Libro totalmente independiente, no es necesario haber leído MDEBDN y UEDSPSV.
Jeremi Kosh vivía por su sobrina. Anna era su día, su noche, su todo, era más una figura paterna que su tío, después de todo su hermana Jenna lo había empujado a eso.
Jenn...
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Tarde.
Anna amó su tableta Kindle y prácticamente me exigió que le comprara un par de libros electrónicos, pero no me opuse, era mi niña del cumpleaños y luego de su madre haría cualquier cosa para hacerla feliz.
Incluso si tenía que usar maquillaje.
Al parecer Anna era bastante buena con el maquillaje, mi rostro podía demostrarlo, se había convertido en un terrorífico zombie y Anna solo siguió un tutorial en internet que a cualquier otra persona no le habría funcionado.
La sangre por otro lado, intentamos tres recetas diferentes. Las primeras dos hicieron rabiar a Anna porque no simulaban para nada la sangre.
La sangre es espesa, tío Jar, había dicho, esto solo parece jugo de fresa.
Al final, usar miel teñido con colorante había sido la mejor opción, y su calabaza era realmente terrorífica, exceptuando por el gorro con la rama verde en su cabeza, lo terrorífico daba paso a la ternura, después de todo Anna era una niña preciosa con mejillas rosadas, que se quisiera vestir de una calabaza llena de sangre no quitaba su ternura.
El disfraz estaba lleno de aquella mezcla, parecía como si Anna viniera de matar a una persona. También me obligó a salpicarle un poco la cara con la mezcla y, por si fuera poco, la niña había tenido un mejor plan, elaboro un cuchillo con cartón y pinturas, como si fuera una calabaza asesina que había conseguido el premio de apuñalar al primero que se le atravesara.
—Está genial, ¿verdad?—Anna se miró en el espejo y levantó su cuchillo haciendo una pose terrorífica mientras sus labios portaban una sonrisa maliciosa—. Todos se van a cagar en sus pantalones.
—Lenguaje.
Anna rodó los ojos, luego me miró de pies a cabeza y se cruzó de brazos.
—Necesitas goma para que el cabello.
—Anna, no me gusta la goma para el cabello —repetí por enésima vez.
—Pero tío Jer—El puchero manipulador salió a la luz—, es mi cumpleaños.
Suspiré agotado.
Sabía que Anna no saldría del apartamento si no me colocaba la estúpida goma en el cabello, por lo que la dejé en la sala y fui directo al baño.
Eran las seis de la tarde cuando partimos en busca de dulces. La fiesta en la casa embrujada de Sussie no empezaría hasta las ocho, por lo que tendríamos tiempo para las dulces. Anna estaba entusiasmada con la idea, sostenía una calabaza de plástico para albergar sus dulces, mientras que con la otra mano se aferraba a su cuchillo de cartón.
Tendríamos muchos problemas con el cuchillo, era muy realista.
Mi vecina en el piso tres fue la primera en vernos, la señora Oliver pegó un brinco al abrir la puerta, tenía unos setenta años y era bastante conservadora, tal vez Anna no recibiría dulces esta vez.