Tal y como lo había mencionado y advertido Lan Xichen más de una vez, ya era demasiado tarde para cualquier tipo de arrepentimiento.
No hubo forma de detener lo que había empezado después de aquella cacería, o al menos, no para ellos.
Mientras Jiang Cheng luchaba activamente y día tras día por conservar la decencia, no ser descubierto y escandalizar al resto, Lan Xichen ya ni siquiera intentaba ocultar lo que sucedía entre ellos dos, ni frente al público ni delante de su propia secta con más de cinco mil reglas que seguramente prohibían estar toqueteándose detrás de los árboles, besarse o morder algo más que no fuera la comida triste y desabrida que consumen a diario.
Desde su primer beso hasta la fecha el contacto entre ellos dejó de solo limitarse a toques simples de manos y frotes con sus codos, pasó a ser algo mucho más prolongado y en zonas cada vez más sugerentes.
Lan Xichen comenzó a besar a Jiang Cheng no una que otra vez, sino que lo hacía cada vez que tenía o no la oportunidad de hacerlo.
Jiang Cheng siempre necesitaba estar alerta, sus sentidos en aquellos meses se agudizaron más que los de cualquier felino en la oscuridad. El líder de secta Jiang siempre debía mirar hacia atrás buscando un espía o un inoportuno discípulo, siempre debía encontrar los callejones más rebuscados y sucios para meter al llamativo y radiante líder de secta Lan y ocuparse de sus recientes necesidades de besos y mimos.
Los Lan parecían tan fríos, tan tranquilos y silenciosos, entonces, ¿Por qué demonios Lan Xichen requería tantos cuidados y cariñitos?
¿Por qué un ente de luz que parecía ser más puro que la primera flor de la primavera era así de apasionado?
Jiang Cheng pensó seriamente que quizás era él quien estaba consintiendo en exceso a Lan Xichen y que no luchaba demasiado para poner un alto a sus osadas acciones.
No es que Jiang Cheng lo odiara. No odiaba los besos de Lan Xichen, su torpe pero adorable coqueteo o las prudentes mordidas que daba en sus labios, sin embargo, todo aquello seguía siendo arriesgado, y la forma en que Lan Xichen está cada vez más en contra de ocultarlo le daban serios problemas de ansiedad al gran Sandu Shengshou.
En un principio, los besos entre ellos eran babosos y torpes, pero como en todo, Lan Xichen aprendía rápido y poco a poco a Jiang Cheng comenzó a costarle el seguirle el ritmo a su pareja o siquiera respirar cuando el mayor profundizaba sus besos, lo empujaba y prácticamente lo obligaba a mantener el contacto con sus fuertes brazos sujetando tanto su cadera como su espalda.
¿Era normal desear a Lan Xichen incluso con todas las consecuencias que eso implicaba? Porque, aunque era cierto que era Lan Xichen quien comenzaba el contacto, al final, era Jiang Cheng quien lo prolongaba y quien lo permitía.
Sin contar claro, que es él quien ha estado buscando nuevos lugares para esconderse junto a Lan Xichen.
Jiang Cheng está preocupado de muchas cosas, entre más tiempo pasa, más preocupado parecer estar.
El aire de las noches se hacía cada vez más helado con el pasar de los días permitiendo que Jiang Cheng se diera cuenta que ya había pasado casi un año desde que fue convocado al descanso de las nubes para hablar con Lan Xichen.
Ha pasado casi un año desde que su vida cambió para siempre, desde que conoció la dulce y sencilla felicidad que trae el estar enamorado, pero también...
Ya ha pasado un año entero engañando a Lan Xichen.
—¿Está bien si pruebo esto? —Lan Xichen preguntó con una ilusionada sonrisa.

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Lo que él deseaba
RomanceUn día, al inicio del solsticio de invierno y sin aviso, Lan Xichen dejó su reclusión autoimpuesta. Jiang Cheng fue convocado meses más tarde. Él sabía lo que sucedió, sabía que el líder de la secta Gusu Lan había perdido repentinamente la memoria...