiang jamás se le pasó por la cabeza algo así o una relación de ese índole. En su análisis personal incluso llegó a pensar que todo ese problema no fue más que una respuesta espontánea, una solución sencilla a sus necesidades afectivas.
Para el cerebro de Jiang Cheng la única forma de acercarse a Zewu-Jun era a través de ese tipo de mentira, la única forma de hacerle creer a ese hombre que ellos dos eran cercanos y que absolutamente nadie más supiera acerca de eso era mediante una relación secreta.
¿Qué otra opción había? ¿Ser amigos a escondidas? Tonterías, pero en cambio, ser amantes a escondidas era una mentira mucho más creíble para explicar una relación cercana entre ellos sin el conocimiento de su familia y de su secta.
Jiang Cheng agitó ligeramente la cabeza asustándose al darse cuenta de cómo comenzaba a encontrar todo ese asunto tan lógico y normal, estar solo con sus pensamientos podía ser un tanto aterrador.
Jiang Cheng suspiró nuevamente con pesar, él tampoco sabía exactamente el objetivo de sus acciones, y tampoco sabía de las consecuencias o cómo revertirlo.
El líder de secta Jiang deseó que alguien pudiera ayudarlo o aconsejarlo en lo que debía hacer con el asunto de Zewu-Jun.
Jiang Wanyin claramente tiene uno que otro consejero entre sus cercanos, pero estos solo se dedicaban a aconsejarle en temas de economía, estudios, estrategias militares entre otros, asuntos fuertemente ligados a su rol como líder de secta y no a él como una persona.
Quizás necesitaba a alguien que se enfocara en su bienestar mental, alguien a quien poder acudir cuando dudas así de tediosas lo atormentaba.
Tal vez sentarse un tiempo y solo dedicarse a eso, a hablar de sus problemas por unas cuantas horas con alguien que pudiera escucharlo y aconsejarlo en su vida personal.
¿Por qué demonios no existía alguien encargado de ese tipo de trabajo? ¿Acaso no existía la salud mental a excepción de lo que se podía lograr a través de las melodías?, según Jiang Cheng, personas como esas probablemente se harían ricos, al menos él podría pagar una buena cantidad de dinero por una ayuda así en aquel momento.
Jiang Cheng volvió a mirar al frente mientras tragaba su propia saliva.
El prado ligeramente escarchado por la mañana, los pequeños cúmulos de agua totalmente congelados. Sí, seguía siendo primavera en Gusu.
Ya recibió la bienvenida y lo único que tenía que hacer Jiang Cheng era dirigirse al sector de prácticas.
Claramente no era el terreno convencional de entrenamiento, sino uno un tanto más apartado hacia el costado este de la montaña. Luego de un camino empedrado que atravesaba un par de cascadas se podía ver una arena circular con el emblema de la secta Gusu Lan esculpido en el centro, el lugar estaba rodeado de frondosos árboles que mostraban de forma viva sus coloridas flores primaverales.
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Lo que él deseaba
RomanceUn día, al inicio del solsticio de invierno y sin aviso, Lan Xichen dejó su reclusión autoimpuesta. Jiang Cheng fue convocado meses más tarde. Él sabía lo que sucedió, sabía que el líder de la secta Gusu Lan había perdido repentinamente la memoria...