Libro totalmente independiente, no es necesario haber leído MDEBDN y UEDSPSV.
Jeremi Kosh vivía por su sobrina. Anna era su día, su noche, su todo, era más una figura paterna que su tío, después de todo su hermana Jenna lo había empujado a eso.
Jenn...
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30 de octubre del 2020.
Anna estaba molesta mientras caminábamos por los pasillos de la tienda de disfraces del centro comercial. Ella había conseguido su disfraz de calabaza, era una tierna calabaza, pero Anna me había asegurado que ella misma podría convertirla en espeluznante. Le creí, después de todo ya mi sobrina había aprendido a hacer sangre falsa gracias a un post de internet, sería pan comido convertir la calabaza en algo aterrador.
Pero Anna no estaba molesta por su disfraz, era feliz por conseguirlo, además estaba decepcionada porque era uno de los disfraces que más estaban disponibles en la tienda, al parecer no todo el mundo pensaba como ella, más bien, todos pensaban como su madre, ya no quedaban disfraces de ningún tipo de princesa en la tienda. Anna estaba molesta porque no conseguíamos el disfraz perfecto para mí.
—Tengo una capa en casa, solo debo comprar unos colmillos y...
—¡No serás un vampiro!—protestó ella por enésima vez.
Anna miraba con atención los trajes para caballeros, pero nada la convencía y eso la estaba poniendo de los nervios.
Cuando le propuse ir a la casa embrujada para Halloween sus ojos brillaron, lo hicieron aún más cuando le comenté que Jethro estaría ahí. A Anna le gustaba Jethro, él era bastante culto, leía bastante y la última vez que se vio con Anna hablaron por treinta minutos sin parar sobre el principito.
Anna conocía a Sussie y en sus ojos calculadores sabía que le caía bien, el único gran problema de la chica castaña era su novio. Sin embargo, la única que vez que tanto la novia de Jethro y mi sobrina se vieron se agradaron.
Ella habla demasiado, tío Jer, pero hace feliz a Jethro, había dicho.
Anna se detuvo en un disfraz de príncipe y simuló vomitar, después retomó su paso firme.
Mi sobrina quería que todo fuera perfecto, ella quería verse perfecta. Era su cumpleaños después de todo, lo único que me pidió de regalo fue que ella elegiría mi disfraz, aunque ya yo había comprado algo para ella.
Anna estaba tan sumergida en su mundo que no se dio cuenta de la chica que tenía frente a ella y se estrelló a su espalda. Anna se disculpó, pero sus ojos se abrieron de par en par cuando reconoció a la chica frente a ella. Yo también lo hice.
—¿Anna?
—¡Astrid!—Anna la abrazo por la cintura y la chica hizo lo mismo, solo que esta acaricio su cabello—. ¿Qué haces aquí?
—Buscando mi disfraz para Halloween.
—Las calabazas están en el pasillo de al lado—guió Anna y Astrid sonrió felizmente.
—¿En serio? La dependienta me dijo que no había calabazas para mí—Anna frunció el ceño y de nuevo se olvidó completamente de mí. Tomo la mano de, al parecer, su nueva mejor amiga y la haló hasta donde recordaba haber tomado su disfraz.