Final sangriento

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Ranma ½ no me pertenece.

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Fantasy Fiction Estudios

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Final sangriento

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Agua.

Todo era agua, y él flotaba en una inmensidad sin fondo ni cielo. La luz lo envolvía, y el agua obligaba a su cuerpo inerte a flotar siguiendo su destino trazado, por un camino angosto interminable, hacia las puertas del otro mundo. Estaba muerto, lo sabía, pero, entre al agua densa y asfixiante, su alma se rebeló, alzándose agitada.

Y luchó, porque todo él ansiaba la venganza, porque iba a volver desde el mundo de los muertos.

Ranma se estremeció con la ira carcomiéndole las entrañas, llenando de vida sus miembros exánimes.

Agua, todo era agua.

Pero él estaba hecho de fuego.

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Apenas fue un sonido apagado lo que despertó a la reina Akane, que yacía en el lecho junto a su esposo dormido. Sus ojos parpadearon observando la penumbra.

Entonces lo vio. Era él tal como lo recordaba, con la brillante armadura y, atado en el brazo, el pañuelo de seda azul que ella le entregó como prenda al despedirse. Akane se incorporó en la cama, sonriendo, con los ojos llenos de lágrimas. Muchas veces soñó con él, con que venía a reclamarla y a decirle que todo era una mentira, que no se perdió en la guerra, que se alzó victorioso igual que en todas sus batallas. Que era ella su esposa verdadera.

Corrió a sus brazos, con el traslúcido camisón enredándose en los finos tobillos. Y vio que los ojos de Ranma habían cambiado, el azul era ahora una brasa ardiente, brillando candente con el clamor de la batalla. Pero Akane no tuvo miedo de él. Tampoco lo tuvo de la sangre que empapaba la mitad de su peto, ni de la gruesa cicatriz en su varonil cuello.

Lloró Akane, y fue envuelta por sus brazos, fuertes y afiebrados; y su boca reseca y caliente besó, dulcemente.

—Ranma —murmuró.

Quería decirle que lo sabía. Que dos de sus hombres, los más fieles, sabían lo que el rey Ryoga había hecho y le contaron, aunque el temor les atenazaba las gargantas, y ni siquiera podían confiárselo al rey Soun. Pero ella, en nombre de su amado, con lentitud, maquinando con vileza, buscaba la venganza. Pero no habló. Porque supo Akane que a él no le importaban las palabras. Su cuerpo estaba tenso, vibrando, clamando la justicia de la sangre, y no dudaría en tomarla.

Ranma la apartó y anduvo hasta el lecho, donde Ryoga recién abrió los ojos. Y lo que vio estaba sacado de sus peores pesadillas. El rey del inframundo, un ser de fuego y sangre, con ojos de brasas ardientes y lengua viperina; con el cabello largo y suelto, y una espada de piedra negra a la cadera.

Sin embargo, lo reconoció. Era Ranma. Y, aunque quiso gritar, apenas abrió la boca él se abalanzó, adelantando una mano de garras de fuego, afiladas y terribles, apretando la garganta. Hasta que rompió la carne, los músculos y los tendones, y la sangre brotó de las heridas, caliente y espesa, alimentando el fuego de sus manos. Entonces, sin mirarlo una segunda vez, echó Ranma el cadáver a un lado, y estiró la mano llamando a su amada.

Y la reina, su reina Akane, con los pequeños pies dejando huellas en la sangre, lo abrazó, envolviéndolo en la dulce fragancia de su cuerpo. Se miraron y no necesitaron palabras.

Ella era su reina, y lo acompañaría de vuelta al inframundo, para en tronos de oro y plata, rubíes y sal, reinar para siempre. Triunfando juntos sobre la última batalla, la de la muerte.

Cuando los guardias de palacio irrumpieron en la habitación, los vieron a los dos, fundidos en un abrazo, juntos en una sola llama, que se extinguió dejando solo cenizas y sangre.

Y así, la reina Akane permaneció junto a su verdadero amor, sentada a su derecha para siempre, en el mundo de los muertos.

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FIN

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Nota de autora: La palabra que me dio Noham hoy fue «agua», y me imaginé esta conclusión para el corto de ayer, una especie de final feliz... para algunos.

Muchas gracias a: Arianne, Gatopicaro, Psicggg, Sakurale2783, Hcoronadogandara, Rowen y Noham por tomarse le tiempo de dejarme un comentario.

Nos leemos.

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