Capítulo 16.

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25 de diciembre de 2020

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25 de diciembre de 2020.

Observé cómo Anna rompía con entusiasmo el papel de regalo ansiosa por conocer lo que le había traído Santa Claus.

Aunque obviamente sé que lo compraste tú, tío Jer.

Anna dejó de creer en Santa a los cuatro, tanto Jenna y yo lamentamos que Anna no viviera un poco más en la fantasía.

Anna celebró cuando vio el celular en su caja, era obvio que me arrepentiría por darle aquel el regalo, pero Anna de verdad me estaba dejando pobre con todos los libros de anatomía que estaba comprando. ¿Cómo podían ser tan costosos? Leer en su teléfono sería más económico y necesitaba una fuente de comunicación con mi sobrina por cualquier emergencia que sucediera.

—No celebres demasiado, habrá reglas.

—¡Pero tío Jer!

—Número uno, el teléfono se apaga a las ocho de la noche, nada de madrugar con él y no, no cambiaré de opinión —le advertí al momento de que quiso protestar—. Número dos, no quiero que seas adicta al aparato, así que está prohibido usarlo mientras estás en la mesa o haciendo la tarea.

—Eso es estúpido.

—Lenguaje, Anna—regañé a lo que ella rodó los ojos—. Número tres, si se agotan tus datos deberás esperar a tu renta, no pagaré minutos adicionales, tampoco datos de más, ¿de acuerdo?

—De acuerdo—masculló a regañadientes.

Definitivamente me lamentaría por esta decisión.

Anna se adentró al cien por ciento en su teléfono mientras me dejaba abandonado en el mío. Jenna no había podido venir para navidad, no lo veían prudente luego del episodio de acción de gracias, sin embargo, ella había hablado durante horas con Anna. Jenna había aprobado el teléfono a regañadientes, no estaba muy convencida, pero Jenna pocas veces estaba feliz con las decisiones que tomaba para Anna.

Para las tres de la tarde, ya tenía a Anna tomando mi tarjeta de crédito para comprar algunos libros electrónicos.

—Si quedo en bancarrota por favor, recuérdame que fue la culpa de ese pequeño diablito y mis malas decisiones —le dije a Astrid al otro lado del teléfono, ella rio.

—Me encargaré de hacerlo, aunque deberías celebrar, cualquier padre quisiera ver a sus hijos comprando libros de manera compulsiva, es mejor eso a cosas negativas.

—¿Estás diciéndome que cuando sea adolescente será peor?

—Oh, mucho peor, Jer—sonreí como un bobo al escuchar el diminutivo.

Astrid y yo nos habíamos unido un poco más en las últimas semanas, hablamos por la noche, compartíamos un café casi todas las mañanas. A veces se había ofrecido a cuidar a Anna por las tardes.

Un Disfraz para Halloween | Festividades #3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora