Capítulo 9 - No rendirse.

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Es de mañana, o al menos, un poco más tarde que la primera vez que el menor de los Jiang se había despertado en aquella habitación.

Jiang Cheng no pudo conciliar el sueño por más que lo intentó, y cuando creyó que había pasado al menos una o dos horas desde que cerró los ojos, la realidad era que apenas transcurrieron unos simples minutos que se hicieron eternos.

A las afueras del Hanshi aún está oscuro, sin embargo, uno que otro pájaro revoloteando sobre la ventana le hacen deducir al líder de secta que no faltaba demasiado para que la madrugada terminara y comenzara al fin el alba.

Jiang Cheng miró a su lado y le resultó impresionante ver cómo Lan Xichen aún dormía a su lado como si recién se hubiera acostado.

Al mirarlo un poco más y aún a pesar de lo que sucedió, Jiang Cheng se permitió ser feliz por unos segundos más.

En una alegría verdaderamente agridulce recordó que esa era la primera vez que dormía y despertaba junto a Lan Xichen, la primera vez que algo tan cálido lo acunaba entre sus brazos.

Junto a un leve suspiro Jiang Cheng no pudo evitar notar que Lan Xichen tenía una expresión bastante linda al dormir, no está sonriendo, pero daba la impresión de que sí lo estuviera haciendo.

El primer jade de Lan era precioso y apuesto en todo el sentido de la palabra, por ello, no era de extrañar que fuera el cultivador más popular de la época.

El menor de los Jiang dio otro ligero suspiro y deslizó con su dedo índice el cabello de Lan Xichen que yacía fuera de lugar.

A pesar de que lo único que deseaba era darle un dulce beso de buenos días y que ambos comenzaran a abrazarse en un mimoso y tonto coqueteo matutino, Jiang Cheng solo se limitó a levantarse con cuidado.

Se pasó las manos sobre el rostro tratando de despertar un poco más y sintió cómo una migraña ocasionada por el estrés le ocasionó una ligera punzada de dolor.

Jiang Cheng solía tener jaquecas con frecuencia, sin embargo, desde que había comenzado a salir con Lan Xichen poco a poco habían cesado hasta detenerse por completo.

Al frotarse nuevamente las sienes y parte de los bordes de sus ojos, entre sus dedos, los rastros de lágrimas eran patéticamente evidentes. En el poco y nada de tiempo que pudo dormir, ¿Había tenido otra pesadilla que ya no recuerda?

¿Por qué demonios llora? ¿Por qué seguía sufriendo de esa manera como si él fuera la víctima de todo aquello? Jiang Cheng no lo entendía.

Él es la escoria de la historia, el villano, alguien que no merece la lástima de nadie.

¿No lo había decidido ya? ¿Por qué seguía llorando si por fin haría lo correcto? Si por fin trataría de encontrar la forma correcta de hacer a Lan Xichen feliz.

A pesar de que la oscuridad aún cubría la montaña, Jiang Cheng decidió salir a despejar la mente una vez más a las afuera del Hanshi.

Pensó en lo que sabía hasta el momento, lo cual sinceramente era bastante poco. Sabía que Lan Xichen perdió sus recuerdos hace aproximadamente un año, también sabe que no solo perdió recuerdos que le trajeran dolor, sino que también recuerdos de su relación con otras personas y hasta de actividades o cosas de las que solía disfrutar como la música, la flora y la fauna.

Para perder un conjunto de recuerdos no estrictamente enlazados entre sí y aún así mantener la esencia misma de una persona, ¿Cuál era la condición? ¿Cuál era la consecuencia?

¿Qué fue lo que Lan Xichen deseó?

¿Qué dio a cambio?

¿Por qué la pérdida de memoria ayudaría con ello?

Lo que él deseabaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora