Tú, la misma de ayer

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La que no supe amar, no sé por qué

La semana estaba por terminar. Azura iba a verla después de la escuela, pero Amity evitaba a Luz y no iba al patio trasero cuando sabía que la alfa andaba por ahí. El domingo, Odalia le dijo que quería ir a la iglesia para oírla cantar. Había estado encerrada en la casa toda la semana y ya era tiempo de que saliera.

Amity, vestida con un conjunto de falda y blusa de seda color ladrillo, iba a subir al auto la silla de ruedas de Odalia cuando Luz salió de su casa y le gritó:

—¡Espera! Te ayudaré con eso —Luz ya estaba arreglada para ir a la iglesia y se veía tan linda que provocó que el corazón de Amity se acelerara.

—Pensé que ya te habrías ido —dijo Amity cuando la morena levantaba la silla para meterla al maletero.

—No. Siempre salgo veinte minutos antes. ¿Quieres que te ayude a subir a Odalia al auto? —preguntó.

—No. Puede hacerlo sola.

—Muy bien, entonces te veo allá —cerró el maletero sin mirarla a los ojos y se dirigió a su cochera.

Azura salió corriendo por la puerta de atrás, la saludó sin detenerse y un minuto después las Nocedas se habían marchado.

"Así que se ha vuelto una alfa de hielo como los demás de su clase", pensó Amity. "No pudo resistir acercarse cuando me vio, pero como no estaba conforme con la situación, se desquitó conmigo."

Veinte minutos después, el coro cantaba bajo la dirección de Luz. Amity sintió escalofríos en la espalda. Sus miradas se encontraban demasiadas veces, con tal intensidad que era verdaderamente imposible que permanecieran indiferentes. En el momento en que cantaba otro himno, Luz ya se había quitado la chaqueta y se había quedado únicamente con el vestido que dejaba ver sus hombros desnudos. Algo sucedió entre ellas cuando Amity cantó el solo. Algo irreversible.

Después del servicio religioso, una multitud rodeó a Amity en el atrio de la iglesia. Se había corrido la voz de que iba a cantar ese día, y la congregación había aumentado como nunca. Asistió toda la familia de Amity y ella estaba muy conmovida por su apoyo. Su madre, sus sobrinas, sus cuñados y Edric, la abrazaron con mucho orgullo. Todos menos Emira.

Bump se acercó a ella y le dio un prolongado apretón de mano.

—No tengo palabras con qué agradecerle, señorita. Fue un espléndido trabajo —le soltó la mano y se dirigió a la alfa que tenía la omega a sus espaldas—. Muy buen trabajo, Luz, y una excelente selección musical —Amity no se había dado cuenta de que Luz estaba ahí y se volvió hacia la morena.

Aunque estaban rodeadas por un mar de rostros conocidos, Luz, y Amity se pusieron en sintonía la una con la otra.

—Este es probablemente el mejor domingo que he tenido desde que comencé a dirigir el coro —le dijo la alfa a la omega.

—¿Por qué?

—Porque estabas ahí.

La sinceridad de Luz hizo disminuir la emoción de Amity.

—Algo me llegó aquí —comentó Amity, llevándose la mano al corazón—. Es como antes, como cuando era niña... la música, la familia, la iglesia de siempre... no lo sé. Tú también lo sentiste, ¿no es verdad?

—Sí. También lo sentí —su tono era más bajo—. Ahora comprendo mejor que nunca por qué has tenido tanto éxito. Tienes un don increíble, Amity.

—No parecías pensar lo mismo esta mañana, cuando nos encontramos en el callejón. Pensé que estabas enojada conmigo.

—No volverá a suceder —sin advertencia, la alfa le dio un fugaz abrazo y le besó la sien a la omega. La Blight sintió cómo los labios ajenos le rozaban la oreja—. Gracias por cantar hoy, Amity. Nunca lo olvidaré.

NO LO VI VENIR -LUMITY ADAPTACIÓN - OMEGAVERSE-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora