Capítulo 6

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En mitad de la noche una vez que terminó la tormenta Candace salió a verificar que esos extraños lobos no estuvieran cerca, por fortuna así fue y una vez al volver se dirigió a dónde sus invitados, abriendo ligeramente la cortina para asegurar que todo estuviera bien fue recibida por una lanza que apenas alcanzó a bloquear con su escudo, la reconocía no era la primera vez que la veía.

-¿Candace?- escucho la ronca voz del general matra.

-Al fin despiertas te ves mucho mejor de lo que esperaba, ven te prepararé algo de comer, dejemos que tú amigo descansé ya le haz causado muchos problemas por ser tan descuidado contigo mismo- Hablo ella alejándose lo más silenciosa posible.

El albino la siguió desapareciendo su lanza, no sin antes cobijar un poco a Tignari pues durante la noche hacía algo de frío. Ya más consciente y un poco iluminado sí que pudo reconocer perfectamente el lugar aunque hace algunos minutos no era así por eso había estado tan a la defensiva.

-¿Cómo llegué aquí?- Cuestionó una vez alcanzó a la de cabellos azules, quien se había adentrado a lo que era la cocina.

-Tu amigo de grandes orejas te trajo, no sé cómo lo logró pero parece que su voluntad es muy fuerte, incluso se las arregló para traer sus cosas- Explicó brevemente aunque guardó silencio un momento -Una vez a salvó y que tú estuvieras bien su cuerpo flaqueo, no era ni capaz de sujetar un vaso de agua sin tirarla, deben ser muy cercanos si a hecho toda esta locura de travesía por ti- Agregó evitando mencionar lo de la manada de lobos al menos de momento.

-Imposible que Nari hiciera algo así desde Caravasar Ribat- Balbuceo más que sorprendido aunque intentaba no aparentarlo.

-¿Nari es su nombre? Y bueno si no me crees pregúntale a él, mientras preparo la comida ¿Porque no tomas un baño? Seguro te sentirás más cómodo- sugirió sonriendo amablemente.

-¿Eh? No, no su nombre es Tignari, Nari es solo un apodo que me permite decirle... Ejem bien me daré el baño- murmuro rápidamente para después ir por aquella ducha que necesitaba.

No pasó tanto tiempo cuando por fin regresó, serio como siempre pero con la diferencia de que sus pensamientos eran un caos inentendibles para él, al fin todo lo que había sucedido estaba procesando como era debido.

-Gracias por la comida y el alojamiento ¿Hay algo que pueda hacer a cambio?- Cuestionó dejando sus caóticos pensamientos de lado al menos de momento.

-Descuida, tu amigo dijo que fungía cómo doctor así que sugirió ayudar a checar a la gente cómo pagó, oh y no dudes en pedir más comida si aún tienes hambre- Explicó Candace dejando el plato frente al gran juez.

-Gracias... en ese caso si Tignari no cuenta con los medicamentos necesarios yo puedo traerlos después, te aseguró que es de confianza y hará lo posible por ayudar- Confirmó para rápidamente comenzar a comer.

-Parece que te algo te molesta ¿Quieres hablar de eso?

La amable anfitriona se sentó frente al albino en caso de que esté quisiera hablar, tenía sueño y en unas horas debía patrullar nuevamente pero no dudaría en ser escuchante y de ser necesario además de tratar de dar algún consejo si estaba dentro de sus posibilidades.

-Solo... han pasado muchas cosas estos días ¿De casualidad has visto a los Eremitas más inquietos de lo habitual? Hace unos días perseguí a un grupo de se dedicaba a saquear las ruinas y hacer falsificaciones de algunas reliquias que encontraban pero me parece que ellos carecen de las herramientas y paciencia para ese tipo de trabajo- Comentó seriamente y continúo comiendo.

El secreto de TignariDonde viven las historias. Descúbrelo ahora