Capítulo 8

55 10 1
                                    


CUENTOS DE TERROR


—No es hora de discutir son las 12: 20 am, y recuerde que tenemos hasta las 12: 59 am, para salir y cerrar el portal, estamos ante una situación desconocida, no sé qué pasará si no lo logramos. Mejor avancemos sin perder el tiempo que esto se pone peor, tenemos que escapar así se trate de una pesadilla o no —recomienda Terry.

—Mi esposo tiene razón —afirmo Candy.

Ellos se organizaron Jensen carga a su padre, Archie insistió en atarse y sacrifico su costosa bufanda, la rasgo para obtener trozos de tela, amarro su muñeca a la de su sobrino ya que se turnarán para cargar a Terry, Eliza se quejó. —Archie siempre de niño bonito, le toco el trabajo fácil, mientras que ellas se enfrentaran a la muerta desquiciada.

La tierra comenzó a temblar y columnas de hojas y ramas secas se levantaron para bloquearles el paso, el ruido de la carreta chillona regresa, los cascos del caballo golpean la tierra, Susanna aparece suspendida en el aire y los harapos que usa son mecidos por el viento.

—No permitiré que te escapes Terry, no pienso irme sin ti —resuena en eco.

—Fuera de nuestro camino vieja loca, fantasma horripilante, me canse de repetirle que no soy su Terry —aclara Jensen fastidiado.

—Ya te até una vez, y lo volveré hacer, no me importa tu malcriades luego te suavizarás cuando no tengas opción.

—Eres consiente de tu bajes ¿verdad Susanna? Siempre lo fuiste, te aprovechaste de tu desgracia y nos llevaste entre tus patas, pero ahora no tienes el poder de retenernos, tú no perteneces a nuestro mundo y no permitiré que toques a mi hijo, mírate estas muerta y lejos de nuestra vida, solo eres un maldito fantasma que no debió salir de su tumba —grita Terry con desprecio.

—Ya veremos —contesta el espanto y se lanza sobre ellos.

Candy conociendo su debilidad reacciona se interpone entre los cuerpos de su familia como escudo, el fantasma los traspasa, pero no logra sujetarlos en cambio Candy logra agarrarla de las pocas mechas de pelo que le quedan y de un jalón disloco el cráneo de la muerta, ella se lo coloca en su lugar y regresa enfurecida esta vez logra que los cuerpos vivos se tambaleen, aunque no logra elevarlos, cuando regresa Candy la sujeta de nuevo del pelo y esta vez el espanto logra arrastrarla.

—Candy suéltate ¡gritan todos! Annie agarra de un pie a su amiga y de una mano a Eliza para sostenerse, pero la tres son arrastradas y alejadas de los demás, los hombres con dificultad corren detrás de ellas.

A unos pies el espectro aprovecha el momento y forma un remolino y las tres mujeres giran en círculo, la tía Elroy interviene y evita que ellas se lastimen.

—Más vale que no interceda espíritu entrometido, esta no es su guerra, yo solo quiero recuperar lo que me pertenece, así que no me estorbe.

—Respeta a la tía abuela que es una mujer mayor —pide Candy.

—Tú no estas en condiciones de exigir nada y la que debió morirse eras tú no yo, te odie desde antes de conocerte, leí tus ridículas cartas y las elimine para que Terence no supiera de ti; adivine que eras la dueña de sus pensamientos, ¡odie que existieras! —confiesa y regresa al ataque, no logra tocar a su objetivo, pero sus huesos rozan la mejilla de Eliza.

—Esqueleto asqueroso e inmunde me ensuciaste —ya verás desgraciada.

Eliza la jalo de un pie y este quedo en su mano ¡aaah! Grito soltándolo al instante —que hiciste ¡mi pie! regrésamelo grita la otra— Eliza lo pisotea y los huesos envejecidos se quiebran uno a uno, la muerta ataca con todo y agarra del pelo a Eliza —ayúdenme— aclama. Candy y Annie van al rescate la primera la agarra de las cuatro muchas y la otra con todo y miedo agarra un fémur, y lo jala tan fuente que se desprende —¡mi pierna! ¿Qué hiciste? Grita desesperada la muerta—

—¡Nooo! Candy... tengo los huesos de Susanna ¿qué hago? —grita llena de pánico Annie.

—Tíralos —contesta.

—No puedo se pegaron a mi mano.

—Regrésamelos —exige la dueña de los huesos.

—No Annie no se los regreses, pégale —ordena Eliza

La muerta sigue flotando, pero se ve afectada, Eliza con toda la mala intención jala la otra pierna y el esqueleto queda sin sus dos extremidades.

—¡Regrésenme mis patas! —exige.

—Jamás, de todas formas, no las usas, corre Annie, ¡corre! Indica la susodicha, las tres mujeres avanzan veloces mientras que el espanto mutilado vuela detrás de ellas y logra agarrar del pelo a Eliza.

—Suéltala —grita Candy, tratando de sujetarla, pero no puede.

—Toma esto espanto roba chicos —anuncia Annie y se atreve azotarla con el trozo de hueso, el pedazo de esqueleto sale disparado en el aire.

—Me las pagaran por interponerse en mi camino —amenaza.

Impulsándose con lo que se puede llamar brazos regresa la muerta —Annie no te dejes grita Eliza—

—¡Candy...! Socorro —exclama Annie al verse amenazada.

—Se valiente Annie, ella no es más fuerte que nosotras— afirma ella y sujeta la mano de su amiga para recibir al pedazo de esqueleto con otro azote, Eliza corre al otro extremo y la recibe con otro guamazo, el fantasma se sofoca flotando de un lado a otro como una pelota de pimpón —basta— grita regrésenme mis piernas —repite.

—Estos pedazos de palo no son piernas, parecen las patas de cangrejo podrido —se burla Eliza.

—¡Mis patas...! ¡Terry...! —Reclama la muerta, —¡Mis hijos...! ¡Mis hijos...! Compiten los lamentos de la llorona.

—¿Qué pasa múcuras? —Pregunta un viejo panzón, conocido como el Sipitillo.

El caballo relincha y finalmente muestra sus ojos en llama, la carreta chillona gira alrededor del grupo, el cadejo negro se para en dos patas, y las demás criaturas de la oscuridad, se dejan ver emitiendo un sonido espeluznante.

En ese momento se reúnen con la mujeres, Terry, Jensen y Archie ellos se agrupan porque lo que está sucediendo es aterrador.

—¿Qué pasa aquí? ¿Qué has hecho Susana? —dice la mera calaca que llega sobre el caballo.

—Cállense ¿qué escandalo es este? Que no ven que perturban el silencio —reclama otro esqueleto que brota de la tierra.

—¿Es lo que quiero averiguar? —contesta la calaca.

—Disculpe señor calaca, ellos vinieron a molestarnos para divertirse con los muertos, resulta que pueden vernos, mire hasta mutilaron mi hermoso cuerpecito —explica Susanna con la expresión más dulce que los huesos de su cara pueden expresar.

—Cariño mío ¿qué te han hecho?, mi pasito tuntún, sin tus papitas no podremos bailar el gusanito; y que paso con tu pelito de algodón, te dejaron calvita queridita, jjijijiji...—se rio la calaca.

—Ha-ha-ha-ha... calvita, pasito tuntún, ¿qué ridículos? —se burla Eliza.

Los demás también se ríen entre dientes.


Siguiente...

La invitación OscuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora